EL G7 ANTE UN MUNDO A VARIAS VELOCIDADES

“Empeora el nivel de confrontación entre el G7 y Rusia”.

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Internacional
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El de 2013 fue el último cónclave del Grupo de los Siete (G7) al que Rusia asistió representada por Vladimir Putin. Y es que al año siguiente aconteció la anexión rusa de la península de Crimea, territorio de Ucrania, y los siete países miembros —Estados Unidos, Francia, Italia, Canadá, Japón, Reino Unido y Alemania— más la Unión Europea (UE) decidieron vetar definitivamente a Rusia de las futuras reuniones.

A diez años de distancia el nivel de confrontación entre los miembros del G7 y Rusia ha empeorado con la invasión de las tropas rusas a Ucrania el 24 de febrero de 2022. Y mientras Putin solo va cosechando más y nuevas sanciones contra Rusia, a nivel internacional crece de forma importante la figura de Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania.

Ha sido la valiente actitud de Zelenski la que ha evitado que el Kremlin se salga con la suya ante el asedio bélico perpetrado, muy a pesar de las amenazas nucleares que no en pocas ocasiones han sido ventiladas desde Moscú.

Esos amagos nucleares han inspirado al G7, más la UE, para llevar a cabo en Hiroshima su más reciente reunión del 19 al 21 de mayo, bajo estrictas normas de seguridad en territorio nipón. En los últimos dos años Japón ha vivido sendos atentados que terminaron con la vida del exprimer ministro Shinzo Abe en julio pasado y que incluyen el ataque bomba contra el actual primer ministro, Fumio Kishida, el 15 de abril de este año, del que por suerte salió ileso.

Hiroshima fue el escenario en que los siete líderes de las potencias que representan casi 60% del PIB mundial volvieron a hablar sobre la necesidad de vivir en un mundo en paz, así como de las amenazas rusas y chinas como factores desestabilizadores para Occidente.

En esa ciudad Zelenski logró sellar con los dignatarios presentes más apoyo en armas y, fundamentalmente, los aviones militares que lleva meses pidiendo, sobre todo los cazas F-16.

Tanto la historia de Hiroshima como de Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial ha quedado grabada en la memoria histórica colectiva, con las dos bombas nucleares arrojadas por el ejército estadunidense entre el 6 y el 9 de agosto de 1945 por órdenes del presidente norteamericano, Harry S. Truman, y que propiciaron la rendición de Japón.

La bomba Little Boy lanzada sobre Hiroshima era de uranio-235 y la Fat Man, en Nagasaki, contenía plutonio.

Hasta la fecha EU es el único país en utilizar un arma nuclear en un conflicto bélico. Con la invasión de Rusia a Ucrania, tanto la UE como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) barajaron la posibilidad de que Putin y sus asesores militares tengan en mente el escenario de una detonación nuclear, ya sea un arma táctica o bien estratégica.

Países como China, India, Turquía, Brasil y hasta el Vaticano piden una solución pacífica y también se suman las voces europeas y de la Unión Americana, que advierten de los riesgos de desatar un conflicto nuclear.

Aunque la realidad sobre el horizonte inmediato es que no hay indicios vinculantes de pláticas a favor de una negociación para la paz o un alto al fuego entre ucranianos y rusos.

El propio presidente Zelenski afirma que sus tropas preparan la contraofensiva para liberar a las ciudades ocupadas a la fuerza por los rusos, ubicadas a lo largo de la franja de las regiones del Donetsk y Lugansk, y otras como Jersón y Zaporiyia, importantes rutas hacia la salida al Mar Negro.

Soporte militar

En Hiroshima, el presidente Joe Biden anunció más apoyo de su país para Ucrania: “Estados Unidos continuará respaldando decisivamente a Ucrania; para ello aportaremos 375 millones de dólares en artillería, municiones y otras armas”.

A nivel internacional el ambiente sigue siendo de guerra y las pláticas entre los líderes de las potencias continúan enfocadas en dar más soporte militar al gobierno de Kiev para resistir los combates.

A medida que la invasión evoluciona hacia una guerra de largo plazo, el papel de liderazgo de Zelenski crece y el de Putin mengua cada vez más acorralado. Recientemente Sudáfrica, un país que Moscú considera aliado y al que inclusive la Casa Blanca acusa de venderle armas a Putin para seguir alimentando la invasión, admitió que al ser miembro de la Corte Penal Internacional (CPI) estaría obligado a detener a Putin en caso de que asista a la Cumbre de los BRICS del próximo mes de agosto en Pretoria.

