El lunes, en Estambul, delegaciones de Rusia y Ucrania concluyeron su más reciente ronda de negociaciones de paz, que duró poco más de una hora, sin avances significativos hacia el fin del conflicto. Durante la reunión, se intercambiaron documentos a través de Turquía y se acordó una nueva liberación de prisioneros de guerra, así como el intercambio de 6.000 cuerpos de soldados caídos. Sin embargo, las expectativas sobre un alto el fuego fueron mínimas.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy calificó una reciente operación militar en Rusia como una “gran bofetada” a su poderío militar, al destruir más de 40 aviones de guerra en bases rusas a distancias de hasta 7 mil km de Ucrania. Además, Rusia intensificó sus ataques con 472 drones sobre Ucrania, con el objetivo de superar sus defensas aéreas.
A pesar de estos enfrentamientos, el progreso hacia un acuerdo de paz sigue siendo incierto. Las tensiones continúan a lo largo de la línea del frente, con bombardeos rusos en el sur de Ucrania, y un aumento de las bajas civiles. En cuanto a las negociaciones, los esfuerzos de Estados Unidos para promover un alto el fuego no han dado frutos, ya que el Kremlin rechaza cualquier cese de hostilidades sin condiciones favorables.
Zelenskyy advirtió que, si las negociaciones no avanzan, Ucrania demandará nuevas sanciones contra Rusia. La situación continúa siendo crítica, con un conflicto que ha durado más de tres años y cuyas consecuencias se siguen sintiendo a nivel mundial, afectando los mercados financieros y los precios del petróleo.
Esta situación resalta la complejidad del conflicto y las escasas perspectivas de resolución en el corto plazo.