TEME LA OCDE QUE EL COVID-19 PROVOQUE UNA RECESIÓN

Llamados a proteger a las personas, a los negocios y apuntalar la demanda en la economía.

Redacción
Política
Foto: Especial
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Por Claudia Luna Palencia

Faltaban unos días para concluir el año pasado. Para entonces la única preocupación de los organismos internacionales orbitaba alrededor de dos temas fundamentales: la implementación del Brexit —el 31 de enero de 2020— y que tanto Estados Unidos como China lograsen una tregua arancelaria.

Las previsiones acerca del PIB global se evaluaban con moderado optimismo por parte del Banco Mundial con un crecimiento estimado para este año de 2.7%, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectaba 3.4% y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lo hacía en un punto intermedio entre uno y otro pronóstico, con 3% para el PIB mundial.

Sin embargo la imprevisibilidad sigue siendo una variable con un potencial tremendo para colocar todo de cabeza, como lo demuestra la alerta sanitaria desatada por el coronavirus.

El potencial pandémico del COVID-19, el nuevo patógeno de la neumonía descubierto en la ciudad de Wuhan, China, ralentiza el ritmo del PIB mundial y en el peor de los escenarios podría reducir el crecimiento global a la mitad (un PIB de 1.5%) con varios países metidos en una recesión.

En el informe Coronavirus: la economía mundial en riesgo la OCDE advierte que “la economía global enfrenta su mayor peligro” desde la crisis financiera desatada en 2008.

“El crecimiento era tenue pero estaba estabilizándose cuando golpeó el COVID-19. Las restricciones sobre los movimientos de personas, bienes y servicios y las medidas de contención aplicadas, como el cierre de fábricas, han hecho retroceder al sector industrial y recortado la demanda interna en China. El impacto sobre el resto del mundo acontece a través de los viajes de negocios y el turismo, las cadenas de suministro, las materias primas y la caída de la confianza se agrava”, señala el estudio elaborado por Laura Boone.

Las perspectivas económicas intermedias, indica la OCDE, con sede en París, muestran dos escenarios: uno de contención del COVID-19 en los cinco continentes antes de medio año y otro más pesimista con base en un efecto dominó del virus con una mayor extensión y durabilidad.

“El COVID-19 se propaga desde China a otras regiones, ocasionando sufrimiento humano y agitación económica. Genera problemas de salud y el riesgo de mayores restricciones para el traslado de personas, bienes y servicios; bajas en la actividad comercial y en la confianza de los consumidores, así como desaceleración de la producción”, apunta el documento.

A su vez Boone explica que en ambos casos —el escenario en que se controla la situación y el efecto dominó— la OCDE pide a los gobiernos actuar “de manera inmediata” tanto para limitar la propagación del virus como para proteger a las personas, a los negocios y apuntalar la demanda en la economía.

En el escenario más optimista de brotes limitados (y controlados) fuera de China, el organismo avizora una “pronunciada desaceleración” del crecimiento mundial en el primer semestre de 2020.

El panorama negativo podría extenderse más allá del primer trimestre del año y que dure los primeros seis meses dependerá de una serie de condicionantes y de variables combinadas, como que el riesgo de contagio derive en fábricas semicerradas o con el mínimo de trabajadores y de producción; o en la práctica de cuarentenas con la consecuencia de personas faltando a sus empleos (intentando compensar con el teletrabajo) y una constante de viajes cancelados y reservas de hoteles.

Básicamente, opina Boone, la confianza decae: de darse este primer escenario el PIB mundial sería de 2.4% en 2020, es decir, perdería cinco décimas respecto del año pasado.

La evolución económica de China está bajo observación, convertida en epicentro del coronavirus desde finales de diciembre. El gobierno del presidente Xi Jinping toma decisiones muy drásticas para contener la expansión del COVID-19, tales como poner a ciudades en cuarentena con millones de trabajadores en sus casas e industrias paralizadas.

Con marzo recién iniciando no se sabe bien a bien qué pasará en los próximos días, pero la OCDE modificó ya a la baja su previsión de PIB para China de 6.1 a 5% para este año.

¿De cuánto puede ser el impacto del coronavirus en la economía china? Para Oxford Economics todo dependerá de las disrupciones en las cadenas de suministro, aunque también reajusta el PIB a la baja, a 5.4 por ciento.

“El costo por las pérdidas de producción en todo el mundo por la parálisis de la actividad industrial en China rondaría cerca de un billón de dólares; se trata de 1.3% del crecimiento económico mundial”, apunta Oxford Economics.

Después está el peor escenario: la propagación con efecto dominó. La OCDE señala que una “tasa mayor de contagio a lo largo de la región Asia-Pacífico y las economías avanzadas” podría reducir el crecimiento mundial a tan solo 1.5% este año.

