El drama de la inmigración en Europa

Tragedias marítimas, rechazo, xenofobia, hambre, arrestos, deportaciones y hasta la muerte son peligros que sufren migrantes de África, Oriente Medio y Asia en su intento por alcanzar una vida mejor en el viejo continente.

El drama de la inmigración en Europa
Foto: NTX
Política
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Las guerras que se registran en Siria, Irak, Afganistán y otros países del África subsahariana son actualmente grandes impulsoras de la migración hacia Europa, que cada año recibe a casi 70 mil inmigrantes.

El auge superó a los países de la zona, que han fracasado en su intento de manejar la crisis: una Europa que enfrenta graves problemas económicos, por lo que ya no es tan próspera, pero que está en paz, lejos de las guerras y el hambre que los migrantes sufren en sus países de origen.

Alimentan el drama de los inmigrantes tragedias marítimas donde cientos de personas mueren ahogadas en su intento por llegar a diversos países europeos, el rechazo, la xenofobia… y el endurecimiento de las políticas migratorias de algunas naciones que, incluso, han manifestado su idea de construir muros para frenar el flujo de migrantes.

Casi 22 mil personas han muerto a las puertas del viejo continente desde 2000, y casi mil más tan solo en estas últimas semanas.

Europa hoy tiene dos caras. Una que se enorgullece de salvar, prácticamente todos los días, a cientos de inmigrantes procedentes de África de una muerte segura en el Mediterráneo, y otra que es capaz de causar enfrentamientos entre ciudadanos y autoridades para que esos inmigrantes no sean admitidos ni siquiera de forma temporal.

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Medidas

La fuerte presión migratoria ya llevó a varios países europeos a tomar medidas de urgencia para contener esta incesante oleada de migrantes, que se repite en varios puntos del continente, puntualiza el doctor Dejan Mihailovic, profesor del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey campus Estado de México.

—¿Hacia dónde van las nuevas políticas de migración en Europa?

—Los procesos migratorios hacia el continente europeo desde países africanos, asiáticos o de Oriente Medio no son nuevos. Se puede decir que esta ola de migración comenzó desde la mitad del siglo XX como consecuencia de un desarrollo económico muy acelerado en Europa; sobre todo en Europa Occidental, donde surgió la necesidad de inyectar, por así decirlo, mano de obra fresca y relativamente barata que acabó sustituyendo de alguna manera a la mano de obra local. Actualmente podemos afirmar que los niveles de migración a Europa son muchos más altos que en las ultimas décadas. Sin embargo, lo alarmante son las condiciones o circunstancias en las que se desarrollan esas migraciones.

Es conocido, explica, “que en este momento la Unión Europea (UE), e incluso los países que están en la puerta para ingresar a esta unión, padecen una severa crisis económica que en estos últimos años ha sido tratada como una crisis del sistema monetario financiero. Sin embargo, en el fondo es una crisis de economía real. Y cuando hablamos de economía real hablamos básicamente de tres segmentos: el primero es el desempleo, cuya tasa en varios países de la UE ha alcanzado niveles sin precedente, causando problemas en términos sociales, políticos y económicos; en segundo lugar está la falta de crecimiento económico, pues en los últimos años el crecimiento en esos países ha sido muy bajo y en algunos casos incluso nulo, y el tercero es la paulatina pérdida de credibilidad de los marcos institucionales democráticos: los europeos se acostumbraron, aunque suene paradójico, a una democracia en la que prácticamente nunca sucede nada, solo hay un cambio de los gobiernos en turno”.

Sin embargo, añade Mihailovic, “son muy pocas las cosas que la democracia puede resolver en un sentido social, más allá de los marcos o sistemas políticos convencionales. Entonces, esta crisis de la economía real que atraviesa ahora el continente europeo, por así decirlo, dificulta el panorama y la respuesta de los gobiernos de la zona a la inmigración. Su respuesta ha sido bastante dura: se están imponiendo medidas de protección extrema. Hace unas décadas el fenómeno migratorio era estudiado por los demógrafos; ahora la inmigración es una cuestión de seguridad nacional”.

