ESPAÑA VIVE UNA AGUDA Y AMENAZANTE CRISIS DE NATALIDAD

“La gente es más pesimista hacia un futuro estable, en paz y sin problemas”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
CRISIS DE NATALIDAD ESPAÑA

Es la tónica de muchos países europeos, que tendrán una gran masa de población envejecida, pero con escasos nacimientos.

En España los nacimientos son casi un acontecimiento. En los parques infantiles es más fácil ver a personas acompañadas por sus perros que con carritos de bebés o pequeñines en los columpios. En 2023 solo hubo 322 mil 75 nacimientos: es la cifra más baja desde 1941.

Los jóvenes en edad reproductiva se plantean no tener familia a pesar de las reformas implementadas desde hace tiempo en España para tratar de incentivar que la tasa de natalidad, que ya venía acusando una problemática generacional en los últimos 20 años, no terminase desplomándose.

Muy poco han servido los incentivos por parte del gobierno y sus políticas públicas para animar a las personas a procrear. Hay prestaciones por maternidad y paternidad; ayudas por nacimiento y por cuidado del menor; subvenciones para familias numerosas, monoparentales o con discapacidad con ingresos bajos.

También una prestación económica por parto o adopción múltiple; ayuda familiar por hijo o menor acogido con discapacidad; una bonificación de las cuotas para contratar a un cuidador familiar; ayuda de 100 euros para madres trabajadoras (deducción por maternidad); deducción por familia numerosa; prestaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y prestaciones por maternidad y paternidad.

La realidad es que nada de esto sirve como aliciente. El Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que el año pasado hubo seis mil 629 nacimientos menos respecto de 2022. Y la tendencia sigue siendo decreciente.

“En 2013 se registraron 424 mil 440 nacimientos; para 2014 los nacimientos aumentaron 5% y desde entonces, año con año, han caído progresivamente”, de acuerdo con el organismo público español.

La baja natalidad en España sigue además la tónica de muchos países europeos que tendrán una gran masa de población envejecida, pero con escasos nacimientos.

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte que para 2100 “ocho de cada diez personas vivirán en Asia y África”, mientras que en Europa solo residirá “5.6% de la población mundial”.

Bajo este ritmo de baja natalidad y amplio envejecimiento la ONU estima que España pasará de tener 47 millones de habitantes a 30 millones al final del siglo, lo que significará perder 35% de su población.

“España tiene la tasa de natalidad más baja de la Unión Europea (UE) y sigue por debajo de la media europea, que es de 9.3 nacimientos por cada mil habitantes”, de acuerdo con el organismo internacional.

En general, los jóvenes españoles se lo piensan varias veces no solo para casarse sino también para procrear; y es la economía y la inestabilidad laboral, con trabajos precarios y mal pagados, el principal motivo para decidir no tener hijos.

Además, están los elevados precios de los bienes inmobiliarios, tanto para alquilar como para comprar a través de una hipoteca.

El último informe del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud señala que solo 16.3% de los jóvenes está emancipado en España, lo que supone “la mitad del porcentaje medio” de la UE.

“Las personas menores de 30 años tienen que destinar 100% de su sueldo y además poner otros 76 euros adicionales solo en concepto de alquiler y de suministros si quieren vivir solas”, según dicho informe.

Esto significa que solo siete millones de jóvenes en todo el país pueden vivir de forma independiente, frente a 31.9% de la UE. Por los altos costos de la vivienda, muchos jóvenes viven con sus padres hasta bien entrados los 30 años.

La incertidumbre laboral es otro de los factores: no hay una estabilidad como antaño; la movilidad en prácticamente todos los sectores es una constante, salvo que una persona logre convertirse en funcionario del Estado y entonces acepte vivir con un salario por encima del mínimo.

Hay toda una complejidad en la que también influye la percepción de que todo empeora a causa del cambio climático y el mundo es más inseguro sobre todo a raíz de la pandemia y la invasión de las tropas rusas en Ucrania.

La gente es más pesimista hacia un futuro estable, en paz y sin problemas.

Sociedad envejecida

Alejandro Macarrón Larumbe, fundador de la Fundación Renacimiento Demográfico, dice a Vértigo que la baja natalidad en España tiene un efecto muy claro de envejecimiento de la sociedad; y esa proporción entre gente mayor y muy mayor respecto de niños y jóvenes tiene efectos en la fuerza laboral.

