Hallan voluntarios crematorio clandestino en el sur de la CDMX

Las autoridades aún no confirman el hallazgo

Redacción
Nacional
Zona donde se encontró un crematorio clandestino en Tláhuac, CDMX.
Foto: AP

Ciudad de México, México, 1 de mayo. Buscadores voluntarios dijeron que encontraron un crematorio clandestino en la Ciudad de México, aunque se desconoce si la evidencia encontrada en el lugar respaldaría estas afirmaciones.

Es la primera vez en la memoria reciente que alguien dice haber hallado ese tipo de depósito de cadáveres en la capital. En el norte de México, los cárteles de la droga suelen usar barriles llenos de diésel o sustancias cáusticas para incinerar o disolver restos humanos, pero hasta ahora ha habido poca evidencia de ello en Ciudad de México.

Ceci Flores, la líder de uno de los colectivos de madres buscadoras en el norte de México, anunció en redes sociales el martes que su equipo había encontrado restos óseos alrededor de un pozo chamuscado en una zona rural del sur de la ciudad.

Añadió que el equipo encontró restos óseos, fosas clandestinas y cédulas de identidad en el lugar.

Ulises Lara, titular de la fiscalía de la Ciudad de México, señaló más tarde que la policía acudió a las direcciones que aparecen en las identificaciones y “se hizo la búsqueda y ambas personas, tanto el menor como la femenina, fueron encontradas con vida y en situación normal, saludable”.

Lara dijo que una de estas personas, una mujer, informó que hace como un año le habían robado su identificación y teléfono celular cuando ladrones le arrebataron los objetos de las manos mientras se encontraba atorada en el tráfico.

Si bien esto descartó por completo la posibilidad de que el cuerpo de la mujer haya sido desechado en ese lugar, también deja entrever que los delincuentes han utilizado la zona para deshacerse de evidencia.

Lara indicó que los expertos llevan a cabo investigaciones para determinar la naturaleza de los restos hallados, y si son restos humanos. Añadió que elementos de la fiscalía están revisando imágenes de cámaras de seguridad y buscando posibles testigos.

El descubrimiento, de confirmarse, sería bochornoso para el partido gobernante, el cual ha estado al frente de la Ciudad de México por décadas y asegura que la capital ha librado gran parte de la violencia de los cárteles narcotraficantes que aflige a otras partes del país.

Ello se debe en gran parte a la densa concentración demográfica de la ciudad, su tráfico notoriamente lento, su extensa red de cámaras de seguridad y su abultada fuerza policial, que posiblemente le dificulta a los criminales actuar de la misma manera que lo hacen en el resto del país.

Pero si bien la ciudad tiene nueve millones de habitantes y la zona metropolitana tiene alrededor de 20 millones, gran parte del sector sur de la urbe sigue siendo una combinación de granjas, bosques y montañas. En esas zonas, no es inaudito que los criminales se deshagan de cadáveres de personas secuestradas, pero rara vez las queman o entierran.

Buscadores voluntarios como Flores suelen llevar a cabo sus propias investigaciones, a veces en base a pistas de antiguos criminales, porque el gobierno no ha podido ayudar. Los buscadores se han molestado por una campaña gubernamental para “encontrar” a personas desaparecidas revisando su dirección conocida más reciente, para ver si quizás regresaron a casa sin avisarle a las autoridades.

Los activistas sostienen que eso no es más que un intento por reducir la cifra de desaparecidos, la cual es políticamente embarazosa.

Los buscadores, en su mayoría madres de los desaparecidos, por lo general no tratan de llevar a nadie ante la justicia. Dicen que sólo quieren hallar los restos de sus seres queridos.

El gobierno mexicano ha invertido poco en buscar a los desaparecidos. Los voluntarios hacen el papel de los inexistentes equipos oficiales, al buscar fosas clandestinas donde los cárteles ocultan a sus víctimas. El gobierno no ha financiado ni implementado una base de datos genética que pueda ayudar a identificar los restos hallados.

Los familiares de las víctimas suelen depender de pistas anónimas, a veces de antiguos sicarios, para encontrar posibles fosas comunes. Suelen introducir largas varillas metálicas en la tierra para detectar el olor de cuerpos en descomposición.

Si encuentran algo, lo más que hacen las autoridades es enviar policías y un equipo forense para extraer los restos, que en la mayoría de los casos nunca son identificados. Pero este tipo de búsquedas sistemáticas han sido inusuales en la Ciudad de México.

Por lo menos siete activistas que buscaban a algunas de las más de 100.000 personas desaparecidas en México han sido asesinados desde 2021.