JAVIER ALATORRE “HECHOS, TV AZTECA Y GRUPO SALINAS PROVOCAMOS UN CAMBIO EN MÉXICO”

“Los mexicanos tenemos mucho que contarnos entre nosotros”.

Antonio Caporal
Nacional
JAVIER ALATORRE

En vísperas de que se cumplan los primeros 30 años del noticiario estelar de la televisión mexicana, el comunicador señala en entrevista exclusiva que en el país el periodismo y la libertad de expresión enfrentan tiempos difíciles: es necesario contar con más libertades.

Algunos todavía nos acordamos cómo eran los noticieros en el siglo pasado en la televisión mexicana: un señor o una señora sentados todo el tiempo leyendo una hoja de papel; la voz del conductor, uniforme, sin transmitir emoción alguna; una toma fija; una luz opaca.

El contenido de aquella hoja de papel era básicamente información proporcionada por el gobierno: las giras y discursos del presidente, gobernadores y otros funcionarios.

¿Nada más? Sí, nada más. ¿Y la gente? ¿Y los problemas o las alegrías del mexicano común? Nada.

El 21 de febrero de 1994 un joven periodista —con el apoyo de un empresario visionario— llegó a las pantallas con un modelo disruptivo y cambió la manera de dar las noticias: abrió los micrófonos a los entonces opositores al viejo régimen político y, algo muy importante, buscó a la gente en las ciudades o el campo para que sus denuncias tuvieran eco, pero también para conocer sus tradiciones, sus fiestas, sus anhelos.

Aquel joven periodista que hace 30 años, lleno de arrojo, revolucionó la forma de dar noticias en México es Javier Alatorre, quien cumple tres décadas al frente del noticiero Hechos de Televisión Azteca.

En entrevista exclusiva con Vértigo, Alatorre relata los inicios del noticiero y las dudas que despertaba su innovadora propuesta; su conexión con la gente para saber escuchar sus penas y también sus alegrías; la relación con cada uno de los presidentes de la República, desde Salinas de Gortari hasta López Obrador; su compromiso con Grupo Salinas y su presidente y fundador, Ricardo Salinas Pliego; su hambre de periodista; y su agradecimiento con la audiencia que cada noche lo deja entrar en la intimidad de sus casas, donde a diario se suma algún integrante nuevo de la familia que busca informarse sin aburrirse, porque al final del día “los noticieros no tienen que ser aburridos”.

Un inicio con optimismo

El 21 de febrero el noticiero Hechos cumple 30 años de transmisión. Su conductor, Javier Alatorre, lo encabeza con profesionalismo e independencia, un lenguaje claro y, sobre todo, un estilo único.

—Hace 30 años solo había un noticiero y un personaje…

—Era un personaje fundamental en la historia de la Televisión, Jacobo Zabludovsky. Divide muchas opiniones, pero tenía un peso muy importante. Él y Televisa tenían una solidez, sin duda; y no veían mucho riesgo en el horizonte.

—Y en ese 1994 llega una nueva televisora, un nuevo noticiero y una nueva forma de presentar las noticias.

—El arranque del noticiero no fue fácil. A mí me entusiasmó muchísimo y lo defendí incluso internamente, porque a muchas personas no les gustaba. A mí sí. Yo le aposté a esa forma de hablar, a esa manera de presentar la información. Me decían, “es que gritas demasiado”; y les contestaba, “es que así hablo”.

Añade que “el pronóstico no era muy bueno, te soy honesto. Para mí sí; y creo que para Ricardo Salinas y muchas personas involucradas, también. Lo cierto es que cuando rompes algo hay muchas resistencias al cambio; me refiero a la industria, a quienes estamos en este mundo de la comunicación; cuando ves una cuestión disruptiva, una cuestión novedosa, cuesta un poco de trabajo”.

¿Por qué? “Puede haber muchas explicaciones: porque no me gusta, porque es una forma desconocida, porque es una situación amenazante, cualquier cosa que te signifique resistencias; y en ese momento hubo muchas resistencias a mi propuesta, tanto dentro de la nueva televisora como fuera”.

