PUGNA POR UN PASAPORTE SANITARIO

La OMS se opone

Claudia Luna Palencia
Internacional
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JUSTIN TALLIS/AFP

A punto de cumplirse un año desde que se declaró la tragedia sanitaria global debido a la pandemia de Covid-19, la situación de la producción y el reparto de vacunas nuevamente pone en el centro de la diana la falta de solidaridad y el egoísmo que han estado presentes a lo largo de esta intensa guerra biológica que ya cobra la vida de dos millones y medio de personas.

El escenario de las inmunizaciones antiCovid tampoco es diferente, con Israel y Reino Unido preparándose para convertirse en los dos primeros países del orbe en vacunar a más de 70% de su población antes del próximo verano.

Mientras, al cierre de febrero, más de la mitad de los países del mundo no ha inyectado ni un solo suero de los ya aprobados de Pfizer y BioNTech, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson, SinoVac, CanSino Biologics y Sputnik V.

Con las dosis cayendo a cuentagotas bajo la hipérbole de la demografía y el ritmo de producción de las farmacéuticas, salvar la bolsa y la vida al mismo tiempo dependerá de una serie de factores y de cómo se gestionará la salida de la pandemia.

Lo inadmisible en este proceso es que las vacunas lleguen solo a un puñado de países y el resto se queden esperando, puntualizó Carissa Etienne, directora general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en su tradicional conferencia de prensa ante los medios de comunicación internacionales.

“Tampoco la vacuna por sí misma terminará con todo el problema: habrá que seguir haciendo pruebas de detección, de antígenos y ciertos controles; no se trata de relajarlo todo inmediatamente, porque sigue habiendo interrogantes acerca del comportamiento del propio virus”, abundó.

Salvoconducto

Las primeras naciones que van teniendo la vacuna comienzan a perfilar una serie de medidas, tanto internas como externas, en el renglón del turismo internacional y que pasan por instrumentar una especie de pasaporte sanitario, cartilla verde, cartilla de salud digital o certificado de salud o de vacunación.

¿Para qué servirá dicho salvoconducto? La intención fundamental es permitir una vuelta a la normalidad —dentro de la “anormalidad”— a aquellas personas que ya recibieron la vacuna antiCovid (sea en formato de una sola dosis o bien los dos viales necesarios) o que han pasado el contagio.

Israel presentó la semana pasada una tarjeta verde digital que podrá descargarse mediante una aplicación y a la que tendrán acceso aquellas personas inmunizadas totalmente.

El gobierno del premier Benjamin Netanyahu considera que así se facilitará el desconfinamiento de los vacunados porque podrán identificarse para acceder a gimnasios, centros de ocio, culturales, volver a espectáculos, a salas de cine y a otras actividades masivas; inclusive hospedarse en hoteles dentro de otra región al interior del país, hasta ahora vedados por el contagio del coronavirus.

Cerca de 50% de la población en Israel ya está inmunizada. Poco se sabe cómo ha avanzado el proceso en colectivos de árabes y palestinos que tienen presencia demográfica en la llamada tierra prometida.

“Este es el primer paso para volver a una vida casi normal. Esta especie de pasaporte lo tendrán quienes lleven una semana vacunados contra el coronavirus, así como las personas que pasaron el virus, se han recuperado y en estos momentos no serán vacunados”, explicó el ministro de Sanidad israelí, Yuli Edelstein.

Añadió que no se “obligará a nadie” a vacunarse porque la gente está en su derecho de no hacerlo; tampoco habrá sanciones; sin embargo sin la vacuna se ve difícil el acceso a ciertos espacios públicos.

De hecho Edelstein vaticinó que los empresarios querrán entornos laborales seguros con sus empleados todos vacunados y para quien no lo esté podría exigírsele una PCR negativa cada 48 horas.

“Cualquiera que intente falsificar un pasaporte verde sufrirá cargos penales e irá a la cárcel. Esto no es un juego de niños. Somos privilegiados en ser los primeros en tener a la población vacunada; aquella persona que imprima un certificado aunque no haya sido vacunada acabará siendo descubierta”, advirtió el funcionario.

Desde el 7 de marzo Israel volverá a las aulas; y las sinagogas, así como la hostelería, serán reabiertas. Hasta ahora se desconocen cuáles serán las consecuencias sociales, económicas, éticas y morales del primer certificado de salud antiCovid que se aplica en el mundo y que, según el gobierno israelí, tendrá una vigencia por seis meses.