“La proyección previa de la OCDE para 2020 se reduciría a la mitad en comparación con el mes de noviembre pasado. Las medidas de contención y la pérdida de confianza afectarían la producción y el gasto; y llevarían a la recesión a algunos países, incluidos Japón y los pertenecientes a la zona euro”, se afirma en el análisis recientemente presentado.

La OCDE, que preside el mexicano José Ángel Gurría, pide a los gobiernos tomar las medidas convenientes para amortiguar en todo lo posible el efecto negativo de la emergencia por el coronavirus, cuya intensidad, duración y propagación siguen siendo tres incógnitas.

De esta forma recomienda la puesta en vigor de medidas fiscales y presupuestarias “temporales” para suavizar el impacto sobre “los sectores más golpeados por la desaceleración”, como los viajes y el turismo; y la industria automovilística y electrónica.

“En los países más afectados es necesario proporcionar una liquidez adecuada para permitir que la banca asista a aquellas empresas con problemas de flujo de efectivo mientras permanezcan en vigor las medidas de contención”, añade el organismo.

En algunos países empiezan a darse maniobras de política monetaria: secundando a Australia, la Reserva Federal de EU decidió rebajar medio punto la tasa de referencia para ubicarla entre 1 y 1.25 por ciento.

A su vez el Banco Central Europeo (BCE) solicita a las instituciones financieras europeas la implementación de planes de contingencia mientras analiza una serie de programas para refinanciar a mediano y a largo plazo a las empresas económicamente afectadas por el coronavirus.

Sectores afectados

Para luchar contra la extensión del patógeno el gobierno chino ha puesto el ejemplo con severas medidas de cuarentena que implican paralizar las actividades de escuelas, universidades, fábricas e industrias en urbes como Wuhan y otras siete ciudades de la provincia de Hubei; y se prohibió a 25 millones de personas salir de las ciudades.

La cuarentena china ha sido replicada por Italia tras descubrir que el coronavirus penetró sus fronteras en la última semana de febrero. El gobierno del primer ministro Giuseppe Conte ordenó por decreto la cuarentena en la región del Veneto y de Lombardía.

Hay otros casos en los que se llega al paroxismo de dejar en cuarentena a barcos con miles de pasajeros tras encontrarse varios enfermos contaminados por el coronavirus, como el buque Diamond Princess con tres mil 700 personas y el World Dream con tres mil 600; o de hoteles como el H10 Costa Adeje Palace en Tenerife, España, con mil turistas en cuarentena.

Otras medidas socorridas para la contención del virus son la suspensión de clases en todos los niveles educativos. En Italia prevalecerá hasta mediados de marzo; la no celebración de congresos, jornadas, conferencias, convenciones y eventos masivos que reúnan en unos casos a más de mil personas o en otros a más de cinco mil, medida aplicada por Francia, España, China, Irán e Italia; también hay países que han cerrado sus fronteras, como Rusia o como EU que niegan la entrada a visitantes provenientes de naciones emisoras del COVID-19 como China o Irán.

Francia ha ordenado el cierre temporal de varios de sus museos y espacios públicos visitados diariamente por miles de turistas; y en medio del pánico por el contagio cerca de 250 trabajadores del Museo Louvre se rebelaron a las autoridades y decidieron cerrar el magno recinto por varios días.

De las justas deportivas, en especial partidos de futbol, el Ministerio de Sanidad español aconsejó efectuarlos a puerta cerrada con equipos de Italia, Irán, China, Japón, Corea del Sur y Singapur.

En dinero, contante y sonante, todas esas decisiones se traducen en pérdidas monetarias que alguien deberá absorber; los primeros efectos negativos en la microeconomía global se resienten en la facturación de las líneas aéreas, en los billetes de trenes, en la cancelación de reservas de hoteles, en el cierre de museos, la no celebración de convenciones anuales, de desfiles de moda y hasta del mítico carnaval de Venecia.

La firma norteamericana Dun&Bradstreet analiza el impacto del coronavirus en los negocios y advierte que hasta el momento unos cinco millones de empresas de todo el mundo resentirán quebrantos afectadas por la alerta sanitaria.

Esta vez hasta la inminente reunión de primavera entre el Banco Mundial y FMI en Washington será virtual, del 17 al 19 de marzo, para evitar el desplazamiento de funcionarios de 170 países.

¿Cuánto pierde el turismo mundial por el COVID-19? Para Ignacio Vasallo, director general de Turespaña, aún es pronto para hablar de números rojos, considerando que el primer trimestre del año sigue su tránsito.

