España: ¿quién gobernará?

Los resultados de la jornada electoral desnudan el fin del bipartidismo de toma y daca, acomodaticio y acostumbrado a repartirse el pastel.

Elecciones en España
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Política
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Por: Claudia Luna Palencia/Corresponsal Madrid, España

Hay carreras en que el ganador no siempre se lleva el trofeo, sobre todo si carece de la mayoría absoluta para constituirse como fuerza vital y eje de poder: al presidente Mariano Rajoy le acontece lo mismo como resultado del proceso electoral del pasado domingo 20, en el que fue virtualmente reelecto pero sin la consistencia suficiente para encontrar los escaños que le faciliten el proceso de investidura.

Los resultados de la jornada electoral desnudan el fin del bipartidismo de toma y daca, acomodaticio y acostumbrado a repartirse el pastel.

Asimismo, revelan un nuevo rostro pluripartidista cuya fragmentación y dramática pulverización obligarán a una minuciosa tarea de lobbys a fin de lograr que prosperen en el Congreso las iniciativas de ley y las propuestas de reformas. De no lograrse, la ingobernabilidad será una constante, así como el empantanamiento legislativo.

Conscientes de la temperatura del termómetro electoral, los inversionistas y agentes económicos hicieron sentir su pesar en el parqué bursátil: en cuanto inició la jornada laboral el lunes 21 de diciembre, las operaciones en la Bolsa de Madrid abrieron en rojo con una caída de 3 por ciento.

El pulso del mercado llevó al IBEX 35 a cerrar con un descenso de 3.62%, mientras que la hilarante sensibilidad de la prima de riesgo escaló a los 123 puntos básicos. Así se van digiriendo los primeros efectos.

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Fórmulas

Si bien las encuestas siempre dieron la victoria al Partido Popular (PP) del presidente Rajoy, también avizoraron pactos para formar gobierno dándole a Ciudadanos, el partido del candidato Albert Rivera, un segundo sitio que nunca obtuvo y que en la quimera le confería el picaporte para La Moncloa.

En la realidad el PP se dejó en el camino 3.6 millones de votos en comparación con su resultado de 2011, obteniendo con ello un triunfo amargo de mínimos con 123 escaños.

Para Javier Casqueiro, analista político, el partido oficialista sangra ahora también por sus antiguos bastiones: territorios donde solía gobernar y obtener más papeletas para el Congreso han castigado con dureza a Rajoy.

“El panorama después del 20-D es radicalmente distinto al de 2011. Entonces gobernaban en once de las 17 comunidades autónomas. Ahora ni siquiera en las cinco en las que todavía conservan el poder (Castilla y León, Galicia, La Rioja, Madrid y Murcia) han logrado mantener los resultados que obtuvieron hace cuatro años”, dice el especialista.

El experto Víctor Arribas reflexiona en tanto que este es el momento para los hombres y mujeres de Estado, así como de la confrontación de programas, aunque sin olvidar que el PP es el partido ganador a pesar de la gran fragmentación.

“Se arroja casi un panorama de ingobernabilidad en el país con distintos grupos. Los pactos, en las próximas semanas, pueden ofrecer muchas combinaciones, algunas muy complicadas, pero todo puede suceder dependiendo del entendimiento. La más improbable es una coalición del PP-PSOE (Partido Socialista Obrero Español), aunque es la que más nos convendría para la estabilidad”, añade.

Y es que la incertidumbre es un cheque al portador que no conviene a nadie, menos a una economía en recuperación con inversionistas temerosos porque el Congreso será incapaz de ponerse de acuerdo en las reformas imprescindibles.

En los próximos días habrá que ir paso a pasito tras el desquebrajamiento del clásico bipartidismo, uno que en 2011 logró entre ambos 296 escaños y que en estas generales de 2015 redujo su sumatoria a 213 porque dos nuevos partidos emergentes le arrebataron 137 escaños.

Acostumbrados a los turnos desde 1982, en las pasadas elecciones entre el PP y el PSOE capturaron un total de doce millones 450 mil votos, es decir, 50.72% de los sufragios.

En términos de escaños, respecto de las elecciones de hace cuatro años ambos perdieron 83, en el peor resultado histórico para el PP y el PSOE de la joven democracia española.

Cabe señalar que del total de los 350 diputados del Congreso se requiere una mayoría absoluta de 176 para elegir presidente en la primera votación, lo que obliga a buscar sendos convenios.

Por eso el ambiente está que arde: porque no sale la aritmética para que Rajoy sea investido.

Al probable pacto entre PP y Ciudadanos que algunos analistas preveían en los sondeos y las tertulias políticas, le hacen falta varios números. Y es que Ciudadanos no solo no quedó segundo, sino que se fue al cuarto sitio.

La suma de PP (123) más Ciudadanos (40) juega la misma baza maldita que la matemática hipotética del PSOE (90) con Podemos (69). El primer bloque sumaría 163 escaños y el segundo 159: ninguno llegaría al número imprescindible de 176 diputados, lo que les podría llevar a un coqueteo con los grupos nacionalistas vascos y catalanes.