Señala que “el primer día, pues no fue muy bienvenido; para mí sí; creo que para algún sector de la población también. Y lo tuve que ir construyendo de a poquito; no fue que de un día para otro la gente empezara a voltear a ver esto; y hubo que llamar la atención; había que trabajar muchísimo, como hasta la fecha”.

—Era un producto diferente…

—Exacto. No era un espacio con un conductor tradicional, por así decirlo, un conductor que le llevas las noticias, así como en las películas gringas que es muy teto el conductor; hubo que luchar contra eso; luchar para romper esa situación de que el conductor se quedaba durante mucho tiempo inmóvil, sentado. Mi propuesta era cambiar eso y al final de cuentas valió la pena toda la insolencia, porque aquí estamos.

—Esa disrupción aplicó en 1994. Pero ¿cómo se logra estar vigente tres décadas?

—No me detengo mucho a analizar cuál es el método de adaptación a los cambios. Seguí mi instinto, esta parte que tenemos los reporteros de seguir el instinto y decir “ahora hagamos esto”; es decir, no necesariamente revisábamos o analizábamos. Decíamos “esta es mi propuesta” y te la juegas. Ahora, jugársela en ese momento es relativamente sencillo porque no tienes nada que perder y dices “va mi resto”. Se trata de tener algo muy valioso y la audacia de llevarlo a cabo. Y eso nunca hay que perderlo: ni la audacia ni la insolencia ni aquello que te lleva a proponer lo que tú crees.

Explica: “Déjame te platico que en algún momento se pensó en aplicar la fórmula probada, esa de tener a una persona mayor, sentada, leyendo noticias, como Jacobo. Es más, ni siquiera estaba yo considerado para ser el conductor. Pero finalmente resulté seleccionado y mi propuesta aceptada. Les expliqué que me iba a mover: a mí me cuesta mucho trabajo no moverme; tuve muchos pleitos con los productores, porque acuérdate que te ponían un encuadre y entonces yo metía la nariz en el encuadre y me decían ‘no te muevas’; y contestaba ‘no puedo, mejor que se muevan las cámaras’. Luego, que la voz: pues yo hablo así, yo muevo las manos; es más, les dije: ‘yo no quiero escritorio, no quiero silla, no quiero hojas de papel’. Tal vez a la distancia no lo vemos, pero la fórmula resultó”.

“Yo le aposté a una nueva forma de hablar y de presentar la información”.

—La innovación fue en diversos sentidos…

—Sí, claro, fuimos el primer noticiario en usar un lenguaje distinto; el primero en abrirle espacios a la oposición. En 1994 todos los espacios de televisión estaban cerrados para Cuauhtémoc Cárdenas o Cecilia Soto, por ejemplo; nosotros les dijimos “aquí tienen un espacio abierto”. Y era con ese PRI encimoso. También fuimos los primeros en quitarle tanta solemnidad a los personajes políticos. Te acordarás que al jefe del Ejecutivo se le decía “el señor licenciado presidente de la República fulano de tal”, y nosotros los llamábamos por su nombre y ya: nada de que “el presidente, su alteza serenísima”, no.

—Y ese lenguaje claro gusta a las nuevas audiencias.

—Te vas dando cuenta de que conectas más con la gente y no pasa nada y no te cae encima Gobernación para decir “por qué no le dijiste señor licenciado, o señor presidente”: pues porque no me da la gana; los llamamos por su nombre y ya; no es ningún insulto; y estás hablando como habla la gente, no con ese lenguaje meloso, barroco, extraño que tenían los medios antes”.

Y costó trabajo, acepta, “cambiar ese lenguaje televisivo; costó trabajo convencer para cambiar muchas cosas estáticas, la luz, las cámaras, el color. Los noticieros eran aburridísimos, lo que le sigue de aburridos. Y dije, ‘a ver, ¿por qué debe ser aburrido’? Y, algo muy importante: ¿‘quién dijo que solo teníamos que hablar del gobierno’? Que además el gobierno no me hacía caso, le daba todo al señor Zabludovsky, porque llevaba mil años, no sé cuántos. En fin, estaba la idea de que toda la información tenía que salir del Estado: ¡absurdo!, pero así era: solo lo que salía del gobierno era noticia y los demás no existíamos. Pues dije, ‘que se lo queden ellos, yo voy a salir a buscar otra cosa’”.

