Son casi ya cinco años de una cruenta guerra civil en Siria. La cifra de muertos rebasa los 260 mil y once millones de personas, la mitad de la población, se han visto obligados a abandonar sus viviendas provocando una crisis humanitaria sin igual. Gran parte ha intentado llegar a Europa atravesando el mar y miles, entre ellos cientos de niños, han muerto.
En Europa los refugiados que en primera instancia eran bienvenidos ahora son objeto de rechazo, la crisis de migrantes sobrepasa la ayuda y las políticas de los países europeos que no saben qué hacer para aminorar un problema que solo observaron durante mucho tiempo.

Negociaciones
En busca de terminar con esta tragedia la Organización de Naciones Unidas (ONU) dio inicio en Ginebra, Suiza, a principios de febrero, una nueva mesa de negociaciones a cargo del veterano diplomático sueco-italiano Staffan de Mistura.
El objetivo era claro, poner en marcha un diálogo indirecto entre los dos bandos en un proceso que podría durar hasta seis meses en busca de crear una autoridad de transición encargada de organizar elecciones a mediados de 2017. No obstante, una inesperada ofensiva militar del Ejército sirio, con el apoyo de Rusia, cambió de nueva cuenta la geografía del norte de Siria. Las tropas de Damasco quebraron el cerco insurgente y avanzan hacia la frontera de Turquía.
Ante esta escalada militar, Staffan de Mistura informó que las negociaciones se retomarán el 25 de febrero aclarando que el diálogo no fracasó, pero que se necesitaba la ayuda inmediata de las potencias internacionales encabezadas por Estados Unidos y Rusia.
En ese marco, negociaciones de nuevos planes de cese el fuego se promovieron en Munich, Alemania, con la participación de 17 naciones. La propuesta de alto el fuego en Siria fue aceptada por Estados Unidos y Rusia en una semana. No obstante, no será completa, ya que permitirá “acciones defensivas” y la continuación de los bombardeos contra grupos terroristas.
Washington y Moscú, en coordinación con la ONU, se encargarán de vigilar su cumplimiento. Una vez que entre en vigor permitirá una operación masiva de entrega de ayuda humanitaria a los millones de sirios atrapados por los combates. También deberá servir como punto de partida para negociaciones que permitan lograr un acuerdo de paz estable y duradero, algo que hoy parece imposible. Sin embargo, Washington consideró que Moscú se está dando a sí mismo y al gobierno sirio tiempo para tratar de acabar con los grupos de rebeldes moderados.
“Los pactos, al parecer, se encuentran sin posibilidades en cualquier escenario que se establezcan”, afirma a Vértigo Javier Oliva, especialista en Defensa y Seguridad Nacional. “Considero que existen pocas posibilidades de que prosperen estas negociaciones, ya que existen datos que tenemos que analizar. En primera instancia —expresa— Holanda anunció que por medio de su Real Fuerza Aérea van a participar en operaciones directas en los bombardeos contra las instalaciones del Estado Islámico en Siria y Levante. En segundo lugar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) comunicó la creación de una unidad militar de desplazamiento rápido ante la potencial amenaza del incremento de Rusia para actuar de manera directa y beligerante sobre Ucrania. Y en tercero, el hecho de que la Fuerza Aérea rusa sigue bombardeando al bando opositor a Bashar al-Assad. Entonces no presenciamos elementos subjetivos para suponer una mejora en el logro de objetivos por parte de las negociaciones multilaterales que se puedan llevar a cabo”.
Escalada
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) indicó el pasado mes de octubre que las tropas fieles a Bashar al-Assad lanzaron los primeros ataques en las zonas rurales de la provincia de Alepo, para sacar a las fuerzas de oposición del núcleo urbano y preparar las condiciones para un futuro asalto a la ciudad. En el plano político las fuerzas en favor del régimen asesinaron a importantes líderes de milicias opositoras que iban a acudir a las negociaciones de paz, como a Zahran Alloush, vinculado a los sauditas.
Pero fue la toma de la vía principal que conecta Alepo con Turquía, tras la caída de los pueblos Nubl y Zahra, la prueba de que esa ciudad, la segunda más importante en Siria, podría sufrir un bloqueo definitivo. La imparable ofensiva de las últimas semanas del Ejército sirio, apoyado por la aviación rusa, ha devuelto al gobierno de Damasco una parte adicional de Alepo y algunas áreas de gran importancia estratégica del norte que antes de la guerra era la más poblada de ese país.
—¿Se puede considerar que la batalla de Alepo, que ya amenaza con descarrilar definitivamente las conversaciones de paz de Ginebra, puede cambiar el curso o poner fin a esta guerra como se ha especulado?
—Me parece que hay pocas posibilidades. Considero que la fuerza militar de Bashar al-Assad se ha debilitado y mermado mucho a pesar del apoyo ruso. Este respaldo no ha significado hasta el momento que se recuperen ciudades importantes, ya que el Ejército iraquí ha recuperado más ciudades que el Ejército sirio.
Otro elemento de que esta guerra se prolongará es el anuncio de Turquía sobre la construcción de un muro en su línea divisoria con Siria que tiene 900 kilómetros. El hecho de que quieran construir un muro significa que están convencidos de que existen factores para señalar que la inmigración ilegal, producto del conflicto, no se va a detener.

Geopolítica
No hay duda de que la creciente injerencia de actores externos complica una solución que exige una salida política negociada en múltiples niveles: nacional, regional e internacional. Los avances de las Unidades de Protección Popular kurdas contra el Estado Islámico (EI), apoyadas por Estados Unidos, inquietan al gobierno de Ankara que protagoniza su propia guerra contra los kurdos en el sur de Turquía.
En el plano internacional, Siria se ha convertido en el nuevo escenario de rivalidades en la renovada Guerra Fría que libran Rusia y Estados Unidos. Mientras que el vertiginoso avance del EI ha logrado reunir en suelo sirio a diversos actores internacionales en una resucitada y prioritaria lucha contra el terrorismo.
La derrota de los rebeldes moderados supondría una amenaza para las potencias aliadas. La caída de Alepo cambiaría el escenario en el norte de Siria y crearía un dilema para los planes estratégicos de Turquía, que durante años ha proporcionado armas, suministros y zonas de refugio para los enemigos de Al-Assad. Además, la pérdida de esta zona crucial entorpecería los planes de Estados Unidos.
Si las fuerzas de Al-Assad llegan finalmente hasta el norte, esto implicaría una presencia militar de las fuerzas rusas e iraníes en la frontera con Turquía.

—¿Se puede considerar que será el campo de batalla en lugar de la estrategia por la paz donde se decidirá el fin del conflicto de esta guerra civil?
—En primer lugar considero que esta guerra durará todavía unos años como consecuencia de la inmigración ilegal y la destrucción de infraestructura. Se ubica en un área de militarización crónica donde existe una lucha interna. Es además una zona muy extendida y de alta inestabilidad que por la fuerza no va a alcanzar posibilidades para ser controlada. Todos los observadores militares opinan que sin personal de infantería no se va a derrotar al Estado Islámico presente en la zona.
Entonces para no pagar costos de vida humana, lo que se está haciendo es bombardear a diestra y siniestra instalaciones del Estado Islámico con los concebidos problemas y efectos que están dejando estas incursiones áreas. De tal manera que si persiste esta línea estratégica no abra elementos en el corto plazo que indiquen que esta tendencia puede cambiar. No hay elementos que permitan señalar que se van a encontrar acuerdos de paz ni posibilidades de reconstrucción. Estimo que este conflicto va a persistir aún más.
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