“La fuerza laboral en España, la población que trabaja, tiene una edad media cada vez mayor y eso no es ideal para la productividad. La productividad de las personas a partir de cierta edad decae; cuando eres joven y empiezas a trabajar y a aprender cómo se trabaja, simplemente se hace mejor, tienes ilusión y ambición de ir hacia arriba. La productividad es la clave de la riqueza y entonces tiende a crecer”, explica uno de los expertos en demografía más respetados en España.

Después está la otra cara de la moneda, la del estancamiento, que Macarrón Larumbe aborda de la siguiente manera: “La productividad de la mayoría de la gente se estanca a partir de los 45 a 50 años y tiende a decrecer; eso en sí como tal es malo para la economía, para la riqueza y también para el consumo”.

A decir del experto, en una sociedad envejecida se consume menos; hay menos demanda de casas y, por tanto, de hipotecas; la demanda también tiende a decaer y luego a la larga esto tiene un efecto en las pensiones, porque la proporción entre activos y jubilados se deteriora cada vez más.

Recientemente, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, indicó que la capital de España debería prepararse para crecer en un millón de habitantes más en los próximos años, sobre todo atendiendo a los flujos de inmigrantes.

España, en su conjunto, tiene una población de 48 millones 592 mil 909 habitantes, de los que más de seis millones son inmigrantes; el país ibérico tiene una amplia tradición de acogida de flujos migratorios. En Madrid, de acuerdo con datos de 2023, viven tres millones 332 mil 35 habitantes y con el área metropolitana tiene cinco millones 30 mil 132 habitantes. La población extranjera de la comunidad de Madrid ya superó el millón de inmigrantes.

¿Son los inmigrantes la solución a la baja natalidad presente en España? Macarrón Larumbe cree que solo “suavizan” parte del envejecimiento de la población, pero no han frenado sus consecuencias.

“En España la edad media de la población ha seguido creciendo y los inmigrantes, algunos, llegan con niños; otros rondan la mediana edad y también envejecen y se convierten en jubilados en el mediano y largo plazo”, explica.

Y luego está el impacto económico derivado de la cualificación que Macarrón Larumbe pone sobre la mesa: “La población inmigrante que tenemos, en su mayoría, claro con sus excepciones, no tiene mucha cualificación laboral; es una cualificación media baja; y eso, en impuestos y en ingresos fiscales, no añade muchos aportes al Estado”.

También sucede que España atrae a gente que busca el Estado de Bienestar y está dándose un fenómeno en el que hay inmigrantes y españoles desempleados que en su conjunto tienen un costo financiero y presupuestario porque demandan ayudas y subsidios. “La inmigración no es una solución”.

De esta relación entre renta e impuestos Macarrón refiere un artículo elaborado por Jesús Fernández-Villaverde en el que analiza cómo en los países desarrollados aquel 10% que más renta tiene aporta los impuestos con los que se paga el Estado de Bienestar que beneficia a 60% inferior.

“La inmigración que traemos es sobre todo ese 60% de media con todas las excepciones. La baja natalidad persistente que tenemos no va a resolverse con la inmigración; el problema es que se ha acumulado esa caída en la natalidad; las perspectivas del futuro demográfico son cada vez peores, lamentablemente, porque cada año nacerán menos niños”, afirma.

En 2023, por comunidades autónomas, el número de nacimientos solo aumentó en la de Madrid (2.7%) y en Extremadura (0.6%). En cambio, los mayores descensos se registraron en las ciudades autónomas de Melilla (-19.4%), Ceuta (-11.8%) y Castilla-La Mancha (-10.5%).

Mundo con menos nacimientos

El artículo al que hace alusión Macarrón Larumbe fue escrito por el economista Jesús Fernández-Villaverde y publicado en el periódico Cinco Días tras darse a conocer la caída estrepitosa de los nacimientos en España.

Fernández-Villaverde reflexiona que 2023 fue “un año único en la historia de la humanidad” porque por primera vez como especie los seres humanos “ya no nos reemplazamos”: la fecundidad de la humanidad ha caído por debajo del nivel necesario para mantener la población constante en el largo plazo.

“No me refiero a la fecundidad en las economías avanzadas, sino a la de todos los seres humanos, incluyendo África y el mundo musulmán, dos regiones donde la fecundidad todavía sigue siendo relativamente alta. El declive demográfico de la humanidad ha comenzado. Este hito excepcional en nuestra historia colectiva requiere cierta explicación”, de acuerdo con el economista español.