Alma de reportero

Alatorre nos platica que otro gran cambio en su noticiero es que él, como conductor, también sale a la calle a reportear, a buscar historias con la gente. “Los conductores no salían y muchos siguen sin salir. Veo que les cuesta un poquito de trabajo andar en la calle. Mi caso es lo contrario: me pica estar en el estudio, quiero estar en la calle: ahí están las historias, los hechos, la gente, es muy ilustrativo. Los foros son aburridos y por eso dije, ‘si yo me aburro, pues la gente se va a aburrir más’. Es muy sencillo, como le digo a muchos compañeros: ‘si tú no entiendes lo que estás diciendo, la gente menos va entender’. El público no tiene ninguna necesidad de entender lo que estás diciendo y si a ti te aburre lo que estás diciendo, bueno, la gente te abandona, porque tiene el poder del control remoto y te dejan hablando solo”.

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En este sentido puntualiza que “nunca vas a tener a la gente amarrada para darle cucharadas de aburrimiento; y eso era lo que la televisión, en su soberbia, pensaba: que solo por el hecho de estar al aire la gente iba a estar amarrada viéndote. ¡Pues no! Te la tienes que ganar, tienes que trabajar mucho. No les vas a dar esas cucharadas de aburrimiento y de cosas que no le importan a la gente; le puede importar al gobierno, pero a la gente no”.

—Le ofreciste los micrófonos a gente que antes no tenía forma de ser escuchada.

—Te debes poner del lado de la gente, si no, esto no funciona como debe ser, no se cumple con esa labor social que tienen los medios, que tienen los noticieros. Había que atender al damnificado de un huracán, al campesino sin apoyos, a la comunidad sin una escuela digna e incluso a las víctimas de la guerra en otros países.

Dice: “Mira, he viajado mucho por Guerrero, Oaxaca y Chiapas con esa idea de denunciar la marginación, la ineficiencia del gobierno, porque hay que denunciar a las autoridades que se roban el dinero y exigir que dejen de ser tan torpes en las decisiones que toman; porque yo no he visto un cambio en 30 años en ninguno de esos tres estados y mira que le han destinado mucho dinero. Es evidente que algo se está haciendo mal.

“Acuérdate de que el noticiero arrancó con el levantamiento armado en Chiapas, denunciando la marginación, la pobreza, y empezaron a enviar carretadas de dinero, todos los presidentes, empezando por Salinas, todo era mandar dinero, dinero, dinero, 30 años con la llave abierta en Chiapas, Guerrero y Oaxaca… Y siguen igual. Algo anda mal ahí: o se chingan el dinero, perdón, se roban el dinero, o son de una torpeza tremenda: no han logrado en 30 años cambiar la situación de esos estados”.

Insiste: “Nuestra tarea es seguir denunciando esto: no es destino para el sur-sureste estar en la pobreza. Llevamos seis presidentes y todos dicen lo mismo: que ‘hay que apoyar al sureste’ y ahí va el dinero, los programas; todos, PRI, PAN, Morena, el que sea, no hay ninguna diferencia, todos han sido torpes, todos han sido corruptos y todos han fallado. Y lo que hemos hecho durante 30 años es retratar esa tragedia”.

—Pero está la otra cara de Hechos

—Sí, por supuesto. Mira, un día me di cuenta de que tenemos que aprender a escuchar otras historias, nuestras alegrías y nuestras satisfacciones, porque si no la televisión se convierte en una cosa catastrofista, terrible, donde nunca vamos a escuchar lo generoso de la vida y eso es increíble.

