Por: M. Bonilla / A. Rodríguez
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Entre los temas que el Congreso de la Unión pretende debatir en el segundo periodo ordinario de sesiones que dio inicio el pasado 1 de febrero figura la reforma para impulsar la productividad en Petróleos Mexicanos (Pemex), uno de los puntos más controversiales y relevantes en la agenda legislativa, por lo que se espera una ardua lucha entre las diversas bancadas antes de su posible aprobación.
Al respecto, el presidente Enrique Peña Nieto ha insistido en que su propuesta es permitir la inversión privada en la paraestatal sin que deje de ser una empresa pública, con el objetivo de elevar su productividad.
Y ante las advertencias de la izquierda en el sentido de que no permitirá “la privatización” de Pemex, el jefe del Ejecutivo ha sido claro al hacer énfasis en que la iniciativa no buscará entregar la gestión del petróleo a manos privadas. “No vale, ni se vale, que en estos momentos y a estas alturas, cuando hemos logrado avanzar en apego y cumplimiento a los acuerdos que hemos celebrado, haya quienes pretendan engañar a la sociedad; que digan que la propuesta quiere privatizar la empresa que es de todos los mexicanos”, refirió el mandatario.
Que no haya engaños. Nadie va a privatizar PEMEX o nuestros hidrocarburos. Al contrario: queremos tener la mejor empresa pública del mundo. — Enrique Peña Nieto (@EPN) 31 de enero de 2013
Asimismo, el apartado 2.5 del Pacto por México, firmado por los principales partidos políticos del país y el gobierno de la República, señala que en el primer semestre del año se presentarán las iniciativas para “transformar a Pemex en una empresa pública de carácter productivo”; “multiplicar la exploración y producción de hidrocarburos”, y “crear un entorno de competencia en los procesos económicos de refinación, petroquímica y transporte de hidrocarburos”, entre otros puntos.
Realidades
México nacionalizó el sector petrolero en 1938 y creó el monopolio petrolero estatal Pemex, con restricciones muy fuertes para la inversión privada en el sector, incluso más estrictas que en Cuba, China y Rusia.
En 2002 Pemex se ubicaba como la segunda productora de crudo a nivel mundial, con un nivel de tres millones 585 mil barriles diarios, pero entre 2006 y 2009 tal cifra cayó 18% y descendió hasta 23.1% en 2010.
Con ello, hace tres años la empresa pasó a ser la sexta productora a escala global y un año más tarde la séptima, de acuerdo con datos de Energy Intelligence Group en el documento PIW Ranking 2011.

Según el informe referido, la caída en la producción petrolera (en 2012 promedió dos millones 560 mil barriles al día) obedece a los pobres resultados en la búsqueda de nuevos yacimientos que impulsen las extracciones diarias (durante el año pasado se reportó un rezago de 50% en la perforación de pozos exploratorios, al sólo terminar cinco de los diez previstos).
En 1998, agrega, México se encontraba en octavo lugar mundial en materia de reservas de crudo, pero en 2011 Venezuela —actualmente el segundo país con más reservas petroleras en el mundo, sólo después de Arabia Saudita— contaba con 211 mil 170 millones de barriles, 20.2 veces más que nuestro país.
Pemex también afronta un alto déficit en la refinación del petróleo, al importar 40% de la gasolina que consumimos, además de gas natural y diesel.
Asimismo, el informe trimestral sobre la Operación y Gestión de Pemex que la Secretaría de Energía remitió a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión cita que a marzo anterior la deuda documentada total de Petróleos Mexicanos —que incluye intereses devengados— ascendía a 710 mil 220.7 millones de pesos.
De ese total, precisa, 87 mil 378.4 millones de pesos corresponden a la deuda con vencimientos menores a un año, mientras que 622 mil 842.3 millones de pesos son parte de compromisos a largo plazo.
Transformación
Los acuerdos estipulados en el Pacto por México tienen objetivos muy particulares. En este sentido, David Shields, especialista en temas energéticos y consultor privado, explica a Vértigo las transformaciones que el sector energético deberá sufrir para el cumplimiento de tales compromisos.

