“EL LOCO” MILEI

“Pasa de una explosividad a una pasividad incesantes”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
MILEI

Plantea una drástica reducción del gobierno, así como la dolarización y la privatización de la salud y de la educación.

A sus 53 años el ultraderechista Javier Milei asevera que será un presidente que cambiará los cimientos de Argentina porque dedicará todos sus esfuerzos a destruir todo lo que, para él, desde su visión como economista neoliberal y anarcocapitalista, no funciona en el país austral.

Por lo pronto, anuncia medidas contundentes: la dolarización de la economía, cierre del banco central, privatización de empresas estatales estratégicas y de medios de comunicación; reducción de los ministerios de 20 a ocho.

Mientras sus partidarios, algunos con motosierras, celebraban en las calles de Buenos Aires el triunfo arrasador de Milei en la pasada segunda vuelta electoral, en los supermercados reetiquetaban al alza el precio de los bienes más básicos: la economía argentina acumula en lo que va de 2023 una inflación de 80.2% (hasta agosto pasado) pero la interanual es de 124.4% y el FMI estima que cerrará 2023 en más de 140 por ciento.

“No hay para churrasco, solo para lo más básico”, declaraba ante la televisión española una educadora de Córdoba, ciudad decisiva para darle el triunfo a Milei respecto de su contendiente, el oficialista Sergio Massa.

Massa, miembro de la coalición gobernante Unión por la Patria (antes Frente de Todos) de tendencia peronista y progresista en lo fiscal, se desempeñaba como ministro de Economía. En determinado momento parecía que saldría victorioso, pero en la segunda vuelta arrasó el voto de la ira, que además deja un panorama complejo para la gobernabilidad porque Milei no cuenta con la mayoría en el Congreso: apenas tiene 38 diputados (de 257) y ocho senadores (de 72) y tampoco tiene gobernadores afines.

Que ganase Milei ha sido una sorpresa y que lo hiciera con un amplio margen, de casi doce puntos, también lo ha sido; ningún analista lo tomaba en serio para ser el nuevo presidente de Argentina.

Nadie se lo creía ni adentro ni afuera: la gente está acostumbrada a verlo como un showman en los medios de comunicación, llamando la atención con sus estridencias y todas las ocurrencias que pasan por su cabeza, como el destruir a martillazos y con una motosierra una maqueta a escala del banco central de Argentina. “Lo vamos a tirar todo abajo para levantar una nueva Argentina. Vamos a ser libres”.

Al final, los argentinos votaron no con la cabeza, sino con el estómago, con hambre y con rabia (el populismo peronista ha dejado más de 18 millones de argentinos sumidos en la pobreza: 40% de la población), creyendo que más mal ya no les puede ir y poniendo sus destinos en manos de algunas fórmulas ya conocidas en Argentina como la dolarización (1 de abril de 1991) y las privatizaciones. Aunque Milei plantea además una drástica reducción del gobierno, más la privatización de la salud, de la educación y su agenda económica neoliberal choca por otro lado con sus ideas cerradas frente al matrimonio homosexual, las leyes transgénero, el aborto o inclusive es un férreo negacionista del cambio climático.

“Hoy comienza el fin de la decadencia: no hay vuelta atrás. Basta del modelo empobrecedor de la casta; hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad para ser una potencia mundial”, anunció Milei en su primer discurso como presidente electo.

De la libertad ha hecho su bandera política, la ha tomado como un talismán y hasta eligió el Hotel Libertador para convertirlo en su oficina de campaña acompañado de su hermana Karina, considerada en parte su mentora y mano derecha.

Ya hay quienes se preguntan si habrá una cacería de brujas, no solo contra Massa y el actual presidente argentino, Alberto Fernández y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, a quienes señalan con el dedo por hundir más al peronismo con sus escándalos de corrupción a tal punto, que se han quedado como la primera minoría del Congreso.

Milei, por el momento, dice que no va a perseguirlos.

Antisistema

El 10 de diciembre Milei, quien se define a sí mismo como un antisistema, asumirá como presidente y estará abocado a cumplir sus promesas de campaña. Lo primero que quiere es parar la sangría del peso, frenar la salida de capitales, crear un entorno de confianza para las inversiones, dolarizar la economía y frenar la inflación galopante.

Habrá decisiones que, al concernir a la Constitución, necesitarán pasar por el Congreso… y ahí las cosas no serán fáciles para Milei, quien deberá demostrar primero una gran capacidad de negociación y diálogo; y, segundo, mano firme para ceder a los opositores ciertas cosas a cambio de sus votos.

