Las guerras también evolucionan y en el siglo XXI son híbridas: hay más amenazas, más bombas nucleares y la artillería es mucho más letal.
A este aniversario la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llega atiborrada de problemas y en sus horas más bajas en su poder de mediación internacional: mientras Estados Unidos la ignora, los BRICS —formados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— claman por una reforma profunda del organismo mundial.
Ya en febrero de este año el presidente estadunidense, Donald Trump, ordenó mediante un decreto poner fin a la participación de su país en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y canceló fondos para varias agencias internacionales.
Además, la ONU y otros organismos creados al final de la Segunda Guerra Mundial para guardar los equilibrios en aras de conservar la paz y el entendimiento entre las naciones hacen agua por doquier y, en buena medida, siempre respondiendo a los intereses de Estados Unidos.
Durante el gobierno del expresidente demócrata Joe Biden, por ejemplo, se acordó en la ONU sancionar a Rusia y se le condenó por iniciar su invasión contra Ucrania el 24 de febrero de 2022.
Luego la Corte Penal Internacional (CPI) ordenó la captura del mandatario ruso, Vladimir Putin, acusándolo de crímenes de guerra tras la sustracción de centenares de menores de edad ucranianos que durante la invasión han sido trasladados a territorio ruso.
Con Donald Trump, apenas retornó a la Casa Blanca, su país —que no forma parte de la CPI— decidió ignorar tales medidas anunciadas e invitó a territorio de EU a Putin para llevar a cabo la cumbre de Anchorage en la base militar de Elmendorf-Richardson.
El propio presidente dio a conocer además que su país sancionaba a la CPI, con sede en La Haya, luego de que un panel de jueces de la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su exministro de Defensa, Yoav Gallant.
La orden ejecutiva de Trump, que puede leerse en la página web de la Casa Blanca, incluso califica de “malignas” las intenciones de la CPI contra Israel y el gobierno de Netanyahu.
¿Por qué sí Putin y no Netanyahu? Esa misma disyuntiva moral que tiene detrás motivaciones políticas (y económicas) ha sido condenada por los relatores especiales del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, quienes instaron a la comunidad internacional a responsabilizar a Israel por violaciones del derecho internacional en Gaza.
Margaret Satterthwaite, relatora especial sobre la independencia de magistrados y abogados, criticó al gobierno estadunidense por socavar a la Corte Penal Internacional con amenazas escandalosas y subrayó la necesidad de que la justicia internacional se aplique equitativamente para todos. “Es hora de poner fin a los dobles estándares”.
No hace nada bien que haya impunidad y ni la ONU ni otros organismos internacionales están frenándola, mientras el portugués António Guterres, cabeza de Naciones Unidas desde el 1 de enero de 2017, es un mero fantasma ignorado constantemente por los países en sus ambiciosas disputas.
Está en juego además la credibilidad de la comunidad internacional, el respeto mutuo al reconocimiento del derecho internacional, los tratados, los acuerdos y las diversas convenciones en aras de defender los derechos humanos universales.
Palestina: paradigma
El caso de los ataques de Israel en Gaza, por ejemplo, se ha vuelto referencia para medir la eficacia (o, mejor dicho, ineficacia) de las Naciones Unidas.
De hecho, también Trump ordenó suspender el apoyo de Estados Unidos a la Agencia de Obras Públicas y Socorro de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA, por sus siglas en inglés).
Y en la Asamblea General de la ONU a celebrarse del 22 al 30 de septiembre estarán presentes representantes de 160 países, a excepción de los líderes de Palestina, que tienen vetada la entrada a Estados Unidos por una orden expresa de la Casa Blanca.
La dialéctica del conflicto entre Israel y los dos millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza ocupa los debates más acalorados en el atril, en un momento altamente sensible, con bombardeos contra una ciudad que cumplirá dos años bajo el asedio y la destrucción sin parar.
El pasado 16 de septiembre la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU dictaminó que se comete genocidio contra los palestinos de la Franja de Gaza e instó a Israel y a todos los países a que cumplan sus obligaciones jurídicas en virtud del derecho internacional para castigar a los responsables.
“La Comisión ha estado investigando los hechos ocurridos desde el 7 de octubre de 2023 y durante los últimos dos años; y concluyó que las autoridades y las fuerzas de seguridad israelíes cometieron cuatro de los cinco actos genocidas definidos en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948”, de acuerdo con la información proporcionada.
Estos cuatro actos que Israel habría llevado a cabo para ser valorados como genocidas son: 1) matar; 2) causar graves daños corporales o mentales: 3) infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción total o parcial de los palestinos; y, 4) imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos. La destrucción de diversos laboratorios en Gaza con embriones para diversas clínicas de fertilidad fue una de las pruebas valoradas.