En primera instancia, argumenta que dicho documento es lo más concreto logrado hasta hoy, si bien “para llevar a cabo esos propósitos se requerirían algunos cambios constitucionales”.
La pretensión fundamental, señala, es transformar a Pemex en una empresa pública de carácter productivo. “¿Qué quiere decir esto? Pues que hoy no es una empresa, es un organismo descentralizado del gobierno federal y, por ende, no cubre las características específicas del sector empresarial”.
Para ello deberá contar con un marco jurídico específico, dice, “bajo un esquema de contratación pública establecida en la Constitución”.
—¿Qué se tiene que hacer?
—Se tiene que transformar a Pemex: separarla del presupuesto y de las estructuras de gobierno; darle algún tipo de estructura empresarial —que posiblemente no será Sociedad Anónima—, pero que tenga completa libertad para hacer sus contrataciones, obras, adquisiciones y alianzas; y, sobre todo, sacarla de la discrecionalidad política.
Por su parte, el doctor Raúl Vázquez, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, coincide; y comenta: “Una empresa, aunque sea paraestatal, no puede ser competitiva cuando gran parte de su capital se va en pago de impuestos”.
Ante esta realidad, agrega, el gobierno federal busca eliminar el criterio recaudatorio de la estrategia de explotación de petróleo, a través de la modificación del régimen fiscal que planea ejecutar con una reforma hacendaria integral.
A partir de eso, asevera, Pemex tendrá mayores posibilidades de planear y ejecutar con mayor efectividad algunos programas de mantenimiento y expansión.
Sin embargo, esto conlleva “darle a otras empresas las facultades para invertir, acabar con el monopolio e incluir elementos de competencia”, complementa Shields.
—¿Y esto nos conviene como país?
—Absolutamente, porque el sistema actual no está funcionando. Hoy la normatividad es tan agobiante, que no le deja laborar, ante lo cual ha buscado de manera creciente desde hace varios años trabajar por puertas traseras, a través de filiales en otros países, lo cual no es lo más adecuado.
Raúl Vázquez considera, por su parte, que la industria petroquímica es la que tiene una mayor relación con todos los sectores económicos, además de un mayor grado de articulación en comparación con otras.
Por eso el gobierno busca impulsar el sistema de investigación, generación de tecnología y formación de capital humano en la industria, así como elevar la eficiencia en exploración, explotación y refinación de hidrocarburos.
Sin embargo, precisa, como en toda cadena de valor se deben vender bienes, pero con un mayor valor agregado; y el caso del petróleo es el mejor ejemplo, asevera.
Sostén
La utilidad que Pemex generó en el primer semestre de 2012 fue de 473 mil 227 millones de pesos, pero sólo pudo retener 2%, debido al pago de impuestos que nuevamente llevó a la paraestatal a romper su propio récord en contribuciones.
De hecho, la aportación de Pemex a las finanzas públicas en el sexenio anterior fue casi 75% más alta que la realizada en la administración precedente.
Asimismo, durante el periodo enero-junio los impuestos, derechos y obligaciones de Pemex alcanzaron un total de 465 mil millones de pesos, lo que significó un alza interanual de 11%, de acuerdo con su reporte financiero semestral.
En suma, el principal problema que la paraestatal arrastra es la enorme carga tributaria que se aplica a la industria petrolera, que representa 57.6% de sus ingresos corrientes y contribuye, como se mencionó, con 40% del gasto total del gobierno.
Asimismo, las reservas y niveles de productividad de Pemex están cayendo debido a años de baja inversión y al hecho de haber sido durante décadas el sostén del Estado.
En el nuevo periodo de sesiones legislativas se pretende debatir una reforma energética que, si conjuga las propuestas del Programa de Gobierno 2012-2018 del presidente Enrique Peña Nieto con los intereses de todos los mexicanos, podría traer el desarrollo económico que requiere el país.
Y es que, sin lugar a dudas, la inversión en el sector energético es clave para el progreso económico y la competitividad empresarial.
Las principales propuestas giran en torno de Pemex; fomento a la investigación, desarrollo tecnológico e infraestructura; pero para ello se requieren grandes cambios en la estructura de la paraestatal. El Congreso de la Unión tiene la palabra.