UNIVERSIDAD DE LA LIBERTAD: CONVERSAN SOBRE PROSPERIDAD E INNOVACIÓN

Esaú Sánchez
Nacional
UNIVERSIDAD DE LA LIBERTAD

Como parte de su misión de convertirse en un espacio para dialogar y debatir sobre los grandes problemas de la sociedad, la Universidad de la Libertad (UL) llevó a cabo el conversatorio El momento de América Latina: retos y oportunidades, mismo que pertenece a la serie de seminarios Libertad, innovación y prosperidad.

En esta ocasión participaron el reconocido economista internacional e integrante del programa académico Henry Ford II en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), Sebastián Edwards; la profesora de Economía en la Universidad Estatal de California en Long Beach, Alejandra Cox; y como moderador, el presidente del Mexico Business Forum y director de Atlas Network en América Latina, Roberto Salinas León.

A pesar de que la región atraviesa una etapa de cambios y desafíos por la polarización, la violencia y los autoritarismos, Salinas León aseguró que hoy la cultura empresarial pervive y continúa gestándose en Argentina, Brasil y México. Más aún, indicó que “uno de los grandes temas que ha despertado un optimismo cauteloso ha sido el nearshoring”.

En este sentido, Edwards compartió algunas reflexiones puntuales sobre la libertad económica como vía para la construcción de países más prósperos. De hecho, partió de su libro The Chile Project: The Story of the Chicago Boys and the Downfall of Neoliberalism para compartir cómo a principios del siglo XXI Chile logró lo imposible y superó a Argentina y otros países de América Latina en términos de ingresos económicos y hasta de calidad de vida.

“Fue el milagro neoliberal de Chile, y solo pudo ser posible por las buenas políticas económicas que enfatizaban el rol del mercado, la competencia, la innovación, la productividad, el orden y el estado de derecho”, detalló.

Pero el libro también retrata la disolución de dicho milagro socioeconómico: “Sí, en 2001 Chile fue el mejor país de América Latina, pero en 2020 fue superado por Panamá. Y eso fue por un descuido”. Edwards refiere que luego de instaurar las buenas políticas económicas, sus economistas e ideólogos, los llamados Chicago Boys, “declararon que la guerra de las ideas en Chile había terminado, que la habían ganado y que no era necesario continuar”.

Esta victoria, comparte, se vio reflejada en la adopción por parte de Ricardo Lagos, un presidente chileno socialista, de las medidas que promovían la libertad y el sistema de mercados. No obstante, los economistas e ideólogos opositores decidieron “ir a universidades europeas: leyeron a Judith Butler, a Antonio Gramsci y a la Escuela de Frankfurt. Así, entendieron que, realmente, quien controla la narrativa controla el poder y elaboraron la narrativa de que las políticas económicas de los Chicago Boys eran corruptas”.

Para Edwards, la administración federal y el bienestar económico están íntimamente relacionados con la educación, las ideas y los discursos: “Mi lección es que la guerra de las ideas no termina nunca. Y en el caso de México me preocupa que en lugar de entrar al siglo XXI está regresando a la década de los 70; la nostalgia derrotó al progreso”.

El centro de la economía

Alejandra Cox, a su vez, compartió su experiencia como presidenta de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones (AAFP) de Chile, detallando que parte del denominado milagro chileno estuvo relacionado con el sistema de pensiones. “Cuando un modelo es virtuoso, el motor para invertir y seguir creando empleo son esas cotizaciones de los empleados y trabajadores: sus ahorros. Por eso no es exageración decir que un buen sistema de pensiones es el centro de los sistemas económicos”.

Tal y como lo señalaba Edwards, este auge económico tuvo su posterior caída, cuando la tasa de ahorro de los trabajadores chilenos se mantuvo en 10% a lo largo de los años, algo bajo comparado con el resto de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

“Además, la idea del ahorro se complica porque en nuestros países hay un sector informal importante: no contribuyen lo que estipula la ley y, por tanto, sus ahorros dependen de ellos. Y si ellos no se preocupan por ahorrar, llegan a la edad para pensionarse con muy poco dinero”, agregó.

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La cuestión se complica si pensamos que a nivel mundial “nuestras poblaciones están envejeciendo rápido y viviendo más, de manera que la gente que está en edad para trabajar es menor comparada a la que está en edad para pensionarse”. Por ello, Cox insiste en que la mejor forma para financiar un sistema de pensiones es a partir del ahorro.

“México tiene la ventaja de que tienen un nivel de ahorro bastante razonable y su gran reto es poder incorporar a más trabajadores a un sistema de ahorro, de modo que no sea algo exclusivo del sector formal”, indicó.

Cuestionados sobre el futuro cercano de nuestro país, Edwards y Cox mantuvieron posiciones opuestas. El primero insistió en que México debe formar parte de la modernidad, “dando espacio al sector privado, la competencia, innovación, libertad, productividad y no a las tonterías”.

Para la segunda, logros como la propia UL dan la pauta para tener esperanza, pues “México es un país de grandes recursos humanos y naturales; hay un gran avance y es labor de los jóvenes estudiar la historia de los últimos 30 años y no dormirse en sus laureles, porque así no se avanza: hay que entender que debemos construir sobre lo que ya existe”.

Ante esto, Edwards fue categórico: “Hay oportunidades, pero una oportunidad multiplicada por cero da cero y vivir en la narrativa de la década de los 70 es multiplicar por cero”.

“El momento de América Latina: retos y oportunidades” fue un evento realizado en colaboración con el Centro Ricardo B. Salinas Pliego. A través de este se busca ofrecer conversatorios que motiven a las juventudes a reflexionar sobre la importancia de las ideas disruptivas, la libertad y la construcción de sociedades más prósperas.