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Perspectivas

2016 apunta a un escenario político incierto en España, que bien podría terminar pasándole factura en la tenue recuperación económica urgida de amacizarse.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un PIB para la economía ibérica de 2.5% luego de anticipar un cierre en 2015 de 3.1% y ensalzarla como ejemplo modélico de la recuperación de la Unión Europea (UE).

Todo pende de la capacidad política de sus actores para anteponer la visión de España a sus propias prioridades de vasallaje; el tono lo marcará el Congreso que deberá quedar constituido el próximo 13 de enero.

Para entonces el presidente Rajoy deberá saber si ya cuenta con algún aliado para formar gobierno. De no hacerlo, podría intentarlo en una segunda votación en el Congreso apelando a su victoria como minoría y cruzando los dedos para que los legisladores del PSOE, Podemos o Ciudadanos no se manifiesten en contra optando por abstenerse.

Ciudadanos afirma en voz de Albert Rivera que dejarán formar gobierno a Rajoy; el PSOE ha dicho que no impulsará a su candidato Pedro Sánchez (ubicado en segundo sitio) como presidente con un bloque de minorías de izquierda, pero tampoco quiere a Rajoy reelecto.

De acuerdo con César Luena, secretario de Organización del PSOE, “se votará por un No a la investidura de Rajoy”.

La incógnita es Podemos, el partido que verdaderamente ha resultado más beneficiado en estas elecciones al obtener cinco millones 142 mil 75 sufragios a su favor, traducidos en 69 parlamentarios constantes y sonantes.

La marca morada de Podemos ha trasvasado para sí muchos votos, tanto del PP como del PSOE. Y entre Podemos y Ciudadanos le han atizado un hachazo de 109 votos al bipartidismo, convirtiéndose además en una real alternativa izquierdista para todos los desencantados del PSOE.

Pablo Iglesias, de Podemos, va respondiendo al viento de los pactos de investidura que no rechazaría en determinado momento apoyar al PSOE para formar gobierno, siempre y cuando, condiciona el líder político, “se reconozca la plurinacionalidad de España”.

Este concepto pasaría por un inmediato referéndum en Cataluña y por acordar la realización de cinco reformas constitucionales: 1. Independencia de la justicia; 2. Una nueva ley electoral que prevea la revocabilidad del presidente a medio mandato tras un plebiscito de evaluación; 3. Blindaje de los derechos sociales; 4. Prohibir las puertas giratorias y, 5. El derecho a decidir en temas tales como la territorialidad catalana.

Iglesias amaneció sonriente, erigido en tercera opción política, pisándole los talones al PSOE, y no teme al escenario de otra vuelta electoral antes de junio de 2016. Al contrario, se frota las manos en su intención de asaltar el cielo.

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Visión externa

En el solsticio poselectoral lo peor que puede venir es que Rajoy se quede sin viabilidad para gobernar y el rey Felipe VI disuelva la cámara, convocando a elecciones con base en lo que estipula la Ley Orgánica del Régimen Electoral General; una vez publicado ello en el Boletín Oficial del Estado, se tienen 54 días para volver a las urnas.

No hay que soslayar la presión internacional, ni la que provendrá desde Bruselas, el seno de la UE que en 2015 se tragó el bocadillo de izquierda radical de Syriza en Grecia y el más reciente tentempié de coaliciones izquierdistas que tumbaron del poder a Pedro Passo Coelho en Portugal.

Un Mediterráneo en rojo cuestionando una a una las políticas de la UE no es precisamente lo que más guste a los inversionistas, como tampoco la falta de certeza.

La agencia calificadora Fitch aventura la contingencia de otra ronda electoral en 2016 —para mayo o junio— y, si bien el presidente Rajoy tuvo la prudencia de dejar aprobado el presupuesto del próximo año, advierte del daño que la incertidumbre provocará en la economía española.

Vendrán días crispados, alerta igualmente Ignacio Camacho, especialista político: “Un forcejeo de alta tensión. Los estragos de la crisis, el colapso de la política tradicional y el desgaste del gobierno en un mandato abrasivo han desembocado en lo que los británicos llaman un Parlamento colgado (hung parliament), sometido a la inestabilidad de una fragmentación que puede convertir la investidura en un descalzaperros”.

El desplome del marianismo, añade, es indiscutible al margen de su exiguo triunfo y del moderado fiasco de Rivera. Apenas lo puede endulzar su hegemonía de bloqueo en un Senado de cuestionada utilidad. “Resulta imposible, sin embargo, soslayar la dificultad del empeño, que solo podría tener éxito mediante un ejercicio de responsabilidad histórica tanto de Ciudadanos como de un PSOE cuyo líder está sometido a debate interno y hostigado por la eclosión de Podemos, en condiciones de discutirle a medio plazo la referencia de la izquierda”, puntualiza.

Sin fiabilidad a la vista, España terminará navidades con la cava sin descorchar y volverá de Reyes lista para meterse a un túnel del que podría salir avante de cara al verano.

La espera de un largo año...

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