En México 80% de las tierras destinadas a la agricultura sufre degradación debido al sobrepastoreo, el uso excesivo de pesticidas y el mal manejo del agua, afirmó la encargada del grupo de investigación de Cambio Climático y Biodiversidad de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, Leticia Gómez Mendoza.
En el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se conmemora este 17 de junio y cuyo lema para este año es “Proteger el planeta, recuperar la tierra y la participación de la gente”, indicó que las zonas más vulnerables se ubican en Chihuahua, Coahuila, Sinaloa, Jalisco y Sonora, puesto que ahí la degradación se relaciona con la aridez y la sobreexplotación de mantos acuíferos.
“La desertificación es todo proceso de degradación de la tierra por actividades humanas: el sobrepastoreo, la deforestación o el decremento de la biodiversidad, y se refleja en la pérdida de la fertilidad del suelo, la erosión y el cambio en la generación de los patrones biogeoquímicos que tiene el suelo con las plantas”, expuso la integrante del Colegio de Geografía de la FFyL.
A nivel mundial, 50% de los suelos agrícolas también enfrenta desertificación, lo que podría ocasionar que en los próximos años disminuya 12% la generación de alimentos y sus precios aumenten hasta 30%, aseveró Gómez Mendoza.
En México 60% del territorio tiene climas áridos o semiáridos, pero la sequía no sólo se genera por la disminución de las precipitaciones, sino por actividades agrícolas, urbanas y económicas, añadió. “Los retos no son fáciles porque se prevé que la zona norte del territorio será cada vez más seca, y el sur cada vez más húmedo. Esta bipolaridad se exacerbará con el tiempo”.
En las comunidades urbanas es necesario impulsar políticas del uso racional del agua, plantar más árboles y crear conciencia de que, como ciudadanos del mundo, requerimos adaptarnos cada vez más a cambios climáticos drásticos.
Además, se deberá seguir con el monitoreo de las sequías y emitir alertas, así como buscar que cada ecosistema cuente con el suministro de agua requerido para que pueda prestar servicios ambientales. Asimismo, aplicar mecanismos para la agricultura climáticamente inteligente, donde los cultivos y técnicas de uso de suelo agrícola estén acordes con el clima cambiante.
También es necesario formar a más geógrafos en climatología y meteorología, ya que las nuevas condiciones lo exigen. “Necesitamos más especialistas y documentar lo bueno o malo de las políticas públicas. Ésta es un área de trabajo importante ante un problema emergente en el país”, concluyó.