Washington, Estados Unidos, 30 de julio. La economía de Estados Unidos se expandió a un sorprendente ritmo anual del 3% de abril a junio, recuperándose al menos temporalmente de una caída en el primer trimestre que reflejó las interrupciones causadas por las guerras comerciales del presidente Donald Trump.
Sin embargo, los detalles del informe sugirieron que los consumidores y las empresas estadunidenses están cautelosos ante la incertidumbre económica que surge de la campaña radical de Trump para reestructurar la economía estadunidense al imponer aranceles a las importaciones de todo el mundo.
“Las cifras principales están ocultando el verdadero rendimiento de la economía, que se está desacelerando a medida que los aranceles afectan la actividad”, escribió Kathy Bostjancic, economista jefe de Nationwide.
El producto interno bruto —la producción nacional de bienes y servicios— se recuperó después de caer a un ritmo del 0.5% de enero a marzo, informó el miércoles el Departamento de Comercio. La caída del primer trimestre, la primera contracción de la economía estadounidense en tres años, fue causada principalmente por un aumento en las importaciones —que se restan del PIB— ya que las empresas se apresuraron a traer bienes extranjeros antes de los aranceles de Trump.
El repunte era esperado, pero su fuerza fue una sorpresa: los economistas habían previsto un crecimiento del 2% de abril a junio.
De abril a junio, una caída en las importaciones —la mayor desde el brote de Covid-19— añadió más de cinco puntos porcentuales al crecimiento. El gasto del consumidor se situó en un débil 1.4%, aunque fue una mejora respecto al 0.5% del primer trimestre.
La inversión privada cayó a un ritmo anual del 15.6%, la mayor caída desde que el Covid-19 golpeó la economía. Una caída en los inventarios —ya que las empresas redujeron los bienes que habían acumulado en el primer trimestre— restó 3.2 puntos porcentuales al crecimiento del segundo trimestre.
Una categoría dentro de los datos del PIB que mide la fortaleza subyacente de la economía se debilitó en el segundo trimestre, expandiéndose a un ritmo anual del 1.2%, por debajo del 1.9% de enero a marzo y el más débil desde finales de 2022. Esta categoría incluye el gasto del consumidor y la inversión privada, pero excluye elementos volátiles como exportaciones, inventarios y gasto gubernamental.
El gasto e inversión del gobierno federal cayó a un ritmo anual del 3.7% además de una caída del 4.6% en el primer trimestre.
El informe del PIB del miércoles mostró que la presión inflacionaria se alivió en el segundo trimestre. El índice de precios de gastos de consumo personal, o PCE, el indicador de inflación preferido por la Reserva Federal, aumentó a un ritmo anual del 2.1% en el segundo trimestre, por debajo del 3.7% en el primero. Excluyendo los precios volátiles de alimentos y energía, la llamada inflación PCE subyacente aumentó un 2.5%, por debajo del 3.5% en el primer trimestre.
En su plataforma de redes sociales Truth, Trump celebró el aumento del PIB e intensificó su presión sobre la Reserva Federal para que reduzca las tasas de interés: “PIB 2T ACABA DE SALIR: ¡3%, MUCHO MEJOR DE LO ESPERADO! ‘Demasiado tarde’ DEBE AHORA BAJAR LA TASA. ¡No hay inflación! ¡Dejen que la gente compre y refinancie sus casas!”
Trump ve los aranceles como una forma de proteger la industria estadounidense, atraer fábricas de regreso a Estados Unidos y ayudar a pagar los enormes recortes de impuestos que firmó como ley el 4 de julio.
Pero los economistas convencionales —vistos con desdén por Trump y sus asesores— dicen que sus aranceles dañarán la economía, aumentando los costos y haciendo que las empresas estadunidenses protegidas sean menos eficientes. Señalan que los aranceles son pagados por los importadores quienes intentan trasladar el costo a sus clientes a través de precios más altos. Por lo tanto, los aranceles pueden ser inflacionarios, aunque su impacto hasta ahora ha sido modesto.