PINOCHO, DE GUILLERMO DEL TORO

“Hay guiños a todos los trabajos anteriores del director”.

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Francisca Yolin
Cultura
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Tuvimos en 2022 dos versiones de Pinocho, pero debería ser obvio que la versión de Guillermo del Toro es una GRAN mejora con respecto de ese remake con actores reales, pero sin alma, de Disney.

Esta nueva versión de Pinocho, un proyecto que desde hace tiempo apasiona a Del Toro, no podría estar más allá de lo que todo el mundo conoce sobre esta historia. Junto al premiado animador de stop-motion Mark Gustafson —codirector de la película—, el realizador mexicano se sumerge en la novela de Carlo Collodi, Las aventuras de Pinocho, de 1883, para dar una visión innovadora.

Estructuralmente, esta versión sigue las bases tradicionales de la famosa historia. Geppetto (voz de David Bradley) crea a un niño de madera (voz de Gregory Mann), que aprende lo que significa estar vivo con la guía de un grillo parlante (voz de Ewan McGregor). Pero al situarla en la Italia de los treinta, con el fascismo como telón de fondo —e incluyendo al propio Mussolini—, se trata de una versión más rica y emotiva de lo que hemos conocido.

No solo estos cambios en la trama diferencian a este Pinocho de los demás: técnicamente es impecable y se hizo en animación stop-motion. Es un trabajo artesanal y de diseño espectacular.

Sello

Inspirado en los diseños de Gris Grimly en la edición de 2002 de la novela de Collodi, el niño de madera tiene por fin un aspecto tosco, tallado por Geppetto en un arrebato de furia —y alcohol— por la pérdida de su hijo. En un diseño sorprendente, a Pinocho le falta una oreja, le sobresalen uñas y, cuando le crece la nariz, le salen ramas difíciles de manejar.

Tampoco pasará desapercibido el sello de Del Toro en los efectos visuales. El elemento más novedoso es que Pinocho, al morir, entra en una especie de limbo ocupado por la muerte (voz de Tilda Swinton), una majestuosa y oscura criatura fantástica que no podría ser más Del Toro. También hay guiños a todos los trabajos anteriores del director, incluidos El laberinto del fauno y El espinazo del diablo, con los que, se podría decir, Pinocho forma una trilogía no oficial. Las tres son historias de niños durante la guerra.

Si todo esto parece demasiado para ser una película infantil, no es así. Hay oscuridad y exploraciones de lo que significa ser humano, pero Del Toro y Gustafson tienen cuidado de equilibrar los tonos. Al igual que su travieso personaje central, Pinocho también es a menudo una cinta muy divertida y juguetona. Sí, hay temas oscuros, pero sigue siendo una película familiar, o al menos lo más cerca que Del Toro estará de hacerlo.

Más allá de todo, lo que más sorprende de la película es lo mucho que toca a nivel emocional al espectador. La mayor parte del tiempo uno se siente maravillado con esta brillante producción, pero sin llegar a implicarnos del todo, hasta que una reflexiva coda nos rompe el corazón y redefine el tema central de Pinocho: ser un “niño de verdad”.

Disponible en Netflix.