Jonah Hill, el actor de 38 años mejor conocido por sus papeles en comedias como Superbad y 21 Jump Street, cambió su propia vida cuando conoció a su terapeuta, Phil Stutz, en un momento bajo de su vida.
Y claro, cuando se supo que su último proyecto es un documental dirigido y protagonizado por él, en el que entrevistaba a su terapeuta, el escepticismo general no fue sorpresivo. La idea es incómoda. La terapia está destinada a ser un espacio privado; y compartir tus sesiones al mundo podría parecer un ejercicio de narcisismo, ¿o no?
Y es que así es: Hill demuestra que esta línea de pensamiento se equivoca. Utiliza su plataforma de celebridades para desestigmatizar aún más el tabú social de la terapia, poner sobre la mesa la posibilidad de hablar sobre salud mental sin juicios y, además, brindar una opción mucho más accesible para quienes no pueden pagar las de Hollywood con uno de los mejores siquiatras del mundo.
Pero más que por eso el filme destaca porque se abre de una manera tan cruda y tan honesta, que incluso los espectadores más cínicos se conmoverán. Ayuda que el sujeto de la entrevista de Hill, Stutz, sea un hombre centrado y sensato. Sí, es un siquiatra famoso con libros y clientes también famosos, pero de inmediato se nota que Stutz no está ávido de notoriedad ni por tener más seguidores de Instagram y Twitter. Es simplemente un hombre que es bueno en su trabajo y lo ha estado haciendo durante mucho tiempo.
Más allá
Al principio Hill solo está interesado en recorrer los pasos de la terapia que él mismo recibió. Stutz tiene un enfoque práctico para la terapia cognitiva conductual que involucra “herramientas” que pueden ayudar a sus clientes a comprenderse y mejorarse a sí mismos. Pero cuando Stutz empuja al actor a abrirse sobre sus experiencias Hill se cierra. “Esta es una película sobre ti, no sobre mí”, dice.
Es posible que hasta aquí suene como un intento bienintencionado, aunque innecesario y superficial, pero Hill logra llegar más allá. Como a los 30 minutos, todo el concepto de la película se disuelve. Aquí no habrá spoilers, pero el actor comienza a ser un verdadero director cuando se esfuerza por ser vulnerable como cineasta y la película se transforma para mejor. Hill le permite a Stutz participar en el proceso en más de un sentido y, como resultado, el espectador es testigo en tiempo real del momento en que esto se convierte en algo más que un terapeuta experimentado que sigue la corriente a su famoso cliente.
Y gracias a eso hay momentos de verdad conmovedores. No es que todo funcione en el filme; por ejemplo, hay una confrontación incómoda entre Hill y su madre que podría no haber estado, pero como Stutz le dice a Hill, nunca iba a ser perfecto. Nada lo es. Solo hay que seguir avanzando. Eso es lo único importante.
El documental está disponible en Netflix.