De jornaleros a empresarios, 2 hispanos exitosos en EUA

Comenzaron cortando hierba mala y recogiendo frutos en campos donde le pagaban entre 40 y 50 dólares por 11 horas de trabajo al día, ahora son empresarios.

Bairo Erreguin y Plácido Díaz, son migrantes que se convirtieron en pequeños empresarios agricultores, luego de haber sido jornaleros por varios años en EUA
Foto: AP
Agencias
Política
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Llegó de México en los años 80, sin papeles, y comenzó cortando hierba mala, recogiendo guayaba, yucas y tomates en campos donde le pagaban entre 40 y 50 dólares por 11 horas de trabajo al día.

Hoy Bairo Erreguin renta unas 16 hectáreas en las que cultiva calalú y tiene 3 empleados. Las ventas le generan unos 27 mil dólares al mes, tiene varias propiedades en Estados Unidos y México y un capital de cerca de 200 mil dólares en plantas y maquinarias agrícolas.

La historia de su compatriota Plácido Díaz es similar.

Trabajó 6 años como peón en viveros y campos ajenos, donde cultivó plantas ornamentales y recogió calabazas, frijoles y maíz. Un hermano lo ayudó a venir a Estados Unidos, enviándole los mil 500 dólares que necesitaba para cruzar la frontera sin papeles. Él hizo lo mismo con otros 2 hermanos. Años más tarde los 4 se asociaron y con los ahorros que lograron como jornaleros, rentaron 2 hectáreas de tierra y sembraron sus propias calabazas y frijoles. Poco después compraron un terreno de 2 hectáreas por 150 mil dólares e instalaron un vivero.

Díaz adquirió una casa de 3 cuartos, acaba de independizarse y había abierto su propio negocio, donde tiene un inventario de 20 mil dólares de plantas tropicales como palmeras, crotos e hibiscus.

Erreguin y Díaz son un ejemplo de lo que han logrado en Estados Unidos decenas de miles de campesinos hispanos que llegaron al país sin un centavo en su bolsillo y luego de trabajar como peones de campo abrieron sus propios negocios.


“Es para prosperar porque trabajando por un sueldo no me daba”, manifestó Erreguin, de 45 años, tras recordar que ganaba 200 dólares a la semana. “Para prosperar hay que tener muchas ganas de trabajar. La agricultura es un trabajo muy pesado y el menos pagado, pero por lo menos produce productos por los que se paga algo”, señaló en entrevista para

The Associated Press.

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En todo el país hay cerca de 2 millones de trabajadores agrícolas, la gran mayoría de ellos de origen latinoamericano, según la Unión de Campesinos, la mayor coalición de jornaleros agrícolas de Estados Unidos.

Después de haber trabajado 8 años en campos de otros, en 1996 Erreguin invirtió sus ahorros de mil dólares en semillas y fertilizantes, y alquiló poco menos de una hectárea por 400 dólares al año para sembrar calabacines amarillos. Al poco tiempo sumó otras dos hectáreas de ocra, compró una turbina para regar, una fumigadora y 4 tractores para arar.

Llegó a tener 300 hectáreas de sembradíos propios, pero se achicó tras la pérdida de cerca de medio millón de dólares en sus campos de ocra, cilantro y calabacín que le provocó el paso de los huracanes Vilma y Katrina en el 2005.

Ahora alquila 3 campos con un total de 40 hectáreas y vende sus vegetales a distribuidores mayoristas. Como se trata de productos que pocos comercializan, se da con el gusto de fijar él mismo el precio de venta, en lugar de aceptar lo que quieran pagarle.

“Me vine con la intención de hacerme una casita en México, llevarme una pick-up (camioneta) y 5.000 dólares. Eso era todo lo que yo anhelaba, y gracias a Dios se me ha dado todo lo que he querido”, dijo.

El hombre, que regularizó su situación migratoria con una amnistía aprobada en 1986 que benefició a por lo menos 3 millones de inmigrantes sin papeles, trabaja 11 horas al día junto a su mujer mexicana y con el fruto de su esfuerzo han comprado una casa de 4 cuartos en la ciudad vecina a Miami, un terreno en el extremo sur de la península de la Florida, y 2 casas y 2 terrenos en México.

Elvira Carvajal, una organizadora de la Asociación Campesina de la Florida, explicó que la mayoría de los granjeros hispanos son inmigrantes que ya regularizaron su situación migratoria, se dedicaban a las tareas agrícolas en sus países y han invertido todos sus ahorros o han hipotecado sus casas para convertirse en pequeños empresarios agrícolas.

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