El 21 de marzo pasado la CPI dictó una orden de aprehensión contra Putin y Maria Lvova-Belova, comisaria de los Derechos de la Infancia de la Oficina de la Presidencia rusa, acusados por el crimen de guerra de traslado forzoso de niños ucranianos hacia territorio ruso.

“Si Putin y Lvova-Belova salen de Rusia los Estados deben negarles refugio y llevar a cabo su arresto inmediato y entrega a la CPI. En total hay 123 Estados parte en el Estatuto de Roma. Las órdenes de detención son vinculantes en todos, puesto que han aceptado la jurisdicción de la CPI”, de acuerdo con Amnistía Internacional.

Sudáfrica es firmante del Estatuto de Roma; por ende, está obligado a acatar la orden judicial. El gobierno del presidente Cyril Ramaphosa no aclara abiertamente qué posición tomará si Putin asiste en persona a dicho encuentro. Por lo pronto, su gobierno alienta una delegación de países africanos que acuda a Moscú y a Kiev con una propuesta de paz.

Ucrania en el horizonte

No solo son armas, artillería y municiones. Al paso de los meses, al calor de la invasión, Zelenski suma más y más apoyos en envío de dinero y, sobre todo, de armamento. Lo que empezó con suministros de granadas y armas evolucionó hacia la entrega de equipo y de armamento pesado por parte de varios países, siempre al amparo del visto bueno de Washington.

Esta vez el líder ucraniano pidió aviones de combate para su contraofensiva. Luego de dos meses y medio de presionar abiertamente, Biden finalmente dio su visto bueno durante la cumbre de Hiroshima.

“El presidente Zelenski se ha comprometido a que no usará los F-16 en ninguna parte del territorio ruso. No habrá incursiones con dichos aviones en la Federación de Rusia. En las próximas semanas habrá formación para los soldados ucranianos para que aprendan a pilotar cazas de cuarta generación. Este entrenamiento no se llevará a cabo en EU sino en diversos países de Europa”, declaró Biden.

También en Hiroshima los líderes reunidos abrieron un nuevo frente de sanciones contra Rusia. ¿Cuáles son las nuevas sanciones? 1) Garantizar que las exportaciones de todos los artículos críticos para la maquinaria de guerra de Rusia estén restringidas en todas las jurisdicciones del G7; 2) tomar medidas para evitar aún más la evasión y elusión de las medidas contra Rusia; 3) restringir el uso del sistema financiero internacional por parte de Rusia, incluso impidiendo que las sucursales de terceros países de bancos rusos se utilicen para evitar sanciones; 4) tomar medidas para limitar los ingresos de Rusia por sus ventas, tanto de energéticos como de metales; 5) trabajar juntos para restringir el comercio y el uso de diamantes extraídos, procesados o producidos en Rusia; y, 6) privar a Rusia de la tecnología, los equipos industriales y los servicios del G7 que respaldan su maquinaria de guerra.

“Hacemos un llamado a terceros países para que dejen de proporcionar apoyo material para que Rusia siga agrediendo a Ucrania. El G7 continuará tomando medidas contra los actores de terceros países que apoyan materialmente la guerra de Rusia”, reiteró Charles Michel, presidente del Consejo Europeo.

Por lo pronto, Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, anunció que su país impondrá nuevas sanciones “a unas 200 empresas y personas” y se sanciona a la empresa rusa Alrosa, principal productora y exportadora de diamantes del mundo.

En respuesta, desde el Kremlin, Dmitri Peskov minimizó el impacto de las nuevas sanciones y del veto a los diamantes rusos al señalar que como demuestra la práctica lo que no se vende en un sitio “se termina comprando en otro” porque “el mercado mundial es muy móvil y rico en direcciones alternativas”.

Como contramedidas, Rusia determinó prohibir la entrada a su país de otros 500 ciudadanos norteamericanos e incluyó en la lista al expresidente Barack Obama, por quien Putin guarda especial animadversión. “Hace mucho que Washington debió entender que ni una sola hostilidad contra Rusia quedará sin una dura respuesta”, de acuerdo con el Ministerio de Exteriores ruso.