En su artículo, Fernández-Villaverde esgrime que los datos de la ONU sobre fecundidad están inflados y aborda el caso de China, país para el que Naciones Unidas predijo 10.66 millones de nacimientos el año pasado, pero la Oficina Nacional de Estadística china reconoció 9.02 millones de nacimientos (aunque la cifra real estaría más cercana a 8.5 millones) muy a pesar de los incentivos del gobierno para que sucedan más nacimientos.

“No es China el único caso. Comprobando uno a uno todos los países para los que he encontrado datos nacionales, los nacimientos que predice la ONU son más altos por un factor significativo: ajustando la tasa de fecundidad mundial para que refleje unos datos de nacimientos más exactos, en 2023 habremos estado aproximadamente en 2.2. Es decir, por debajo de la tasa de reemplazo de 2.22. Como explicaba antes, esto no había pasado nunca, ni durante las guerras mundiales ni en epidemias masivas”, apunta Fernández-Villaverde.

Ante la cuestión de por qué sigue creciendo la población mundial, en su análisis el economista español lo adjudica a la inercia de las generaciones pasadas: “Hay muchas mujeres a nivel mundial en edad fértil y aunque de media no tengan suficientes hijas para reemplazarlas en la próxima generación, la población sigue creciendo durante unos años. Un ejemplo ilustra esta inercia. Imagínese dos parejas: los Sánchez y los García. Los Sánchez tienen dos hijos y los García dos hijas. Y, por causalidad, los dos hijos Sánchez se casan con las dos hijas García. Las dos nuevas felices parejas solo tienen un hijo cada una. Como los abuelos todavía no se han muerto, la población Sánchez-García ha crecido de ocho (los cuatro abuelos y los cuatro hijos) a diez (los cuatro abuelos, los cuatro hijos y los dos nietos). Pero los Sánchez-García no se están reemplazando: cuando se mueran los abuelos, la población Sánchez-García bajará a seis”, afirma.

Para Fernández-Villaverde esto es precisamente lo que pasa con el planeta ahora mismo y es tan simple de entender como que los abuelos siguen vivos y son más numerosos que los nietos. “De manera más rigurosa: la tasa bruta de natalidad del planeta, que son los nacimientos que tenemos en un año, anda en 16 por mil (16 nacimientos por cada mil habitantes del planeta), pero la tasa bruta de mortalidad anda en 7.5 por mil (7.5 defunciones por cada mil habitantes del planeta), con un crecimiento de 8.5 por mil”, señala.

En el futuro próximo la tasa bruta de natalidad irá reduciéndose de manera estrepitosa, pero la tasa de mortalidad subirá de manera importante porque habrá mucha población envejecida.

Cambio de paradigma

El Foro Económico Mundial señala que la pandemia de SARS-CoV-2 tuvo un especial impacto en la caída de la natalidad a nivel mundial, convirtiéndose en un parteaguas.

Por ejemplo, señala en especial a China, que a pesar de que el gobierno revirtió la política de solo dos hijos por pareja y la extendió a un tercer hijo, no ha logrado frenar que cada año esté perdiendo aproximadamente a 400 mil personas. Con esta tendencia el país asiático llegará a 2100 perdiendo entre 600 a 700 millones de personas de su población.

Tampoco se libra Estados Unidos, cuya tasa de natalidad ha disminuido durante seis años consecutivos y se encuentra muy por debajo de la tasa de reemplazo. La de EU es de 1.6 y la de China es de 1.3; y para que un país reemplace naturalmente a su población su tasa de natalidad debe ser al menos de 2.1.

No se libran Japón (1.3), Rusia (1.6), Brasil (1.8) o Bangladesh (1.7): todos están por debajo de la tasa de reemplazo. Solo se observa esta dinámica de reemplazo en Níger, con 46.3 nacimientos por cada mil habitantes; en Chad, con 42.4 nacimientos por cada mil habitantes; y en Somalia, con 41.9.

¿Por qué es importante la disminución de la población? Menos personas son buenas para el clima, pero las consecuencias económicas son graves. En la década de 1960 había seis personas en edad de trabajar por cada persona jubilada. Hoy la proporción es de tres a uno. Para 2035 será de dos a uno.

El Foro Económico Mundial se plantea ya un grave desequilibrio en las cuentas públicas y en las finanzas. Menos compradores, menos consumidores, menos trabajadores, son menos impuestos. ¿Quién pagará la subsistencia de una amplia masa de población envejecida que demandará jubilación, asistencia médica, cuidados y residencias de ancianos? Se acerca un cambio de paradigma poblacional con amplio impacto económico y financiero.