Aunque también Milei ha deslizado que habrá decisiones populares, porque estarán avaladas por plebiscitos “para que hable la voluntad de la calle” a favor de la transformación del país.

Ya en campaña dijo que él estaba en contra de la ley del aborto y también ha reiterado que plantea descentralizar el sistema de enseñanza dando vouchers o cheques educativos a los padres para que elijan a qué colegios enviar a sus hijos, quitándole así la potestad de manejar el sistema educativo a los gobiernos de cada provincia.

“No hay lugar para el gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para las medias tintas. Si no avanzamos rápido con los cambios estructurales que los argentinos necesitamos, nos dirigimos derecho a la peor crisis de nuestra historia”, afirmó en cadena nacional.

Dentro de la agenda económica Milei quiere reducir drásticamente el gasto público en 15% del PIB; de hecho, durante su campaña utilizó una y otra vez una motosierra para de manera histriónica mostrar a sus seguidores cómo cortará el gasto.

Desde que ganó, Milei, quien se percibe como un predestinado, ha reiterado en los medios de comunicación que “hoy comienza el fin de la decadencia”, aunque sigue sin decir cómo instrumentará todo lo que ha prometido, comenzando por una dolarización inmediata: la economía argentina necesita contener la fuga de dólares y un soporte de 35 mil millones de dólares para sostener la paridad, uno a uno, del peso frente al dólar.

Si desaparece al banco central y lo sustituye por una agencia menor las reservas podrían ser utilizadas para avanzar en la dolarización de la economía argentina. Sobre esta decisión el economista español Daniel Lacalle opina que la economía argentina ya está muy dolarizada porque tiene ahorros en dólares y hace transacciones en dólares.

“No me parece que ese sea el problema; dolarizar es muy fácil, pero hay que tener reservas para hacerlo y se requieren igualmente un ajuste fiscal y una reducción del gasto”, explica.

Lacalle recuerda que la moneda argentina es una moneda fallida, consumida por la inflación, y la decisión de Milei de eliminar el banco central obedece a la razón de que ahora mismo tiene reservas netas negativas. “Ya está eliminado en sí mismo”.

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Se trata de “una entidad quebrada; eso es lo que mucha gente no entiende, que la economía argentina tiene una moneda que nadie quiere, que no da confianza; y es un banco central que no está cumpliendo su función porque está quebrado. Hay que buscar una manera de que esos pasivos del banco central queden cubiertos con activos de la economía real”, destaca.

¿Qué tan rápida será la dolarización? Esa respuesta solo la tiene Milei, quien viene pidiendo al actual gobierno de Fernández que no vaya a agudizar la salida de capitales, ni la devaluación, en el tiempo que le resta en el poder al peronismo, hasta el 10 de diciembre.

Eliminaciones

En los días más recientes el presidente electo de Argentina comenzó a nombrar a los ministros de su gobierno, que constará de ocho ministerios, y ha elegido sobre todo perfiles tecnócratas y profesionistas de pensamiento liberal.

Los ochos ministerios que estarán funcionando son los de Economía, Relaciones Exteriores, Obras Públicas, Seguridad, Justicia, Interior, Defensa y Capital Humano. Este último será una especie de superministerio porque surgirá de la fusión de los ministerios de Desarrollo Social, Salud, Trabajo y Educación.

Para Exteriores y Economía Milei analiza una serie de propuestas para incorporar a su gobierno a personas recomendadas por el expresidente Macri.

El mayor punto focal está en el ministerio de Capital Humano, porque tendrá la clave de las directrices de Salud y de Educación, pero también de Trabajo y de Desarrollo Social, desde donde saldrán las políticas en materia de empleo y los programas de ayudas, estímulos y de subsidios.

Milei ha dicho que reducirá el gasto del sector público y hay inquietud por saber qué hará con los subsidios a la pobreza, al desempleo, las ayudas por género en un país donde la pobreza aumentó 35% en los últimos cinco años.

Para el economista libertario hay que elaborar políticas públicas transversales y para ello quiere introducir un sistema de vouchers o cheques en el renglón de la educación para las familias. La idea es que el gobierno, en lugar de subsidiar al sistema educativo, le dé ese dinero a las familias para que estas paguen la educación de sus hijos en la escuela que elijan, sin que sea el Estado el que las obligue a escolarizarlos en un sitio determinado.