En Reino Unido, en tanto, Boris Johnson lleva días lanzando las campanas al vuelo aventurando una vuelta a la normalidad que permitirá “tener un verano sin restricciones”, sobre todo para la gente inmunizada.

También el primer ministro británico prepara junto con su gabinete un pasaporte sanitario que los empresarios podrán demandar para sus empleados como una condición para conservar su empleo.

Muchas empresas alistan sus propias aplicaciones (Apps), sobre todo dirigidas a abrir corredores turísticos seguros, comenzando por los medios de transporte, los hoteles, la hostelería y el ocio.

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) diseña una App gratuita denominada Travel Pass; cada aerolínea será libre o no de suscribirse y de exigir a sus clientes que estén vacunados o bien lleven una PCR negativa.

Ya British Airways utiliza su pasaporte sanitario y muy seguramente otras compañías europeas secundarán la idea para crear un entorno de seguridad y de confianza para los viajeros.

Desescalada

Por su lado Reino Unido anunció que dará por finalizadas sus restricciones el próximo 21 de junio y a partir de entonces habrá que ir demostrando que se está vacunado para llevar una vida lo más normal posible.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que este año todavía un cúmulo de naciones continuarán con severas restricciones, tanto para sus ciudadanos como para la gente foránea; y que será hasta el verano de 2022 cuando en verdad sucederá una relajación de las medidas.

Esta nueva normalidad pasará por incluir el uso de la mascarilla en el día a día, además con la duda de si habrá que adaptar año con año la vacuna antiCovid, como sucede con la gripe estacional.

Los viajeros y el turismo presentan enigmas sobre cómo cada nación decidirá gestionarlos. Loable sería que la OMS y la Organización Mundial del Turismo lograsen un acuerdo para un marco común de actuación; al menos una directriz que los países pudiesen seguir sin que se corra el riesgo de discriminar o bien de abusar.

Y es que un pasaporte sanitario para crear corredores turísticos seguros puede dejar atrás a muchos países sumidos en la debacle porque su ritmo de vacunación sea lento o escaso.

Que surjan especies de guetos inmunizados a la larga dejaría consecuencias funestas: en el mundo habría muchas naciones con varias velocidades en su recuperación económica y los más pobres saldrían todavía peor parados de lo que ya estaban antes de la pandemia.

La propia OMS pide que no se ignoren estas consideraciones. Y mientras los hoteleros hablan de un certificado antiCovid, los establecimientos lo hacen de una norma free Covid y las aerolíneas de un vuelo safe Covid.

Por lo pronto las autoridades sanitarias británicas impusieron para los viajeros foráneos no solo una PCR negativa sino que sufraguen de su propio bolsillo una estancia (en alguno de los hoteles cercanos a los aeropuertos) para permanecer confinados siete días por un costo de mil euros más los alimentos. Superado ese trance y al quedar demostrado que no están contagiados de SARS-CoV-2 podrán entonces iniciar el motivo de su visita.

Con el porvenir en manos de las farmacéuticas poner toda la cesta en las vacunas podría ser un error: el titular de la OMS, Tedros Adhanom, señala insistentemente que falta evidencia científica para determinar si la persona vacunada que adquiere anticuerpos que le protejan frente al virus también deja de infectar a otras personas.

Preocupante discriminación

En opinión de Jarbas Barbosa, subdirector de la OPS, hay que tener mucho cuidado con un objetivo como ese (el pasaporte sanitario); lo más importante ahora es garantizar que se cumplan los planes de vacunación con los grupos prioritarios y después ampliarlos hasta alcanzar el mínimo de 70 por ciento.

“Deben considerarse todos los aspectos, sobre todo éticos, de no tener una tarjeta en el caso de las personas que necesiten trabajar y no la tengan porque les falte la vacuna. Hay que recordar que el reglamento internacional establece de manera muy clara cuál es la única vacuna que se puede exigir a nivel país, y es la vacuna contra la fiebre amarilla”, recordó Barbosa.

En voz del directivo, y a pregunta expresa de Vértigo, tampoco pueden obviarse los aspectos técnicos para la implementación de una tarjeta sanitaria en varias naciones.

Pero no todo podría quedarse únicamente en el renglón de demostrar que se ha pasado por la profilaxis de emergencia antiCovid: también van dándose movimientos jurídicos y legales para forzar a la población a vacunarse.

