Hispanos podrían ser beneficiados por ajuste a crédito estudiantil

Desde el pasado primero de julio entró en vigencia un ajuste a las tasas sobre préstamos estudiantiles, los cuales podrían beneficiar a los hispanos.

Créditos podrían ayudar a que hispanos termines la carrera universitaria
Foto: Creative Commons,
Política
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Gustavo López sabe que en septiembre del próximo año, cuando su hijo Esteban termine la secundaria, tendrá que pedir un crédito estudiantil, ya sea con recursos federales o de la banca comercial para que su heredero vaya a la universidad.

“Uno se dedica a trabajar y cada dólar que entra es para pagar los gastos de la casa y no puede hacer un ahorro para la educación de los hijos”, comentó López, mexicano de 51 años que es trabajador temporal en la oficina de pruebas de un banco en Houston, Texas.

El hijo de López es uno de los 11 millones de nuevos estudiantes que, según cálculos de la Casa Blanca basados en números de la Oficina de Protección al Consumidor Financiero (CFPB, por las siglas en inglés), se beneficiarán cada año, y a partir de este otoño del hemisferio norte, con el ajuste de las tasas sobre los préstamos estudiantiles que pronto se convertirá en ley tras pasar el principal obstáculo en el Senado de los Estados Unidos esta semana.

Desde el pasado primero de julio entró en vigencia un ajuste a las tasas sobre ese tipo de préstamos con recursos federales, al pasar del 3,4% al 6,8%, lo que puso en duda a familias como la de López en cuanto a su prelación por estudiar o trabajar mientras ahorran para cubrir el costo de ir a la universidad.

Tras la decisión del Senado, los créditos quedan atados a lo que ocurra en el mercado financiero con los intereses de los títulos del Tesoro a 10 años más 2,05% en créditos para estudios de pregrado; más 3,6% para financiar postgrados y más 4,6% para los denominados PLUS loans, que son los créditos que toman los padres de los estudiantes para cubrir parte del costo de la educación de los hijos.

Con base en esos márgenes, actualmente un préstamo para pregrado pagaría interés del 4%; postgrados alrededor de 5,5% u los PLUS 6,5%.

¿Pero porqué afirmamos que los hispanos están entre los más beneficiados con el ajuste?

Según cifras suministradas a la AP por el Center for American Progress (CAP), en la década de 2001 a 2011 el número de hispanos con un diploma universitario creció 80% al pasar de 2,1 millones a 3,8 millones. A pesar del crecimiento, solamente el 14% de los hispanos en edad superior a 25 años tienen en Estados Unidos un diploma de educación superior, frente al 34% de los blancos.

“La razón más común para que se dé esa brecha (entre los hispanos con y sin preparación académica superior) es la presión que existe entre los hispanos para apoyar financieramente a sus familias y que los enfrenta a escoger entre la universidad y sus familias”, dice una encuesta del Pew Hispanic Center que es citada en un documento del CAP.

Por lo anterior, concluye el CAP, “las bajas tasas de interés son mucho más importantes para que los jóvenes latinos terminen sus carreras universitarias”.

La importancia de que el Congreso tome una decisión acerca de las tasas de interés de los créditos para estudiantes radica en que el 85% de los préstamos provienen de recursos del gobierno. Es decir que por cada 100 dólares prestados, 85 dólares los desembolsa el gobierno federal.

Hoy en día, el saldo total de los préstamos estudiantiles se ubica entre 1,1 billones de dólares y 1,2 billones de dólares, según datos de la Reserva Federal (FED, por las siglas en inglés).

Teniendo en cuenta que la decisión de tomar un préstamo para estudiar depende en gran medida de la tasa de interés, la iniciativa del Congreso de atarla a las condiciones del mercado les viene muy bien a las entidades financieras porque genera competencia.

Los bancos podrían aumentar su participación en el segmento estudiantil y ofrecerían más recursos a quienes no pueden acceder a préstamos federales o para quienes la ayuda federal no es suficiente para cubrir el costo de la universidad.

En Texas, que es el segundo estado con mayor población hispana (9,5 millones, frente a 14 millones en California, según el Pew Hispanic Center), el costo promedio de un año de pregrado es de 10.576,50 dólares (incluye vivienda y libros), según dados de la Universidad de Texas en Austin. De manera que si el hijo de López quiere ir a esa ciudad a estudiar debe disponer de 42.306 dólares.

Según cálculos de la Casa Blanca, el ahorro para un crédito promedio de 6.565 dólares para un año de estudio en Texas, bajo la iniciativa aprobada por el Senado, sería de 1.464 dólares.

De cada 10 estudiantes hispanos que atienden la universidad, seis usan crédito estudiantil y de cada 10 estudiantes hispanos que se gradúan, siete terminan con una deuda promedio de 22.886 dólares, indican las estadísticas del Center for American Progress.

Como se puede ver, una deuda de esa magnitud y un costo superior a los 42.000 dólares para obtener un título universitario no es que sean un precio muy bajo, pero es el costo de seguir en la búsqueda del sueño americano. Y bien vale la pena.

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