La muerte siempre acecha.
Alberto Balderas Reyes nació en la Ciudad de México el 8 de octubre de 1910 y falleció el 29 de diciembre de 1940. Se le conocía como El Torero de México.
Comenzó su carrera como novillero a los 17 años y en 1930 tomó la alternativa en Morón de la Frontera, España. Su estilo fue reconocido por su elegancia con el capote y su destreza en las banderillas, aunque se le consideraba menos fuerte con la muleta y con la espada.
Regresó a México, donde ocupó puestos destacados en el escalafón taurino local.
La tarde del 29 de diciembre de 1940 Balderas actuó en El Toreo de la Condesa, la gran plaza capitalina del Porfiriato (inaugurada en 1907), situada en la manzana delimitada por las calles de Durango, Salamanca, Valladolid, Colima y Oaxaca. Durante la lidia, Cobijero, un toro de la ganadería de Piedras Negras, lo hirió de gravedad; Balderas murió ese mismo día a consecuencia de la cornada. La prensa y la memoria taurina lo recuerdan como una de las muertes más impactantes en un ruedo mexicano de la primera mitad del siglo XX.
El Toreo de la Condesa funcionó hasta mediados de los años cuarenta; su estructura metálica se desmontó y reaprovechó para levantar el Toreo de Cuatro Caminos. En el predio original se edificó más tarde el primer Palacio de Hierro fuera del centro, conocido como Palacio de Hierro Durango (hoy con dirección Durango 230, Roma Norte). Diversas crónicas y notas de historia urbana lo señalan con claridad y hay una placa que alude al antiguo coso y a la tragedia de Balderas; incluso se precisa que marca el punto donde cayó herido de muerte. No es una señalización turística “oficial” de gran formato, pero sí una placa/azulejo recordatorio visible a pie de calle, citada recurrentemente por cronistas taurinos y de barrio. Si quiere verla, busque la entrada principal del Palacio de Hierro Durango (Durango y Valladolid); está en esa fachada.
Secuencia
Balderas murió por la cornada sufrida durante la faena de aquella tarde. Las fuentes coinciden en la secuencia esencial: el toro Cobijero de Piedras Negras lo prendió con violencia; la herida fue mortal y el diestro falleció ese mismo día. Los partes y reseñas de época varían en tecnicismos (sitio anatómico exacto de la cornada), pero los datos firmes son el lugar histórico: El Toreo de la Condesa fue uno de los recintos multifunción más importantes de la Ciudad de México, donde hubo corridas, ópera, box, espectáculos de variedades, su manzana 48 tenía “vista por cuatro costados” y una estructura pionera en hierro y acero; cerró en 1946; su “hermano” de Cuatro Caminos: nació de su estructura y sobrevivió hasta el siglo XXI; el sitio actual: hoy en ese mismo predio opera El Palacio de Hierro Durango, varias crónicas urbanas y taurinas locales lo reiteran, y dan la referencia de Durango 230 como la dirección precisa.
Un dato curioso es que el predio donde se ubicaba El Toreo es propiedad de la familia Baillères, grandes seguidores y defensores de la fiesta brava. Ellos tienen la ganadería de San Miguel de Mimiahuápam, Begoña y Zalduendo. El empresario Alberto Baillères tuvo un profundo vínculo con la tauromaquia, incluyendo la inversión de ganaderías, la gestión de las plazas de toros y su afición personal, que fue heredada al grupo empresarial.
Hay que recordar que el Palacio de Hierro es propiedad del conglomerado Bal, que ahora dirige el hijo de don Alberto, Alejandro.