Sobre la calle Aztecas se encuentra el comercio de Lourdes Ruíz, un local que oferta ropa para bebé, mamelucos y “calzones de bajo color”, como anuncia su dueña, campeona invicta de albures desde hace 16 años.
Doña Lourdes, una mujer menuda y de risa fácil, nació en Tepito en 1971, toda su vida ha radicado aquí y no podría estar más orgullosa de su barrio, sin embargo reconoce que sobre su hogar recae un estigma muy grande.
“Hay mucho universitario aquí, y si vas a conseguir trabajo a cualquier colonia nada más por tener la dirección de aquí te lo niegan”.
En su familia se presentaron estos casos:
“Tengo dos familiares que tuvieron ese detalle. Hay una licenciada en leyes aduanales y en el aeropuerto no le dieron chamba. Nada más por la dirección de aquí. Después se lo manifestaron. Al momento se lo negaron pero después se lo manifestaron. Que era por la dirección”.
El familiar de Lourdes no está disponible para contar por sí misma su historia, se encuentra trabajando en Estados Unidos, específicamente en Los Ángeles, donde los prejuicios sobre los habitantes de Tepito no la alcanzan.
Derechos maltrechos
El estigma generalizado que prevalece sobre los habitantes del llamado “barrio bravo” es, en muchos casos, un impedimento al acceso de algunas garantías y también la puerta para el atropellamiento de otras.
La idea generalizada de que todos los habitantes de Tepito son personas agresivas o están relacionados de alguna manera con el crimen es sólo una parte del conflicto. Cuando se les niega el derecho al trabajo o a la vivienda, el estigma se convierte en un obstáculo que les impide salir del ambiente social por el que son juzgados en primer lugar.
Sin embargo, a la fecha no existen estudios o análisis que puedan ofrecer una dimensión real sobre el problema de discriminación por lugar de origen, dígase Tepito, Iztapalapa, Doctores o el mismo Distrito Federal.
José Antonio Ibáñez, titular del programa de derechos humanos en la Universidad Iberoamericana, aseguró que urge hacer un corte para atender el problema, pues es un foco rojo que las autoridades no están atendiendo.
La gran mayoría de las violaciones a los derechos humanos se encuentran vinculadas con discriminación, comenta Sandra Salcedo, quien junto a José Antonio Ibáñez forman parte del programa de DH de la Universidad Iberoamericana.
“Siempre están esos cortes de encontrar el por qué una persona vale menos que yo y ahí está todo el caldo de cultivo”, comenta.
El especialista piensa que una reivindicación del barrio de Tepito en la concepción que tienen de él los habitantes de la Ciudad de México es posible, pues ya se ha dado antes.
“Es un barrio con una gran tradición en México, y una gran capacidad cultural, artística”, apunta.
Sin queja, no existe problema
Jacqueline L’Hoist, presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en el Distrito Federal, aseguró que la falta de estudios o cortes respecto a este fenómeno, radica en que la persona agredida no presenta denuncias, ni quejas.
Para la funcionaria, la palabra “tepiteño” o cualquier otro adjetivo referente al lugar de origen de la persona, no debería representar ningún problema, siempre y cuando no vaya acompañado de una incitación al odio.
Refirió que si ellos no se sienten agredidos, pudiera deberse a que no están tan empoderados como otros grupos que reconocen su vulnerabilidad, y que mientras esto no cambie, el debate respecto al tema continuará sobre la mesa.
¿Cómo atender el problema?
La segregación por el sitio donde se vive no debe permanecer desatendida, coinciden los especialistas.
- Intervención gubernamental: Además de una medición de la problemática se echan en falta políticas públicas para cambiar la idea de los ciudadanos sobre los residentes de un barrio que ha llegado a ser considerado la síntesis de lo mexicano.
- Educar para prevenir: Jacqueline L’Hoist, presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en el Distrito Federal opina que además de políticas públicas es necesario tener incidencia en los programas educativos de la Ciudad de México para sembrar una cultura de la no discriminación desde un principio.
José Antonio Ibáñez, titular del programa de derechos humanos en la UIA, piensa que una reivindicación del barrio de Tepito en la concepción que tienen de él los habitantes de la Ciudad de México es posible, pues ya se ha dado antes.
“Es un barrio con una gran tradición en México, y una gran capacidad cultural, artística”, apunta.
En la década de los 70 Tepito experimentó un renacimiento a través del arte y las actividades culturales, bajo un modelo que bien podría replicarse en estas fechas.
Durante un tiempo el barrio fue visto como semillero de artistas, artesanos, deportistas y escritores, gracias al colectivo “Tepito Arte Acá", más allá del carácter comercial que siempre ha caracterizado a la zona y la criminalidad que se le achaca.
La dignificación de Tepito a través de sus habitantes puede darse de nuevo, pues como pocos, es un barrio que aún conserva una identidad y cultura propia, aunque los habitantes del Distrito Federal lo hayamos olvidado.