Un huracán político

Ha estado en las portadas de todos los periódicos de la prensa internacional y la mayoría se han preguntado, ¿quién es Javier Milei, el candidato ganador que tendrá en sus manos dirigir los destinos de la segunda economía más importante de América del Sur?

Se trata de un economista liberal graduado en la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires, quien además ha dado clases y en los últimos años alcanzó notoriedad gracias a su participación en los medios de comunicación y a su partido político Libertad Avanza.

Sus ideas se mueven dentro del espectro de la ultraderecha, aunque también hay analistas que lo ubican dentro del populismo de derechas; y como economista es seguidor de Milton Friedman y de la escuela austriaca.

Alcanzó fama gracias a varios programas de radio, como Demoliendo mitos y Cátedra libre, y desde 2021 se desempeñó como diputado nacional por Buenos Aires. Es un outsider que ha conseguido ganar la presidencia de Argentina y derrotar al peronismo acusándolo de casta.

No son pocos los inquietos por su situación emocional, que pasa de una explosividad a una pasividad incesantes y hace acusaciones públicas como señalar al Papa Francisco de representar “al maligno” en la Tierra.

En el libro El Loco, de Juan Luis González, el autor muestra su preocupación por la influencia que los perros de Milei ejercen sobre la mente del presidente electo de Argentina: Milei ha declarado abiertamente que se comunica con ellos y hasta lo aconsejan.

De las incógnitas sobre su gobierno en materia de política exterior, Milei ha ofrecido a su nación como sede de un cónclave negociador para buscar la paz entre Ucrania y Rusia.

También se ha reconciliado con el Papa Francisco tras una breve llamada y hasta lo invitó a visitar Buenos Aires para que los católicos puedan mostrarle su gratitud.

Es un abierto partidario de Israel y ha declarado que quiere convertirse al judaísmo, una religión que lleva tiempo estudiando y practicando. También señala que acudirá a Tel Aviv para reunirse con el primer ministro, Benjamín Netanyahu, pues es una de sus prioridades.

Del dicho al hecho…

Queda por ver si todo el rosario de promesas rupturistas planteadas por el neoliberal Javier Milei serán cumplidas; por lo pronto, ya como presidente electo baja el tono y declaró recientemente a la radio que “habrá cosas que tendrán que pensarse mucho” y por tanto “no podrán llevarse a cabo quizá dentro de unos años”.

Milei está recibiendo una economía quebrada, con una moneda quebrada, y si no actúa rápido esos 14 millones 476 mil 462 votos que recibió pueden convertirse en frustración y descontento en las calles.

Por lo pronto, el FMI dice que estará muy vigilante de la economía argentina, luego de que en agosto pasado le prestó siete mil 500 millones de dólares.

Estas son las siete razones por las que la economía argentina es un desastre: 1) Inflación de tres dígitos; 2) devaluación constante del peso; solo en agosto en un día perdió 18% para ubicarse en 350 pesos por dólar; 3) uno de los países más endeudados del mundo, sobre todo con el FMI; 4) una sequía fuerte en el sector agrícola; 5) recesiones continuadas; 6) un banco central ineficaz; y, 7) un sistema político roto.

Dolarizar, la receta de Menem

El sistema de convertibilidad cambiaria, en la que el peso argentino se equiparó al valor del dólar para facilitar la dolarización de la economía argentina ya se llevó a cabo durante el gobierno de Carlos Saúl Menem en tiempos en que Domingo Cavallo fue el artífice al frente de Economía.

Fue una época en la que el economista alemán Rudiger Dornbusch asesoró a varios gobiernos latinoamericanos a favor de reducir el Estado, abrir la economía y darle paso a las privatizaciones, no solo para recibir capital nacional sino fundamentalmente extranjero.

A principios de 1991, mientras Argentina sufría una hiperinflación, Cavallo estableció en el mercado cambiario una banda de flotación para el dólar previo a declarar meses después la convertibilidad respecto del billete verde.

Mediante un decreto se declaró la convertibilidad del austral con el dólar de Estados Unidos a una relación de diez mil australes por cada dólar. Conocida como caja de conversión o Plan Cavallo, la idea fundamental era controlar los precios, bajar la inflación, detener la fuga de capitales y restaurar la confianza de los agentes económicos.

Menem se quedó con el peronismo gobernando hasta que el sistema que había creado empezó a desmoronarse a partir de 1999 hasta que en 2001 colapsó el plan de convertibilidad y se inició una nueva crisis económica y política. La idea de Milei de volver a la dolarización podría ser el principio del futuro corralito para Argentina.