El Archivo General de la Nación (AGN) cumple 225 años: hoy es una de las instituciones más longevas de México y se ha convertido a través de los siglos en la estructura archivística e informativa más completa de América Latina, siempre abriendo nuevos cauces para que ciudadanos e investigadores puedan abordar de manera profesional todo el compendio de datos y documentos que ofrece el organismo.
Dependiente de la Secretaría de Gobernación el AGN resguarda en su sede, en el Antiguo Palacio de Lecumberri, millones de documentos que recrean el lado histórico y moderno de México.
Basta un recorrido por sus instalaciones para tomar conciencia de la importancia que reviste su labor y de la gran accesibilidad lograda en su desempeño.
María Fernanda Treviño Campero, directora de Publicaciones y Difusión del AGN, dice a Vértigo que se trata de “una de las instituciones más veteranas que tiene la nación y representa la posibilidad de resguardar la memoria, de tener organizada la información que se produce todos los días en la Administración Pública Federal: de eso se alimenta. Y eso aporta muchísimas posibilidades a la sociedad en temas de transparencia, protección de datos, de buen gobierno, para hacer estadísticas… Es lo que permite tener la memoria de todos los hechos que ocurren día a día. Eso es lo que realiza esta institución”.
Digitalización
—¿Cómo se presenta la documentación al público? ¿Cómo va la digitalización?
—Este tema de la digitalización es desde hace tiempo materia de discusión en el sentido de cuán benéfica ha sido o no. La situación es que la digitalización es un proceso que se utiliza para dos cuestiones principalmente. Por un lado lo que es la conservación, es decir, que ya no tengas que tocar los documentos, como es el caso de los que tenemos de la Inquisición aquí resguardados, del siglo XVI: su estado presenta condiciones difíciles y al momento que lo digitalizas ya no tienes que tocar el documento y correr el riesgo de que se siga dañando pues puedes consultarlo de manera digital.
Y la otra gran ventaja, indica, “es la accesibilidad porque con las nuevas tecnologías puedes acceder al documento desde otros lugares, no necesariamente en el sitio donde se resguarda. Pero el soporte debe mantenerse”.
Estas son las dos grandes razones para digitalizar, puntualiza, “pero para poder digitalizar tienes que tener antes un proceso de eventos técnicos que se llevan a cabo; por ejemplo, no puedes digitalizar fondos sin antes haberlos ordenado, identificado y estabilizado, ya que sería simplemente como sacar copias fotostáticas pero en un escáner, y al momento en que quieras buscar la información si no la tienes con metadatos será muy difícil que puedas acceder a ella; lo único que creas, entonces, son explosiones documentales pero ahora en megas”.
Reconoce que el AGN tiene que llevar todos estos procesos. “Actualmente tiene 52 kilómetros lineales de documentos que resguarda desde el siglo XVI hasta ahora. Es decir, el proceso de digitalización también requiere un recurso importante para poder comprar los equipos y más que nada para estar actualizándolos, ya que la tecnología va a tal velocidad que lo que guardas hoy en un software probablemente en dos años ya no lo podrás abrir. Todo esto necesita de protocolos, de cómo la información debe irse resguardando una vez que se digitaliza para que en los siguientes años puedas tener el mismo acceso. Actualmente el AGN tiene alrededor de 10% digitalizado de su fondo documental”, afirma.
—Se trabaja también en el AGN para combatir el tráfico ilícito de patrimonio documental…
—El AGN promovió estas acciones con la UNESCO. De hecho fue la institución que, con la Secretaría de Relaciones Exteriores, presentaron un documento para que pueda de alguna manera controlarse el tráfico ilícito de documentos; que además ha existido desde hace siglos pues esto no es algo que se esté dando de manera reciente.
Lamentablemente, añade, “muchos de los documentos que deberían ser resguardados en los archivos mexicanos se encuentran en otros archivos. Y no de una manera, digamos, ordenada: es impresionante que investigadores llegan a encontrar documentos en archivos norteamericanos y europeos. La manera en que estos llegaron a esos archivos no fue legal. Así como obras de arte o piezas de arqueología salen del país sin un inventario, igualmente pasa con el tema de los documentos. Esta campaña que se hace es para tener control de los documentos y que no nos los encontremos en subastas o en otros archivos.
Acceso
—¿Cuáles son los mecanismos para que los ciudadanos tengan acceso a los documentos que resguarda la institución?
—En el AGN tenemos lo que se llama el centro de referencias, donde el primer requisito que se pide al usuario es ser mayor de edad, es importante, y presentar tu credencial. Se hace un registro para tramitar una credencial de investigador y con esta se puede tener acceso a los documentos. Para ello es importante saber el tema que se investigará, si se deben traer ya unas referencias… La clasificación en los archivos es distinta a la de las bibliotecas: los archivos en el AGN te van llevando porque pides un expediente y ese te lleva a otro.
