Más de 400 fieles católicos mexicanos celebraron la elevación a los altares como santa de la religiosa María Guadalupe García Zavala. La ceremonia fue presidida por el Papa Francisco I.
Decenas de religiosas de la Congregación de las Siervas de Santa María Margarita y de los Pobres, enfundados en blanquísimos hábitos llegaron desde muy temprano a la Plaza de San Pedro y ocuparon los primeros lugares, portando numerosas banderas de México.
Junto a ellos estuvieron presentes decenas de fieles venidos no sólo de Jalisco, del cual es oriunda la Madre Lupita, sino también de Sonora, Zacatecas, Baja California Norte e incluso otros países, como Perú e Italia.
Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara, aseguró que el reconocimiento de García Zavala (1878-1963) como santa no es una reivindicación feminista sino el reconocimiento a una mexicana especial.
“Las mujeres suelen ser más religiosas, más santas y más honestas que los hombres, pero en México se dio una persecución y entonces se dieron muchos santos mártires, a las mujeres no las martirizaron” , dijo.
Por su parte la superiora de la congregación fundada por la madre Lupita, la religiosa Blasa Aguilera, destacó que la santa vivo una espiritualidad marcada por el sacrificio y la entrega.
Sostuvo que ella inculcó en todas sus hijas espirituales la constancia hasta la muerte, la vivencia del amor a la cruz y a la eucaristía, pero con una entrega alegre.
Además destacó su vivencia de las virtudes en forma sencilla, ya que ella no fue una persona con dones extraordinarios, no se flagelaba o cosas por el estilo, sino que la suya fue una vivencia cristiana simple pero con una fe grande.