TIERRAS RARAS: METALES PARA LA TECNOLOGÍA DEL SIGLO XXI

“El control de las tierras raras es ya una carta geopolítica”.

Tierras raras
Arturo Moncada
Internacional
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En el centro de casi toda innovación tecnológica contemporánea hay un grupo discreto, pero esencial, de elementos químicos: las tierras raras. Estos metales poco conocidos por el público general se han convertido en piezas estratégicas para la economía global, la transición energética y las tensiones geopolíticas del siglo XXI.

Aunque su nombre sugiere escasez, las tierras raras no son necesariamente raras: se encuentran en muchas partes del mundo, aunque pocas veces en concentraciones lo suficientemente altas como para ser explotadas de manera económicamente viable.

Lo que realmente las hace “raras” es el proceso complejo, costoso y contaminante que implica su extracción y refinado.

Elementos e importancia

El grupo de las tierras raras está compuesto por 17 elementos químicos: los 15 lantánidos de la tabla periódica más el escandio y el itrio, que comparten propiedades similares.

Estos metales son fundamentales para fabricar una amplia gama de productos tecnológicos de alto valor añadido: desde teléfonos celulares, pasando por computadoras portátiles y turbinas eólicas, hasta vehículos eléctricos, misiles guiados, satélites, sensores, baterías, paneles solares y tecnologías médicas avanzadas.

Algunos ejemplos ilustran su importancia. El neodimio y el disprosio son esenciales para fabricar imanes permanentes de alto rendimiento, usados en motores eléctricos e infraestructuras eólicas. El europio y el terbio proporcionan los colores brillantes en pantallas LED. El cerio se utiliza como catalizador en autos y procesos industriales.

Sin estos elementos, muchas de las tecnologías verdes y digitales serían simplemente inviables.

Pero su valor no solo es técnico: también es estratégico: hoy más de 80% de la producción mundial de tierras raras proviene de China, lo que le otorga una posición dominante en el control de una cadena de suministro crítica.

Esta concentración genera preocupaciones en Estados Unidos, Europa, Japón y otros países que buscan reducir su dependencia mediante reciclaje, exploración de nuevos yacimientos o desarrollo de tecnologías alternativas.

De hecho, el control de las tierras raras ha dejado de ser solo una cuestión industrial: es ya una carta geopolítica. En varias ocasiones China ha insinuado la posibilidad de restringir sus exportaciones como respuesta a sanciones o conflictos diplomáticos. A raíz de esto países como Australia, Canadá y Brasil han reactivado o ampliado sus proyectos mineros. En Estados Unidos la administración ha incluido a las tierras raras como minerales “críticos” para la seguridad nacional.

La transición energética mundial también dispara la demanda de estos metales. La electrificación del transporte, la automatización industrial y el despliegue de energías limpias requieren grandes cantidades de componentes con base en tierras raras. Según estimaciones del Banco Mundial, la demanda de ciertos elementos como neodimio, praseodimio o disprosio podría multiplicarse por seis o siete en los próximos 20 años.

China lidera tanto en producción como en reservas, consolidando su posición dominante en el mercado global de tierras raras. Vietnam y Brasil poseen grandes reservas, aunque su producción actual es limitada, lo que indica un potencial significativo para el futuro. Estados Unidos ha incrementado su producción en los últimos años, buscando reducir su dependencia de las importaciones, especialmente de China. Myanmar ha emergido como un productor clave, exportando principalmente a China. Aunque Brasil tiene una producción relativamente baja, posee una de las mayores reservas de tierras raras del mundo, lo que le otorga un potencial significativo en este sector estratégico.

Medio ambiente

No obstante, su explotación plantea importantes desafíos ambientales. El proceso para extraer y separar estos elementos implica el uso de químicos tóxicos y genera residuos radiactivos, especialmente cuando se trata de minerales que contienen torio o uranio.

Esto provoca controversias sociales y oposición a proyectos mineros en varios países. De ahí que se impulsen también la investigación en reciclaje de tierras raras, así como nuevos métodos de extracción más limpios y sostenibles.

En este contexto, América Latina también observa el tablero. Aunque la región no es un gran productor actual de tierras raras, países como Brasil, Argentina o Perú poseen reservas potenciales aún poco explotadas. La posibilidad de integrarse a la cadena de suministro global con políticas de sostenibilidad y valor agregado abre una ventana estratégica en el marco de la transición energética y digital, lo que también incluye a México, con sus propios yacimientos en crecimiento.

Las tierras raras son en definitiva los metales invisibles que sostienen la tecnología visible del siglo XXI.

En un mundo que avanza hacia la electrificación, la automatización y la Inteligencia Artificial (IA) estos elementos se han vuelto tan valiosos como el petróleo lo fue en el siglo pasado. Su gestión justa, segura y sostenible será clave no solo para el progreso tecnológico, sino también para la estabilidad geopolítica global.

Principales productores de tierras raras

País Producción (en toneladas métricas al año)

China 240,000

Estados Unidos 43,000

Myanmar 38,000

Australia 18,000

India 2,900

Rusia 2,600

Brasil 80

Fuente: Linkedin

Mayores reservas de tierras raras

(estimadas en millones de toneladas métricas)

País Reservas estimadas

China 44

Vietnam 22

Brasil 21

Rusia 12

India 6.9

Estados Unidos 2.3

Fuente: La Repubblica