Agrega Treviño que “es como una práctica de Sherlock Holmes: vas investigando para tener ciertos datos pero vas obteniendo pistas que te llevan a un expediente tras otro. Entonces revisar los archivos sí tiene cierta complejidad en el sentido de que hay que saber cómo están organizados, a diferencia de una biblioteca. Pero si traes un tema aquí se te apoya para ir encontrando esa información porque finalmente el resguardo de los documentos, su conservación y preservación busca precisamente que la gente pueda consultarlos: un archivo que no puede ser consultado no tiene razón de ser”.
—Hay una Ley Federal de Transparencia. ¿Qué pueden encontrar los ciudadanos en el AGN que no se haga por medio de una petición de información vía INAI?
—La Ley General de Transparencia y Acceso a la Información, así como la de Datos Personales, indican lo que es la máxima publicidad y la protección de datos, respectivamente. Fue un trabajo muy arduo para que pudieran estar armonizadas estas tres leyes: transparencia, datos personales y archivos, porque se tocan finalmente. Lo que los archivos hacen es organizar la información. Hay información que mientras no tenga datos personales o datos sensibles puedes acceder a ella —es lo que comúnmente en los archivos históricos se hace; ahora bien, lo que sucede cuando existen datos personales es que se testan: eso es lo que se hace en los archivos históricos y eso es lo que está pasando en este tipo de expedientes; pero finalmente lo que determina qué se puede ver y qué no es la Ley General de Acceso a la Información.
María Fernanda Treviño agrega que “existen tres tipos de archivo: de trámite, de concentración y el histórico. Es importante entender que lo que está en un archivo ya es público, mientras que normalmente lo que se pide por medio del INAI es información que se está generando y se tiene en archivos de trámite y de concentración. Hasta que se hace la transferencia al AGN es que se vuelve de acceso público”.
—¿Cuál es su mensaje a los ciudadanos sobre la relevancia de estos acervos?
—El valor documental es siempre muy importante. En la opinión pública siempre se habla de las pirámides, la gastronomía y de una serie de elementos del patrimonio cultural pero nunca de los documentos, a pesar de que todos los días los utilizamos: nos identificamos con una credencial, tenemos un acta de nacimiento y quizás a diario con eso nos manejamos.
Por eso, concluye Treviño, “invitamos a escuelas y familias a hacer un recorrido por el AGN, que además se encuentra en un edificio emblemático de 1900 y tendrán oportunidad de conocer el Palacio Negro y escuchar sobre todos los tesoros de papel que resguarda el archivo, como el Acta de Independencia, las Constituciones y Códices… Tenemos un acervo fotográfico de cinco millones de negativos. El que quiera tocar un tema seguramente encontrará aquí información de lo que busca”.
RECUADROS
El AGN
El Archivo General de la Nación es un órgano descentralizado de la Secretaría de Gobernación que resguarda los documentos fundamentales del Estado mexicano y sus antecedentes históricos. La documentación que guarda procede de instituciones gubernamentales y entidades privadas. Incluye material de la época de la administración novohispana, así como del periodo nacional que inició en 1823. Está organizado en fondos. Contiene casi 375 millones de hojas que en longitud equivalen a aproximadamente 52 kilómetros. Sus registros más antiguos datan de la tercera década del siglo XVI y abarcan hasta 2017.
Sede
Hoy se ubica en el Palacio Negro de Lecumberri, en la Ciudad de México. Inaugurado el 29 de septiembre de 1900 fue edificado por el arquitecto Antonio Torres Torija y los ingenieros Antonio M. Anza y Miguel Quintana con base en un proyecto del arquitecto Lorenzo de la Hidalga y su propuesta teórica Paralelo de las penitenciarías, en la que hace un estudio comparativo entre diferentes tipos de panópticos. Durante sus primeros 75 años de vida Lecumberri fungió como la Penitenciaría del Distrito Federal convirtiéndose por decreto presidencial del 26 de mayo de 1977 en la sede del Archivo General de la Nación.
Nueva Ley General de Archivos
El 13 de diciembre pasado la Cámara de Senadores aprobó la Ley General de Archivos que establece los principios y bases generales para la organización, conservación, administración y preservación homogénea de los documentos en posesión de cualquier autoridad, entidad, órgano y organismo de los Poderes de la Unión. Además de los archivos en posesión de órganos autónomos, partidos políticos, fideicomisos y fondos públicos, así como de cualquier persona física, moral o sindicato que reciba y ejerza recursos públicos o realice actos de autoridad de la Federación, las entidades federativas y los municipios. Determina las bases de organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Archivos y fomenta el resguardo, difusión y acceso público de archivos privados de relevancia histórica, social, cultural, científica y técnica de México.