Las ciudades de San Francisco, Oakland, Albany en California y Boulder en Colorado votaron durante las elecciones estadounidenses a favor del impuesto a las bebidas azucaradas, lo cual se considera un duro golpe para la industria de bebidas.
En Estados Unidos solamente la ciudad de Berkeley cuenta en este momento con un impuesto de este tipo, aunque los intentos por aplicar esta medida han sido numerosos, sin embargo, las campañas multimillonarias de la Asociación Americana de Bebidas habían logrado frenarlos.
“Este es un rechazo asombroso contra la gran industria de bebidas. Por mucho tiempo, esta industria venía saliéndose con la suya obteniendo ganancias a costa de la salud de los consumidores” señaló Jim Krieger, director ejecutivo de Healthy Food America.
La Asociación Americana de bebidas y las empresas refresqueras gastaron más de 37.7 millones de dólares en campañas en contra de estas iniciativas en 2016.
Por su parte, las organizaciones sociales invirtieron 12 millones, principalmente, con apoyos de las iniciativas de Bloomberg y Laura and John Arnold que siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud han apoyado la promoción de medidas fiscales para bajar el consumo de estos productos que representan la mayor fuente de ingesta de azúcares añadidos en la dieta de varios países.
La comunidad de salud pública ve este logro como un proceso que ha iniciado y continuará extendiéndose para reducir, con esta medida y otras, el consumo de bebidas azucaradas asociado, como una causa muy importante, a la epidemia de sobrepeso, obesidad y diabetes.
Los impuestos a las bebidas azucaradas se han establecido en Francia, Hungría, México y han sido recientemente aprobados en el reino Unido y en la ciudad de Filadelfia. Actualmente esta iniciativa se discute en diversas naciones como Colombia, Sudáfrica, India, China, entre otras, que ven incrementarse las inversiones de la gran industria de bebidas azucaradas en su territorio y la amenaza que esto representa para la salud de su población.
Con la caída en el consumo de estas bebidas en los Estados Unidos y en los países desarrollados, las inversiones multimillonarias de la industria de bebidas se están dirigiendo a las naciones del llamado Sur, lo que es visto por la comunidad de salud pública como un riesgo y se proponen las medidas fiscales como parte de las políticas para contener su impacto en salud.