Navi Pillay, presidenta de dicha Comisión, presentó el informe unos días previos a la Asamblea General buscando un pronunciamiento mundial al respecto. “La responsabilidad de estos crímenes atroces recae en las autoridades israelíes en los niveles más altos, que han orquestado una campaña genocida durante casi dos años con la intención específica de destruir al grupo palestino en Gaza”, según Pillay.
No se sabe bien qué alcance podrá tener esta declaración, considerando que el máximo órgano decisorio es la Asamblea General, pero hay países como Estados Unidos o Argentina que apoyan abiertamente a Israel.
Y hay otros, como España, que llevan impulsando la agenda de la Unión Europea (UE) para imponer sanciones a Israel y a sus ministros, así como vetar su participación de todas las competiciones deportivas, incluso de los Juegos Olímpicos y hasta de Eurovisión.
El propio presidente español, Pedro Sánchez, sigue pidiendo unidad en Europa y al resto del mundo para tener más firmeza contra el gobierno de Netanyahu, bajo el argumento de que si a Rusia se le excluyó, sancionó y vetó por invadir a Ucrania, no puede aplicarse un rasero distinto a conveniencia de Estados Unidos cuando se está bombardeando a civiles.
Más países reconocen a Palestina
De hecho, la mayoría de los países que conforman la ONU están de acuerdo en que se aplique la llamada Solución de los Dos Estados en el conflicto de Israel y los palestinos.
Dicho acuerdo fue la base del proceso de paz apoyado por Estados Unidos e iniciado por los Acuerdos de Oslo de 1993, firmados por Yasser Arafat, de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y el entonces primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, quien murió asesinado.
Los acuerdos llevaron a la OLP a renunciar a la violencia y reconocer el derecho de Israel a existir, así como a la creación de la Autoridad Palestina (AP). Los palestinos esperaban que esto fuera un paso hacia un Estado independiente, con Jerusalén este como capital.
De hecho, en esta Asamblea General países como Francia llevarán a cabo el reconocimiento del Estado de Palestina. El presidente Emmanuel Macron convertirá a su país en el primero del Grupo de los Siete (G7) en dar este paso.
Este año naciones como España, Irlanda y Noruega también se sumaron al reconocimiento del Estado palestino y hay otros, como Canadá, Australia, Malta, Portugal y Bélgica, que podrían hacerlo durante la Asamblea General de Naciones Unidas. Incluso Reino Unido podría dar la sorpresa.
La mayoría de los países del mundo reconocen a los territorios palestinos como un Estado: el 11 de mayo de 2024, 143 de los 193 miembros de la Asamblea General de la ONU votaron a favor de esta resolución.
Cabe señalar que Palestina tiene el estatus de observador no miembro, pero la membresía plena de la ONU solo puede ser decidida por su Consejo de Seguridad. Y en abril de 2024 Estados Unidos, miembro permanente con poder de veto, bloqueó un proyecto de resolución que habría recomendado otorgar a Palestina la membresía plena.
En junio de 2023 México dio su pleno apoyo para la creación de un Estado palestino y el año pasado lo hicieron Jamaica, Barbados, Bahamas, Trinidad y Tobago.
Sin embargo, hasta ahora las grandes potencias no se habían pronunciado tan claramente y Francia podría ser el aliciente para que Canadá y Reino Unido también se posicionen abiertamente.
En este sentido, España lleva una campaña internacional para que a Israel se le sancione al igual que a Rusia. Tanto el presidente Pedro Sánchez, como su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, hablan de una doble vara de medir y exigen que haya coherencia.
BRICS: por una reforma
Durante la Asamblea General de Naciones Unidas se abordarán los pasos dados a nivel mundial para la consecución de los Objetivos del Desarrollo Sostenible; la reunión de alto nivel sobre el 30 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer; un balance acerca de la Cumbre sobre el Clima; y la reunión de alto nivel para lanzar el Diálogo Global sobre la Gobernanza de la Inteligencia Artificial.
También soplan ligeros vientos de cambio porque Guterres se vaya: su periodo al frente de la ONU concluirá en 2026.
Ya este año la alemana Annalena Baerbock asumió la presidencia de la Asamblea General de la ONU y es la quinta mujer en ocupar ese cargo.
Baerbock fungió como ministra de Exteriores en Alemania con el anterior primer ministro y en su nuevo encargo ha recogido las peticiones de países como India, Brasil, Sudáfrica, China y Rusia, miembros de los BRICS, sobre la necesidad de realizar una serie de reformas en el organismo a fin de equilibrar el juego de fuerzas en el sistema multilateral.
India, con su primer ministro Narendra Modi, es uno de los que más presiona a este respecto, con la intención de expandir el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a un total de 25 o 26 miembros.
En la actualidad el Consejo de Seguridad de la ONU está formado por solo cinco miembros permanentes: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, que tienen poder de veto, lo que permite que cualquiera de ellos detenga las aprobaciones de cualquier proyecto resolutivo de este Consejo, como establecer sanciones contra países belicistas.