“Entonces, en un viaje a Oaxaca, en medio de todo ese berenjenal, me encuentro con una boda, una pareja de comunidades originarias; tenía su ceremonia con la parte religiosa, con la parte tradicional y luego el desfile; y todo el pueblo que se involucraba; y ves lo importante que es retratar un momento de reconciliación y de alegría.

“Fue increíble. Me dije, ‘claro, también tenemos que contar lo bonito de la vida en México’; y me dediqué también a esas cosas. Dije, ‘una y una’, porque si no te conviertes como el pariente que está de malas todo el tiempo. Todos conocemos a alguien así: llega el pariente, le preguntamos ‘¿cómo te fue? y contesta ‘no, de la chingada’, ‘no, maldito gobierno’, siempre. Todos tenemos un pariente que de todo se queja. Y dije ‘no, pues la televisión no puede ser el pariente quejumbroso’.

“También tenemos que contar lo bonito que nos va y lo increíble que es este país. Haciendo a un lado la torpeza de los gobiernos que hemos tenido durante seis administraciones, los mexicanos logramos, a pesar del gobierno, hacer cosas muy fregonas. Los mexicanos tenemos mucho que contarnos entre todos, pero ¿qué pasa? Pues que a veces es más sencillo estar pendiente de la mañanera, que te haga la tarea el gobierno, las dependencias, las que nos dicen ‘pues mataron a 25’, y ya está la información: pues no, eso no es todo”.

En cambio, asevera, “hay que salir a buscar aquello que nos reconcilia y aquello que está bonito. Y eso, pues es un friego de trabajo. Y está bien porque a mí me gusta trabajar, me gusta salir. Y entonces ya puedes ser empático, y ya no eres el pariente sangrón, el pariente quejumbroso que nadie quiere invitar a los bautizos porque siempre está quejándose. Ojo”.

El mundo del poder

La vida de Hechos también se mide en sexenios, en presidentes de la República. Y Javier Alatorre lleva en su cuenta seis de ellos, a quienes entrevistó y con ello conoció, en buena medida, cómo es el ejercicio del poder.

“Sí, me tocó todavía la colita del sexenio de Salinas. Y ahora que hacemos la revisión veo la forma en cómo iniciamos aquel 1994. ¡Imagínate cómo arrancó el noticiero: con un magnicidio, con el asesinato de Colosio y el levantamiento en Chiapas! Así de dramático fue el nacimiento del noticiero.

“Bueno, empezando con Salinas. Lo conocí en una gira a la que me invitaron. Yo acababa de regresar de una de las guerras en Oriente Medio, estaba muy chavito y tenía que ir a la Universidad, y trabajar; y de repente me entero que me invitó el presidente a una de sus giras y dije ‘uuuy, me invitó el presidente’. Yo no lo conocía, andaba yo en mis cosas, entregaba un reportaje, iba a la escuela y le decía al maestro ‘oiga, déjeme entregarle un trabajo, es que tengo que ir a Irak’, y se me quedaba viendo como diciendo ‘qué chamaco tan sangrón’, pero bueno, me daban la oportunidad.

“Pues que voy con Salinas a Coahuila. Y la verdad es que la bendición de haber empezado a trabajar tan joven y no tener nada que perder y todo que ganar, es que te da esa insolencia de poder hacer las cosas, porque dices ‘¿qué es lo peor que me pueda pasar, que me corran? Pues qué’. La edad te hace de pronto un poquito más prudente y la prudencia te hace perderte cosas maravillosas. Híjole, la prudencia a veces hay que dejarla encerrada en un cuarto; le dices: ‘tú no me acompañes hoy, ahí te quedas encerrada’, porque te agarra de los tobillos: es algo serio la prudencia. Bueno, pues ahí la tenemos, pero a veces hay que dejarla encerrada y le decimos ‘a ver doña Prude, quédese ahí, al rato regreso’, porque si no, pues no avanzas.

“Bueno, tuve una fantástica conversación con Salinas, larguísima, me quedé viendo cómo operaba un presidente. Todos los presidentes tienen un poder absoluto, como de monarquía y fue la primera vez que vi eso; de hecho, él me dejó ver eso, como diciendo: ‘Aprende esto del ejercicio del poder’. ¡Y vaya que aprendí!