Desde Washington intentan que los vetos y sanciones económicas, financieras, comerciales y diplomáticas terminen minando la capacidad de producción de la industria armamentista rusa. Sin embargo, la Casa Blanca acusa a países como Kazajistán de estar suministrando chips, microchips y componentes microeléctricos a la industria militar rusa.

Liga Árabe

Y mientras la política norteamericana ha dado un paso atrás no solo en África, sino también en América Latina y Oriente Medio para enfocarse en Rusia y fundamentalmente en la expansión de China, es precisamente en Medio Oriente que resalta el papel de liderazgo regional que Arabia Saudita va adquiriendo a pasos agigantados. Esta vez velando más por sus propios intereses regionales que por los de EU en dicha parte del mundo.

En buena medida está detrás la visión del controvertido príncipe heredero a la corona de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, quien también ejerce de primer ministro del reino.

Arabia Saudita quiere la estabilidad de la región y China también la pretende, sobre todo para sus proyectos de la Nueva Ruta de la Seda. Ha sido precisamente la mediación de la diplomacia china luego de años de negociación en secreto entre Irán (potencia chií) y Arabia Saudita (potencia suní) que se logró lo que parecía imposible entre dos históricos antagonistas que se disputan entre sí el control regional y que, encima, defienden siempre a bandos contrarios: el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas.

Lo impensable se logró sin que Washington siquiera mediase y además en un momento crucial para la política norteamericana, que viene pidiendo más sanciones y dejar más aislado a Irán por sus nexos con Rusia.

Nuevamente el mundo árabe manda otro mensaje a Biden, dado que el mismo día que en Hiroshima se inauguraba la cumbre del G7, a miles de kilómetros de distancia, en Jeddah, la Liga Árabe reintegraba a Siria a su foro tras casi doce años ausente y lo hacía con el mismo Bashar el-Assad al frente de la nación persa. El mandatario sirio logró sostenerse en el poder contra los grupos opositores en medio de una sangrienta y larga guerra civil gracias al apoyo de Irán y de Rusia.

Con el conflicto palestino-israelí en la mira de la Liga Árabe, el primer ministro de Argelia, Ayman Benabderrahmane, pidió a la comunidad árabe poner fin a la expansión de los asentamientos emprendida por Israel en Palestina.

Arabia Saudita ejerce la presidencia rotativa de dicho bloque y para Bin Salman son varios los temas que urge resolver a fin de lograr el camino de la estabilidad regional, la paz y la prosperidad ansiada por todos: 1) la crisis palestino-israelí; 2) la situación en Siria; 3) la crisis que atraviesa Líbano; 4) la búsqueda de la paz en Yemen; y, 5) la situación de inestabilidad en Sudán.

A la cumbre de la Liga Árabe llegó también Zelenski para hablar de la situación que atraviesa Ucrania y para pedir al mundo árabe que deje de mirar de perfil la invasión rusa y se atreva a condenar la acción bélica. De hecho, Bin Salman se ofreció como mediador de paz.

Respecto de Ucrania habló in situ el mandatario Zelenski en una circunstancia histórica, dado que es la primera vez en todo el tiempo que lleva la invasión que tiene oportunidad de dirigirse a los líderes del mundo árabe. “Lo que pasa en nuestro país es una guerra, no solo un conflicto. Ucrania no eligió la guerra y no participó en ninguna hostilidad dentro del territorio de otros países”, reiteró.

Representación en América Latina

La Unión Europea no dará un paso atrás en la región de América Latina ante el poderío inversor de China con su Nueva Ruta de la Seda y para ello, desde Bruselas, plantea un mayor reposicionamiento en la región.

“Se trata de una gran ofensiva diplomática que incluirá un viaje de Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a la región en junio. La UE quiere reforzar el vínculo con América Latina, principal destino de sus inversiones. Sin embargo, sigue perdiendo terreno hasta ser el tercer socio comercial, por detrás de China y EU, con el que mantiene una de las redes de acuerdos más extensas del mundo”, de acuerdo con la Comisión Europea.

Luego de años centrados en su vecindad inmediata, Bruselas se dirige ahora a la región y propone establecer un órgano de relación permanente que sirva de engranaje burocrático e institucional para estrechar lazos con un área grande de 33 países y más de 700 millones de habitantes.

Por lo pronto, Von der Leyen visitará de forma oficial Brasil, México, Argentina y Chile en la primera quincena de junio y prepara un paquete de programas e inversiones de miles de millones de euros.