Parvathaneni Harish, representante permanente de India ante la ONU, esgrime que las realidades geopolíticas actuales justifican una revisión de esta arquitectura: “La reforma es esencial para que la ONU sea adecuada para su propósito, para que pueda responder de manera significativa a los desafíos globales actuales... Y aquellos que no respaldan reformas reales, que reflejen las realidades contemporáneas, caen en el lado equivocado de la historia, lo que es perjudicial para todos nosotros”.
Los BRICS además defienden la necesidad de garantizar una representación geográfica equitativa: los seis nuevos miembros permanentes propuestos serían dos de África; dos de Asia y Pacífico; uno de América Latina y el Caribe; y uno de Europa Occidental.
Esos seis nuevos miembros permanentes ampliarían el número de miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 15 a 21.
Finalmente, para los miembros no permanentes los BRICS estarían proponiendo: uno de Asia Pacífico; uno de América Latina y el Caribe; uno de Europa del este; y uno o dos de África, lo que elevaría el número total de miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a 25 o 26.
¿Cuándo va a suceder? Ya suman años las discusiones al respecto y no se lleva a cabo por temor a que siendo tan polarizadas las diferencias actuales entre los países miembros de la ONU, en lugar de avanzar en positivo pueda retrocederse en negativo.
Son los signos de los tiempos.
Niveles de conflicto mundial, en su nivel más alto
De acuerdo con un informe publicado por el Instituto de Economía y Paz (IEP) los conflictos globales han alcanzado el nivel más alto desde el final de la Segunda Guerra Mundial, impulsados por la espiral de violencia en Oriente Medio y Ucrania.
Un total de 59 conflictos activos causan estragos en más de 35 países, la mayor cantidad desde 1945, con 152 mil muertes provocadas por razones bélicas, según el Índice de Paz Global 2025.
El estudio, difundido por el periódico británico The Telegraph, indica que
Islandia, Irlanda, Nueva Zelanda, Austria y Suiza encabezan la tabla en 2025 como los países más pacifistas del mundo.
Y, en cambio, los cinco menos pacíficos fueron Rusia, Ucrania, Sudán, la República Democrática del Congo y Yemen.
Los autores del informe analizaron la forma en que los diferentes países proyectan su influencia más allá de sus fronteras y encontraron que la influencia de Estados Unidos, China y Rusia en los asuntos globales disminuye y las potencias de nivel medio son más activas e influyentes dentro de sus regiones.
El número de países que ejercen una influencia geopolítica significativa más allá de sus fronteras sigue creciendo, con naciones como Arabia Saudita, Turquía, India, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Sudáfrica, Brasil e Indonesia convertidas en actores regionales prominentes.
Por y para la paz
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) nació con una vocación pacifista el 24 de octubre de 1945, como resultado de un gran esfuerzo multilateral por evitar que los demonios de la ambición terminasen dinamitando la paz mundial y convirtiendo al globo terráqueo en pasto de la devastación con guerras de todo tipo de calibre.
Su finalidad mediadora entre los conflictos se ha visto socavada con el paso de los años. Si bien empezó con mucho ímpetu tras la devastación provocada por la Segunda Guerra Mundial, más pronto que tarde se enfrentó con múltiples desavenencias —sobre todo fronterizas— que han terminado en nuevas guerras.
La gente sigue matándose por todo tipo de razones: religiosas, culturales, étnicas, cuestiones de minorías, pretextos limítrofes o por apoderarse de los recursos naturales de otro, esgrimiendo tácticas defensivas o por equilibrio geopolítico.
La ONU siempre ha estado constantemente a prueba: en sus primeros diez años de vida ya había tenido terribles desafíos con los siguientes conflictos: la guerra de Vietnam de 1945 a 1946; la guerra civil griega de 1946 a 1949; la guerra de Indochina de 1946 a 1954; la segunda guerra civil de Paraguay de 1947; la rebelión malgache de 1947 a 1948; la primera guerra de Palestina de 1947 a 1949; la guerra indo-paquistaní de 1947; la guerra árabe-israelí de 1948; la guerra civil de Costa Rica del mismo año; el bloqueo de Berlín en 1948; la violencia en Colombia de 1948 a 1953 y la guerra de Corea de 1950 a 1953.
Demasiadas pruebas de fuego, sobre todo con la guerra indo-paquistaní; con la de Corea que terminó con un país escindido en dos; y luego vendría la guerra de Vietnam de 1955 a 1975.
Fue tan solo el aviso de que el mundo seguiría siendo guerrero, voraz y trepidante; y que sostener la paz depende tan solo de la voluntad de un gobernante.
Además, las guerras del siglo XX después de finalizada la Segunda Guerra Mundial también evolucionan y en el siglo XXI son híbridas: hay más amenazas, más bombas nucleares y la artillería es mucho más letal.
Y, por si fuera poco, la invasión de las tropas rusas a Ucrania el 24 de febrero de 2022 ha sacudido al orden mundial.