Romina Almirón, una estudiante que vive en un suburbio pobre al sur de Buenos Aires, es una de los 30,000 peregrinos argentinos que viajaban rumbo a Río de Janeiro para participar del 22 al 29 de julio en la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, a la que se espera asistan un millón de personas de distintos rincones del mundo. Argentina, el país natal del sumo pontífice, aportará la mayor delegación de fieles después del anfitrión, Brasil.
En una gélida noche de viernes, una decena de autobuses bloqueaban el tránsito frente a la Catedral de la capital, la misma en la que daba misa Jorge Mario Bergoglio antes de convertirse en el primer papa latinoamericano. Unos 400 jóvenes peregrinos provenientes de distintos rincones de la ciudad y sus alrededores, la mayoría con mochilas de campamento, iniciaron la travesía de 2.500 kilómetros hasta Río.
Brasil es el primer viaje al extranjero del nuevo papa y miles de fieles del continente, la mayoría con una edad promedio de 20 años, se dirige hacia ese país por aire y por tierra.
De acuerdo con el comité organizador, unos 350,000 peregrinos se han registrado para participar en la Jornada de la Juventud. Pero las autoridades brasileñas se preparan para recibir a un millón de visitantes o más durante la semana que durará la estadía del papa en Río.
Según datos oficiales difundidos esta semana desde el Vaticano, 9,500 personas de Estados Unidos, 9,100 de Chile, 5.000 de Paraguay y 4,500 de México se han anotado para participar en el encuentro.