Dinastía Bonilla
Estamos frente a un texto dramático poderosísimo y, al mismo tiempo, con una sutileza impresionante: Almacenados, del dramaturgo español David Desola (Barcelona, 1971), un proyecto escénico de calidad y trascendencia.
Nos encontramos dentro de un espacio lleno de posibilidades: un almacén donde sucede una serie de eventos en un escenario con mínimos elementos. Estamos frente a un texto dramático poderosísimo y, al mismo tiempo, con una sutileza impresionante: Almacenados, del dramaturgo español David Desola (Barcelona, 1971), un proyecto escénico de calidad y trascendencia.
Este autor en poco tiempo se ha colocado como uno de los dramaturgos más representados, ganándose un lugar importante en la dramaturgia contemporánea. Su obra, con tintes existencialista, es en sí garantía de calidad y reflexión.
El registro
Almacenados cuenta la historia de Lino, un obrero cercano a jubilarse, interpretado espléndidamente por Héctor Bonilla, explorando su capacidad humana, sus carencias y preocupaciones de una forma real, verdadera, convirtiéndolo en un personaje entrañable y una víctima de su propia realidad.
Lino, quien lleva 29 años de servicio dentro de un almacén que hace mástiles de aluminio para barcos, debe preparar a su relevo, Nin, en el procedimiento de trabajo en ese almacén. Le explica desde cómo debe registrar su asistencia, hasta llevar puntualmente el reporte de entrada y salida del material del lugar.
Sin embargo el almacén lleva años vacío y aparentemente nada sucede. Hasta que Nin —personaje interpretado por un Sergio Bonilla más maduro en escena, quien luce con más experiencia, seguro y convincente, consiguiendo el equilibrio necesario entre estos complejos personajes en escena—, a través de sus acciones y cuestionamientos crea con Lino un vínculo inquebrantable, al grado de que la vida de estos dos personajes cambia radicalmente, entre otras cosas por la consecuencia de una mentira.
Hallazgo
Fernando Bonilla, también hijo del primer actor, dirige y, junto con su hermano Sergio, se “almacena” para aceptar el reto de hacer un buen teatro. El resultado es lo esperado: un teatro profundo, sincero, honesto y responsable.
El montaje está cargado de aciertos, sensibilidad escénica eficaz, que el público percibe y agradece, donde se tocan diversos puntos de manera ágil, sutil e inteligente. Puntos por demás preocupantes en nuestra sociedad: una organización laboral afectada por la deslealtad del corporativismo hacia sus empleados; de la mentira para justificar una existencia perdida; y de la ausencia de un objetivo en la vida para cualquier ser humano. Temas que nos obligan a replantearnos algunas preguntas esenciales del hombre: ¿quién soy; cuál es la razón de estar vivo; qué misión tengo en esta vida?
La obra maneja un buen ritmo. Los matices escénicos son eficaces. La iluminación, a cargo de Alberto Lomnitz, transmite la atmósfera deseada: soledad, hastío, mentira, desilusión... según se va desarrollando la historia.
Este texto dramático, lleno de posibilidades y retos para los intérpretes, cumple, sensibiliza, preocupa y deja huella. Montada hace seis años por Héctor Bonilla, ahora en el Foro Shakespeare, este año contó con una exitosa temporada y se presentará hasta finales de diciembre, para continuar con una breve temporada el próximo año. Si desea disfrutar en escena a la dinastía de los Bonilla, además de conocer un buen teatro, con una dirección responsable, un texto digno de representarse y extraordinarias interpretaciones, Almacenados cuenta con la dosis precisa para ser una obra contemporánea perfecta.#dramafilia
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