NI EU NI RUSIA DAN SU BRAZO A TORCER. UCRANIA PIDE DIÁLOGO

Una guerra es la peor estrategia

Claudia Luna Palencia
Internacional
Russia Putin
Alexei Nikolsky/AP

En los últimos días se vivieron las horas más intensas en la arena internacional con viajes de diversos líderes, llamadas telefónicas al más alto nivel, encuentros entre mandatarios y diplomáticos y un movimiento de tropas hacia Europa oriental que hace temer un choque de fuerzas entre Rusia y Ucrania.

Ya realizan entrenamiento militar en Ucrania cientos de voluntarios civiles, hombres y mujeres de todas las edades, adheridos a los comités de defensa ciudadana que proliferan por diversas partes del país con la pretensión de prestar ayuda a su ejército.

En Kiev, el gobierno del presidente Volodimir Zelenski pide diálogo y hasta un encuentro con su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Desde Rusia las televisiones locales Rossiya 1 y Piervy Kanal hablan abiertamente de una invasión a Ucrania cuestionando la soberanía de dicho país y los programas de debate lanzan mensajes patrióticos en los que Rusia se hace respetar ante el mundo.

Hay una guerra híbrida plagada de desinformación y de fake news formando un cóctel para intranquilizar y confundir más todavía en momentos en que Putin dice que no tiene intención de invadir Ucrania; el mandatario estadunidense Joe Biden señala que sus soldados no pelearán por los ucranianos y la OTAN advierte que no puede defender a Ucrania porque no es miembro de la Alianza Atlántica. Nadie quiere una guerra, pero ninguno de los implicados da su brazo a torcer.

El rostro impertérrito del mandatario ruso da cuenta de la gravedad del momento histórico, con diversos actores internacionales que han movido sus piezas en el tablero europeo. La foto en el Kremlin del presidente francés, Emmanuel Macron, sentado a casi cuatro metros de distancia de Putin es tan elocuente, que al mismo tiempo intranquiliza por la posibilidad de que en verdad no haya forma de evitar el desastre.

Macron se desplazó el 7 de febrero desde París hasta Moscú para dialogar en persona con Putin e intentar una desescalada de las fricciones, en las que además están envueltos tanto EU como la OTAN, dos actores con los que Rusia quiere un acuerdo para un nuevo pacto de seguridad regional en el viejo continente que evite la extensión de la infraestructura militar de la Alianza Atlántica hacia Europa del Este.

Macron viajó con las mejores intenciones de servir de interlocutor y de alfil para buscar que sean los propios europeos los que puedan intermediar, gestionar y resolver un problema altamente sensible como el de Ucrania ubicado en el traspatio europeo. Que sean los europeos, y no la Casa Blanca, quienes decidan.

No obstante, se ha encontrado con un Putin rocoso que meticulosamente ha estudiado la puesta en escena: casi cinco horas de diálogo y muchos ceños fruncidos, pero en concreto Macron no obtuvo nada a cambio que garantice la seguridad de Ucrania.

“Por supuesto, entiendo que compartimos preocupaciones sobre la evolución de la seguridad en Europa y quiero agradecerle el hecho de que Francia participa invariablemente y con fuerza en el desarrollo de decisiones fundamentales en esta área”, expresó Putin.

Francia, añadió el líder ruso, ha tomado una parte muy activa: “Tus predecesores hicieron lo mismo. Francia se comprometió a abordar la crisis que estalló después de que Georgia atacara a Osetia del Sur, a desarrollar los acuerdos de Minsk y luego a organizar el formato de Normandía”.

Por su lado, el delfín del Elíseo agradeció con cierta ironía la “cálida” bienvenida y aprovechó una y otra intervención para reiterar que la situación crítica en Europa es “nuestra” preocupación compartida.

“Necesitamos este diálogo porque es lo único que, creo, puede garantizar una verdadera estabilidad y seguridad para el continente europeo. En este contexto, hemos tenido varias conversaciones telefónicas en las últimas semanas, como usted mencionó. A pesar de la crisis tuve la oportunidad de intercambiar puntos de vista con el presidente Zelenski sobre Ucrania, así como de coordinar puntos de vista con muchos europeos y aliados, incluidos británicos, estadunidenses y canadienses”, puntualizó Macron.

Si en algo están de acuerdo ambos mandatarios es en abordar el tema en profundidad y de forma colectiva que dé una respuesta de seguridad tanto para Rusia como para Europa. Sin embargo, el presidente francés, quien al día siguiente voló a Kiev para reunirse —en medio de un clima más distendido y cordial— con Zelenski, no logró cerrar una fecha en concreto para entablar una serie de encuentros entre las partes involucradas en el conflicto. Todos piden al unísono una muestra de buena fe de parte del Kremlin con la retirada de sus tropas y el cese de los ejercicios militares. Putin resiste en el amago.

Un problema con muchas aristas

Ucrania es el segundo país más grande de Europa y mantiene en la parte oriental una ubicación estratégica porque une a Europa con Asia y tiene importantes salidas al mar, como acontece con el Mar Negro y el Mar de Azov.