“Luego Ernesto Zedillo. Un presidente muy reservado. No fue en lo absoluto cercana esa relación. Al tiempo volvimos a tener algunos encuentros.

“Y con Vicente Fox, padrísimo; hacen un cocido allá en su rancho, ya sabes, caldito de res con verduritas y todo eso, lo hacía su mamá. Bueno, pues conocí mucho de él; sus hijas, Marthita, varios encuentros en Los Pinos. Te puedo decir que hizo cosas muy interesantes que oxigenaron todo. El ánimo era distinto.

“De Felipe Calderón recuerdo mucho eso del Hijo desobediente y de cómo dijo ‘yo quiero’ y que se hace de la candidatura y luego de la Presidencia. Con él platiqué muchas ocasiones, nos echamos una carne asada aquí en su casa en Las Águilas”.

De Enrique Peña recuerda que era un personaje “de líos, porque es un poco distraído, sentimentalmente hablando. Era un poquito distraído y andaba como en esas cosas, pero lo relevante es que la clase política le otorgó el poder rapidísimo. Toda la clase político dijo ‘este va a ser el presidente’. Platicamos muchísimo desde que era diputado, luego cuando era gobernador y entonces comíamos unas enchiladas buenísimas ahí en Toluca”.

Del actual mandatario relata que platicaba mucho con él en Copilco, al sur de la Ciudad de México y “jugábamos beisbol —yo soy malísimo para el beisbol y nos ponía unas palizas espantosas. Entonces a Andrés Manuel López Obrador lo conozco de hace mucho tiempo. Y entonces era muy interesante platicar el tema de Calderón. Es una personalidad que te abraza, no como a los delincuentes, no, realmente tenía una personalidad abrazadora. No sé si todavía tiene esta voluntad de que efectivamente las cosas sean distintas. Le agradezco que en todas estas cosas ríspidas que hemos tenido se refiera a mí como su amigo”.

Concluye que es muy interesante haber convivido con todos los presidentes, “pero también queda un sentimiento de decepción, como en todos los ciudadanos, porque una cosa es conocerlos y otra ver sus resultados. No sé qué les pasa cuando llegan a esa posición de poder absoluto, no sé si son demasiados frentes abiertos, no sé si son demasiados incendios, no sé si son demasiadas emergencias o no sé si la gente que les hace esa coraza alrededor los hace dejar de ver aquello que veían incluso antes de ser candidatos”.

Compromiso diario

Javier Alatorre habla del pasado y asegura que se enfoca más en el presente: “Sí, veo para atrás y me da gusto ver lo que hemos construido, pero no lo puedes tener así de ‘qué fregones somos: miren, 30 años’. No, no. Eso no significa absolutamente nada. Tienes que regresar al origen, a lo que te motivó y a la esencia de esto. Yo sé, está toda esta historia de qué fregón no sé qué. Pero lo cierto es que lo que cuenta es el noticiero de hoy en la noche”.

—Cada día un reto diferente.

—Exacto. Tienes una sola oportunidad de hacerlo bien, nada más, porque la televisión es muy ingrata, nuestro oficio es muy ingrato. Puedes construir cosas maravillosas, pero lo vertiginoso de los medios de comunicación hace que de pronto esa historia pueda ser insuficiente. Hoy tienes que salir a competir con lo que tienes, con lo que has logrado ante un escenario absolutamente distinto al que había hace 30 años.

“Nunca hay que perder la audacia ni la insolencia ni aquello que te lleva a proponer”.

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—Ahora, además de la radio, hay redes sociales…

—A mí me emocionan mucho las redes sociales, las plataformas, todo este mundo digital. Creo que son herramientas muy útiles que debemos utilizar todos, aprender a usarlas. Pero al final del día a navegar en este mundo apenas estamos aprendiendo todos, desde los expertos, todos ellos, incluso los que ponen en primera fila de la mañanera; todos tenemos que aprender diario, porque todos los días la parte digital se va modificando. Le tienes que dedicar tiempo, lo tienes que aprender y lo tienes que utilizar.