Los intentos de la UE para manejar la crisis de la inmigración han fracasado, como demuestra el rechazo de los líderes comunitarios a hacer obligatorio el reparto de los solicitantes de asilo expulsados por la guerra y la opresión en el norte de África y Oriente Medio, así como el no poder alcanzar un acuerdo para repartirse la cuota voluntaria de 40 mil refugiados que esperan en Italia y Grecia por un permiso de asilo.

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Incapacidad

La inmigración se ha convertido en el factor que más división provoca en la política eurocomunitaria y ha puesto al descubierto las enormes fallas y la incoherencia del sistema europeo para lidiar con el fenómeno.

—En este sentido, ¿qué tan difícil será establecer acuerdos para paliar esta crisis?

—Por el momento la crisis es aguda y severa. Considero que la Unión Europea, sobre todo los principales países, como Francia, Alemania, Italia e Inglaterra, aún no tienen una política migratoria clara, más allá de una respuesta muy dura para capturar a los inmigrantes y deportarlos. Se utilizan los servicios aduaneros, la policía e incluso en algunos países como Francia a elementos del Ejército para evitar la llegada de inmigrantes, capturarlos y deportarlos inmediatamente.

No obstante, estas medidas están muy lejos de resolver el problema, porque se trata de gente realmente desesperada que huye de la violencia, la miseria, las guerras civiles y las intervenciones en conjunto de los países aliados, como ocurre en Siria, Afganistán, Irak y otras partes del mundo.

Estas intervenciones causan día con día bajas muy sensibles dentro de la población civil. Si la Unión Europea y Estados Unidos en un futuro no tan lejano son incapaces de diseñar una estrategia clara para promover el desarrollo en los países de donde provienen los inmigrantes, estas olas seguirán a pesar de las duras políticas establecidas contra ellos.

—Geopolíticamente, ¿cómo afecta este fenómeno migratorio sin precedente?

Tenemos una situación global geopolítica desfavorable para poder resolver este problema. En este momento en Hungría, por ejemplo, se levanta un muro en su frontera con Serbia, un muro de 150 kilómetros de largo para impedir la llegada de los inmigrantes que provienen del sur. Creo que esto es un problema más allá de un fenómeno como tal, donde la gente se desplaza a otros países en busca de una vida mejor: se trata de un problema político, económico, social y hasta cultural, con un trasfondo geopolítico muy presente y muy nítido.

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Xenofobia

El tema de la inmigración se ha vuelto protagonista de los discursos electorales en Europa. La extrema derecha marca el paso. El auge de los partidos xenófobos desde que arrancó la crisis económica ha llevado a distintos gobiernos a endurecer sus políticas de inmigración ante el miedo de perder votos.

El último ejemplo de una larga lista lo protagoniza el Reino Unido, donde el primer ministro David Cameron anunció nuevas medidas para endurecer el acceso de los inmigrantes.

No es extraño que los partidos de extrema derecha utilicen sin pudor alguno la táctica de culpar a los inmigrantes por los desastres económicos. Es decir, los migrantes son utilizados para desorientar y como chivos expiatorios. Sin embargo, seguir culpando a los inmigrantes de la crisis en el viejo continente solo retrasa la posibilidad de un cambio de rumbo.

—¿Cómo afecta este discurso xenófobo a la sociedad europea?

—La derecha, e incluso la extrema derecha, ven en los temas de migración un terreno apropiado para con cierto tipo de estrategia seducir a parte del electorado durante los procesos electorales. No es de sorprender el ascenso de este sentimiento cada vez más extenso, por así decirlo, de la derecha europea e incluso de la extrema derecha como es el caso del partido del Frente Nacional (FN) en Francia, algunas organizaciones en Italia, en los países bálticos, etcétera. Pero más allá de eso, encontramos en los países de la Unión Europea la ausencia absoluta de una estrategia común para enfrentar el problema.

Hay que buscar y ver, dice Mihailovic, cuál es el origen, “porque si se va al origen se elimina el problema. ¿Qué han hecho los europeos para pacificar a los países de donde provienen los inmigrantes? ¿Qué han hecho para estimular su desarrollo económico y social y promover ciertas relaciones de negociación en los conflictos internos? Considero que el tema de las migraciones ocupará la agenda internacional no solo en estos meses sino durante muchos años, y requiere de una acción de todos los organismos de carácter internacional, empezando por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y algunas otras instituciones, para diseñar una estrategia en conjunto y realmente ir al origen de este problema.

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