Esa posición geográfica es al mismo tiempo conflictiva: limita al este con Rusia a través de una frontera de mil 576 kilómetros; con Bielorrusia al norte; al oeste con Polonia, Eslovaquia y Hungría; al suroeste con Rumania y Moldavia; y al sur tiene el Mar Negro y el Mar de Azov.

Desde 2014, con la anexión de Crimea por parte de Rusia con el pretexto del referéndum separatista, persiste un litigio fronterizo entre ambos países y con las fuerzas prorrusas separatistas en Donetsk y Lugansk hay más de 409.3 kilómetros de la frontera estatal que Ucrania no administra.

Pero esto va más allá del tema de la seguridad. Raúl González, analista internacional, señala que este conflicto puede evaluarse desde distintos puntos de vista: económico, militar, político e incluso geográfico.

“Es cierto que Rusia aprovecha un momento especialmente sensible después de que el eje de las operaciones —sobre todo de Estados Unidos y sus alianzas— tiende a fijarse en otro punto del planeta como es el Indo-Pacífico, con un conflicto económico y de intereses. Rusia llevaba ya desde hacía tiempo reclamando lo que la Alemania nazi llamaba El Lebensraum, esto es, el espacio vital”, comentó el experto en España del Instituto para el Desarrollo de la Inteligencia en el Combate del Terrorismo, Seguridad y Defensa (IDITESDE).

—¿De qué trata?

—De crear una zona de influencia en la que también, desde luego, está el tema económico y además darles una seguridad. Europa llevaba ya muchos años de paz, quizás una paz ficticia; pero ahora se aprovecha este momento que parece que Europa está adormilada y surge con el pretexto de la seguridad. Rusia realmente quiere tener influencia en una serie de países que además le convienen económicamente.

Una nueva zona de influencia permitiría a Rusia dominar una parte neurálgica para el comercio internacional controlando la salida hacia varios puertos importantes no solo con la anexión de Crimea en 2014.

De darse el conflicto armado con Ucrania, Putin ya sabe de antemano que tanto la OTAN como EU le impondrán severas sanciones comerciales, financieras y una serie de vetos como excluir al país del sistema de pagos SWIFT; la forma en que Rusia podría contraatacar sería subiendo el precio del gas y cortando su suministro hacia Europa lo que, en consecuencia, encarecería todavía más el precio de varias materias primas y terminaría traduciéndose en más inflación.

Arista político-militar

Ya hay quien a la situación actual le ve cierto tufillo conocido. Para Ingrida Simonyte, primera ministra de Lituania, este es un momento “de 1938 para nuestra generación” y sabemos bien que la neutralidad ayuda al opresor pero nunca a la víctima.

Para ella hay toda una declaración de intenciones político-militares que ponen en riesgo el panorama de los Estados bálticos y de Europa del Este si las tropas rusas acumuladas en la frontera con Ucrania comienzan a integrarse con las tropas bielorrusas.

A Simonyte le inquieta: “Se trata de 30 mil soldados desplazados que permanecerán allí hasta el 20 de febrero, lo que sumado a los miles de soldados rusos cerca de la frontera ucraniana significa una movilización de efectivos altamente preocupante”.

Tampoco la OTAN se queda de brazos cruzados ni EU. Si bien han dicho que no pelearán contra los rusos por defender a Ucrania, en los últimos días la Alianza desplaza efectivos hacia la zona eje de las tensiones.

Por ejemplo, Alemania desplazó hasta Lituania un grupo de 350 soldados que se unirán a los 500 ya destinados previamente; o bien España con su disponibilidad de ayudar a la Alianza ha enviado soldados, acorazados y aviones potentes como el Eurofighter. La misión de su fragata Blas de Lezo consiste en patrullar el Mediterráneo y el Mar Negro.

Joe Biden quiere a su vez disuadir a Rusia de cualquier intento de apropiación de Ucrania y si bien ya destinó a tres mil soldados norteamericanos hacia países como Polonia, en sus últimas declaraciones el mandatario estadunidense señaló que está dispuesto a enviar ocho mil 500 soldados a la zona colindante con Ucrania.

Hay un despliegue de potente armamento e infraestructura militar: EU envió hacia el Adriático al portaaviones USS Harry S. Truman, que aloja 90 F/A-18 capaces de sobrevolar Europa en minutos.

“Mientras actúe agresivamente (Putin), nos aseguraremos de tranquilizar a nuestros aliados de la OTAN y a Europa del Este de que estamos allí y que el artículo V es una obligación sagrada”, en palabras recientes de Biden.

Para estar en pláticas y bajo la postura de que nadie quiere dar el primer tiro hay mucho movimiento de tropas que peligrosamente van concentrándose en Europa oriental. Mientras Rusia ha hecho gala de sus baterías de misiles antiaéreos S-400 y cazas Su-35, barcos con nueva tecnología y carros de combate.

Ucrania tampoco ha querido ser menos ante el desafío. Precisamente el 8 de febrero que arribó Macron a Kiev, Oleksii Reznikov, ministro de Defensa, anunció sus propios ejercicios militares hasta el 20 de febrero.