Lo habitual, comenta Vasallo, es analizar cómo evolucionó alguna situación similar en el pasado: “El ejemplo más citado es el del SARS, la neumonía producida por otro coronavirus que afectó especialmente a China y que costó la vida a cerca de 800 personas en los primeros meses de 2003”.

Las consecuencias “en el mundo del turismo y de la bolsa fueron de corta duración y en la segunda parte del año el tráfico aéreo volvió a la normalidad. La bolsa china, que había caído 9% al inicio, subió 30% en tres meses a partir de abril de dicho año”, rememora el fundador de Turespaña.

¿El impacto en Europa? Vasallo considera que en el turismo europeo las consecuencias en el receptivo se centran en el segmento de compras en las principales capitales; si bien la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estima pérdidas en el sector de la aviación superiores a los 30 mil millones de dólares a escala mundial.

No todos pierden

Mientras unos pierden, otros ganan: no hay mascarillas ni tapabocas disponibles en multitud de países pues el pánico de la gente está agotando todas sus existencias.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), ante la carestía que se registra por los tapabocas, pide a las empresas un incremento de 40% en la producción global.

También se ha detonado la especulación con mascarillas filtradoras de aire con precios estratosféricos, superiores a los 200 dólares, mientras que los cubrebocas de toda la vida llegan a multiplicar hasta por diez su valor de mercado.

Los geles antibacteriales venden también sus propiedades antisépticas; cada marca pretende convencer al consumidor de ser el verdadero cerco para no contagiarse del patógeno del coronavirus.

Otro dato interesante: si las plazas bursátiles están por los suelos, el oro —considerado el valor refugio ideal en tiempos de nerviosismo y zozobra— sigue revalorizándose marcando nuevos precios.

“Está en máximos de siete años con un valor cercano a los mil 700 dólares la onza. No se espera que cambie en los próximos meses, aunque habrá que estar atentos a la evolución de la epidemia”, según el organismo Oversea Chinese Banking Corporation.

En los mercados bursátiles las acciones más castigadas provienen de empresas ligadas al sector hotelero, de la aviación, de las marcas de lujo, de las tecnológicas, de fabricantes de automóviles y del sector de la construcción; la otra cara la viven las acciones de la industria farmacéutica y los grandes laboratorios.

Persiste una carrera a toda prisa en los equipos de investigación de varios países para obtener una vacuna contra el COVID-19 y lograr así una multimillonaria patente disputada por Israel, Australia, China, EU y España.

Hace unos días el laboratorio español PharmaMar dio a conocer que muy pronto —un mes más— podría presentar un tratamiento efectivo contra el coronavirus con base en un medicamento para el cáncer; cabe señalar que sus acciones en bolsa subieron 22% en un par de horas.

De acuerdo con la BBC hay empresas, como Inovio Pharmaceutical, que han duplicado su valor de capitalización y el mismo escenario de emergencia sanitaria beneficia a las acciones de Novavax, Gilead, AIM Immunotech y Vir Biotechnology.

En EU la empresa de biotecnología llamada Moderna, en Massachusetts, ya envió al Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas su primer lote de vacunas contra el COVID-19 que será probado en un grupo de 30 voluntarios; en consecuencia sus títulos en bolsa han subido 42 por ciento.

Otro equipo, los médicos de Israel del Instituto Galileo, creen tener una vacuna oral que originalmente habría sido desarrollada para inhibir el virus de la bronquitis infecciosa y que, al parecer, tendría eficacia contra el tipo de neumonía desarrollada por el coronavirus.

En China en la Universidad de Tianjin trabajan con denuedo experimentando una vacuna con levadura de cerveza que tendría un formato suministrado de forma oral.

Según la OMS los laboratorios de todo el mundo, con los científicos más expertos y calificados, comparten nuevos hallazgos e información al instante del virus que pertenece al grupo 2B y que es de la misma familia que el SARS; los laboratorios —en consenso— le llaman de forma genérica SARSCoV2, causante de la enfermedad COVID-19.

Además existe un test para detectar el coronavirus, que todos los hospitales aplican para identificar posibles casos de contagio y proceder al protocolo de la cuarentena: la prueba conocida como RT-PCR.

De los varios experimentos aplicados con tratamientos antivirales a pacientes con coronavirus se utilizan medicamentos contra el cáncer y el VIH, como Remdesivir, Cloroquina, Triazavirin, Lopinavir, Ritonavir, Oseltamivir e Interferón-1b.

Los hospitales públicos han aumentado sus compras y requisiciones de estos medicamentos, convertidos en un pingüe negocio para las multinacionales que los fabrican.

En medio de la emergencia sanitaria global no todos pierden.