En Galicia, al norte de España, el Parlamento aprobó una reforma a la Ley de Salud que obligará a la población a vacunarse contra el coronavirus y de negarse habría sanciones económicas desde mil hasta 60 mil euros.

Las modificaciones también incluyen las restricciones a la circulación, al movimiento de las personas, los cierres perimetrales; disolver el derecho de reunión y hasta limitar el número de personas a congregarse, así como la prohibición de botellones en las vías públicas y facultar la intervención sanitaria en las residencias de mayores.

Para el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular, no se excederán en el uso de la citada ley pero sí permitirán que la gente se tome muy en serio vacunarse, algo que para los grupos de oposición es una transgresión a las libertades civiles y al derecho público.

Preguntado respecto de esta controvertida reforma en Galicia, Barbosa expresó en nombre de la OPS-OMS que cada país conoce bien su realidad y sus leyes. “La vacuna tiene dos roles muy importantes: primero, es la protección individual: simplemente las personas vacunadas van a poder seguir trabajando en los hospitales de emergencia y en las terapias intensivas, los adultos mayores y personas con enfermedades crónicas que tomen la vacuna van a estar protegidas contra las formas graves y las muertes por Covid; pero, en segundo lugar, también tiene un rol colectivo que surge en la medida que va ampliándose la cobertura”, insistió.

De la imposición de una vacuna Barbosa reiteró que más que una “obligación” la vacuna contra el SARS-CoV-2 es un derecho para la protección de las propias personas, de sus familias y de sus comunidades.

Evitar la discriminación

En entrevista con Vértigo, Adolfo Favieres, embajador para España y América Latina del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), dice que en el organismo “no somos muy partidarios de un pasaporte sanitario” por considerar que sería una medida excluyente.

“Si el pasaporte es como tal: un pasaporte, entonces si no lo tienes no puedes viajar. Es decir: si no te han vacunado no puedes viajar; por tanto, la mayor parte de la humanidad no podría viajar. Esto es excluir. Es una medida excluyente y no inclusiva. Por eso no estoy a favor”, comenta.

Favieres puntualiza que quizás exista alguna distorsión de una idea, porque lo que sí sería muy conveniente establecer es un health pass, un pase de salud en el que consten todos los datos personales e incluso si se han puesto la vacuna o si han enfermado por coronavirus; si la persona se ha hecho pruebas serológicas o de antígenos, o bien todas las pruebas relativas al coronavirus.

“Lo que ocurre aquí muy desde el principio de la pandemia, y todavía un año después seguimos en ello, es que hace falta solidaridad pero también un marco internacional de movilidad que sea universalmente aceptado. Por ejemplo, cada país tiene sus propias medidas restrictivas diferentes y es imprescindible que haya un marco internacional de movilidad en esta pandemia”, explica el destacado empresario español.

A la pregunta de si hay forma de tener corredores turísticos seguros, Favieres se manifiesta igualmente contrario a dicha idea: “En su momento se hicieron en la primera ola cuando se sabía muy poco del virus. Para mí esto ya quedó fuera de moda: no podemos hacer de nuevo rutas excluyentes; más bien tiene que abrirse todo”.

División en la UE

Como en casi todos los temas, la Unión Europea tampoco se pone de acuerdo en torno de la posibilidad de implementar un pasaporte sanitario o un pase de salud antiCovid.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ve con buenos ojos este tipo de carnet entre la población que vaya siendo vacunada y aquella que haya pasado el contagio.

Sin embargo no hay consenso al interior del club de los 27 países integrantes, porque tanto Alemania como Bélgica y Francia se oponen por considerarlo excluyente y discriminatorio ya que vulneraría libertades fundamentales y podría profundizar brechas, sobre todo, en el mercado laboral.

Otros países como Grecia, Polonia, Suecia, Dinamarca, Finlandia y España lo ven favorable; si bien Italia esgrime que va en contra de la propia Constitución.

Para Arancha González Laya, ministra de Exteriores de España, un documento de esta especie es un “elemento muy importante” para garantizar el regreso a la movilidad con seguridad y todo apunta que será inevitable.

Hasta el momento ni niños, ni adolescentes, ni personas embarazadas ni con algunas patologías previas como alergias o asma reciben la vacuna contra el coronavirus. Lo que se sabe es que en Israel han vacunado a la población a partir de los 16 años.