El Elíseo aseguró que Putin se comprometió a retirar sus 30 mil soldados de Bielorrusia una vez concluyan los ejercicios militares programados entre el 9 y el 20 de febrero.

“Nadie ha dicho nunca que las tropas rusas permanecerían en Bielorrusia. Esto nunca ha sido discutido. El Estado de la Unión realiza ahora un ejercicio militar y, una vez completado, las fuerzas volverán a sus bases”, remarcó Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin.

Y luego está el gas

El gas ruso llega a la mayoría de los hogares, comercios e industrias no solo de Alemania, sino también de otros países europeos. España es si acaso una de las pocas excepciones al no depender casi totalmente del gas ruso porque tiene una cesta energética más diversificada con Argelia, Qatar, EU, Trinidad y Tobago y Rusia.

Las tuberías del Nord Stream, también conocido como Gasoducto Ruso-Alemán, tienen una capacidad anual de suministro de 55 mil millones de metros cúbicos de gas; el primer ramal opera desde noviembre de 2011. Para Europa significa gas barato.

A su vez el Nord Stream 2 está parado, sin licencia. Biden intentó sancionar a todas las empresas participantes de su construcción, algo de lo que desistió tras reunirse el año pasado con la todavía canciller de Alemania, Angela Merkel. Sin embargo, las tornas pueden cambiar.

Y mientras Macron dialogaba con Putin en Moscú, en Washington lo hacía el canciller germano Olaf Scholz con Biden; se reunieron para hablar de sanciones contra Rusia.

Biden amenazó con cerrar el Nord Stream 2 aunque ese gasoducto pasa por la soberanía alemana. De hecho, el propio Zelenski quiere que ya se le impongan nuevas sanciones férreas a Rusia y se cancele la certificación del nuevo gasoducto que, por el momento, han detenido las autoridades alemanas.

También aquí juegan intereses estratégicos en lo monetario: Biden quiere que sus aliados europeos muestren su fidelidad dejando de comprar gas ruso y optando por el gas norteamericano, que es más caro y demora más tiempo en llegar porque hay que transportarlo; y Ucrania también quiere abortar el Nord Stream 2 porque no le dejará beneficios: cerca de 4% del PIB ucraniano es aportado por cuotas de tránsito.

A diferencia de los otros gasoductos rusos que pasan por Bielorrusia y Ucrania y que dejan dinero en dichos territorios por derechos de tránsito, el nuevo gasoducto de mil 230 kilómetros va desde Rusia por el Mar Báltico hasta llegar a Alemania y no tiene que pasar por Ucrania.

Con un ataque a Ucrania, Putin sabe que no sería concedida la licencia del Nord Stream 2 y Rusia necesita esos ingresos anuales: 37% del gas importado por la UE es ruso y Rusia exporta 85% de sus reservas de gas a la UE. Se trata del mayor poseedor de las reservas de gas del mundo, así es que una guerra es la peor estrategia para Putin.

Putin busca abrigo en su amigo Xi

No se habían visto en persona desde que inició la pandemia hace casi dos años, pero el pretexto de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing permitió que otra vez se vean a la cara Vladimir Putin y su contraparte china, Xi Jinping.

Más que un aliado o un socio comercial Xi es para Putin un amigo cercano, unidos además por tener enfrente al mismo adversario con el que cada vez rivalizan más: Estados Unidos.

En su encuentro del 4 de febrero ambos mandatarios hicieron un llamado conjunto para que la OTAN detenga sus ímpetus expansionistas poniendo en riesgo la seguridad de Rusia.

De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores de China los dos líderes sostuvieron un intercambio de puntos de vista profundo y exhaustivo sobre las relaciones entre China y Rusia, así como una serie de cuestiones importantes relacionadas con la seguridad y la estabilidad estratégicas internacionales.

En dicho marco, Xi afirmó que hay ciertos Estados, alianzas y coaliciones militares y políticas que buscan obtener, directa o indirectamente, ventajas militares unilaterales en detrimento de la seguridad de otros. Así es que aprovechó la ocasión para brindar su apoyo a Putin en la demanda por una nueva seguridad regional que ha realizado tanto a EU como a la OTAN, mientras que Putin devolvió el gesto de apoyo señalando que Taiwán pertenece a China.

“China y Rusia están comprometidas a profundizar la coordinación estratégica consecutiva y a defender la equidad y la justicia internacional de lado a lado. Esta es una elección estratégica que tendrá un impacto de gran alcance tanto en China como en Rusia y en el mundo en general”, señaló Xi Jinping.

En una señal de la profundización de esos lazos, la compañía petrolera estatal rusa Rosneft anunció que proporcionaría 100 millones de toneladas de petróleo a China durante la próxima década.

Las empresas también firmaron un memorando de cooperación en aras de rebajar las emisiones de carbono, incluida la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y el desarrollo de tecnologías de captura de carbono; por el lado del gas, Rusia y China cerraron un acuerdo para el suministro anual de diez mil millones de metros cúbicos de gas ruso.