Pero hay una gran verdad, dice: “En la actualidad 80% de la población en México se sigue informando a través de la televisión, porque es confiable y es emocional. Es decir, comparte las emociones conmigo y porque me presenta las evidencias de lo que está diciendo. La gente puede ver en redes que el presidente Biden se cayó y luego sale un meme y no sé cuánto. Pero en la noche vas a ver si efectivamente se cayó Biden y ahí están las imágenes. Eso se llama confianza y hay que alimentarla, porque es oro molido.

“La radio es maravillosa, hacer radio me encanta. Las plataformas son increíbles, son una poderosísima herramienta pero la televisión es un vehículo entrañable. Más de 90% de los hogares en México tiene una televisión y está así, encendida, y yo siempre pienso en dos cosas: uno, en tu casa a quién dejarías a las 10:00 de la noche que esté con tus hijos hablando. ‘Pásale y siéntate aquí con mis hijos’. Eso es confianza. Y cuando a mí me permiten entrar a los espacios más íntimos de una casa a conversar y a compartir varios temas, pues eso es muy valioso.

“Sí, agradezco que me inviten aun cuando parece que soy muy atrabancado y más con mi grito de ‘¡Esta noche en Hechos!’ En verdad, gracias porque durante 30 años me han acompañado. Yo lo respeto y lo valoro muchísimo.

“Y segundo, algo muy, muy especial y que igual valoro mucho: saber que todos los días una persona, una joven o una jovencita van a ver el noticiero por primera vez. Siempre me lo imagino así. Puede tener doce años, 13, diez, y lo va a ver porque quiere reflexionar sobre las noticias: escuchará por primera vez algo que yo le dije y tengo esa posibilidad de sumar y de que se haga un juicio sobre algo que está sucediendo en el país”.

—La audiencia es muy diversa, a veces se trata de la que quiere escuchar noticias por primera vez y otras de la que sigue un evento especial.

—Claro. Y esas coberturas significan mucho trabajo, te absorbe todo lo que se tiene que hacer. En ese momento estás pensando ‘tengo que hacer esto o lo otro’. Tiene que salir impecable, revisar que si el satélite, que si se ve, que si no se ve, que si llegó fulano; luego los horarios tan extraños; hasta que terminas es cuando te das cuenta de todo el tema.

“Y cada situación es distinta, puedes estar en un terremoto en Haití y si te detienes a ver el sitio donde estás parado pues te derrumbas emocionalmente. Tienes que estar muy frío. Cuesta mucho trabajo no involucrarte emocionalmente en una tragedia: un terremoto, un huracán. Y sabes que debes enfocarte en lo que estás haciendo. Ya después puedes abrirte a muchas otras cosas.

“Pero como te decía, siempre habrá cosas más amables. Recuerdo que una vez iba a Jalisco a hacer un reportaje de alguna situación. Creo que iba a hacer algo del Lago de Chapala. En el camino, en un ejido, vi una escuela muy bonita y que me regreso. Ya sabes, generalmente decimos que las sillas están rotas, que no tienen bebederos, y que así es, lastimosamente. Pues vi una escuela muy bonita, bien pintada, con sus arbolitos. ‘Vamos a ver’, dije. Y ahí entro al ejido y voy a la escuela.

“Resulta que habían hecho algún evento, un desfile, pues que voy y era tan pintoresco, tan atractivo, tan alegre, que les pedí que por favor lo repitieran para poder grabarlos. Platiqué con los niños y fue una historia increíble”.

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Un gran respaldo

La historia de Hechos va íntimamente ligada a la historia de Televisión Azteca y de Grupo Salinas: comparten historia, batallas y muchas victorias y éxitos.

—Contaste con el apoyo de un empresario visionario.

—¡El Tío Richi! No, hombre, Ricardo Salinas Pliego es el primero en esta historia. Mira, si nosotros en Hechos tenemos un instinto para hacer estas cosas, Ricardo Salinas tiene un instinto increíble, una visión de las cosas que hay que respaldar y que hay que apoyar. Si aquí está Televisión Azteca es porque Ricardo la ha defendido a capa y espada. Hemos tenido unos enemigos feroces. Lo veo ahora que hacíamos el recuento de estos seis sexenios. Como dice Ricardo, los gobiernícolas no tienen otra cosa que hacer que estar fregando. Es admirable la determinación de Ricardo, no solo por defender sino por hacer que esto florezca. Y ahí está como testigo Hechos, un testigo de la historia reciente del país en los últimos 30 años.

“Estoy convencido de que Grupo Salinas, Televisión Azteca y Hechos definitivamente provocamos un cambio en la vida política y un cambio en la vida de nuestro país. El iniciar un espacio libre, el iniciar un espacio con una propuesta nueva, no solo iniciarlo sino mantenerlo, defenderlo, impulsarlo, un espacio disruptivo absolutamente, pues nos llevaba a un gran cambio en el país.

“Definitivamente Hechos, Azteca y el Grupo han influido muchísimo en los cambios no solo de la vida política sino en los cambios de la comunidad, en el cambio del país, el cambio de la manera de pensar, muchísimo. Porque si fuera una televisión estática, si fuera un medio de comunicación sumiso, no íbamos a influir en que la gente quiera ser libre o en que la gente quiera cambiar, o en que los jóvenes vieran también muchísimas formas de plantearse la vida misma. Definitivamente Azteca y el Grupo han sido no solo un factor disruptivo sino además una herramienta poderosísima para que el ciudadano cambie y sea distinto absolutamente.

“No somos un medio que solo esté ocupando una frecuencia. Tal vez la gente dice que andamos siempre de conflicto, tal vez; pero también hemos despertado otras muchas cosas. También hemos despertado empatía y también hemos despertado que la gente sepa que la vida es maravillosa, que el éxito es increíble. Como dije por ahí en una ocasión: la vida es una gran noticia. Esa es la mejor noticia. Y un medio agachón, estático y sumiso nunca lo hubiera hecho”.

—¿Momentos difíciles para el periodismo y la libertad de expresión?

—Sí, ahora. Pero te diré que me fue pésimo con Peña, terrible. Yo diría que con ningún presidente, a mí en lo personal, me ha ido bien. Con ninguno. Es muy difícil el poder, la gente de gobierno es muy difícil y sobre todo la menudencia, los caciques, los presidentitos municipales, todas estas cosas son terribles y hemos tenido agresiones a compañeros reporteros, corresponsales, compañeros desaparecidos. Ha sido muy difícil. Que es muy difícil en este momento, sí. Pero, vaya, no tiene por qué ser así. Necesitamos un país con más libertad de la que tenemos, muchísima más. Pero no es característica de este gobierno. Lidiar con los gobiernícolas por más de 30 años ha sido una cosa complicadísima y algunos son mucho más rudos.

—¿Hay Hechos para un buen rato?

—¡Claro que sí! Mira, así como no me detengo mucho a ver los 30 años anteriores, yo veo más bien el día uno y luego el dos y así: no le he puesto un límite de ‘hay para cinco, para diez, para 20 o 30’. Hay para el de hoy en la noche, que es el que me importa, el noticiero de hoy en la noche. Y así lo pienso todos los días. Y así vas construyendo toda la vida. Ese es el más importante, porque si te pones a pensar en el noticiario que vas a hacer dentro de diez años, vas a descuidar el de ahora. Siempre pienso en el de hoy. Y las personas que van a ver el noticiero hoy son lo más importante, las personas que por primera vez van a ver el noticiero hoy. ¡Para mí es muy emocionante!

Javier Alatorre

• Nació en Navojoa, Sonora.

• Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación.

• A los 16 años comenzó como ayudante en el área de Redacción de Noticias de la extinta Imevisión.

• Fue corresponsal de guerra en Oriente Medio, África y Centroamérica.

• Recibió el Premio Nacional de Periodismo otorgado por el Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo.

• A partir de 1994 y hasta la fecha conduce el noticiero Hechos de Televisión Azteca.