Por primera vez en tres semanas, la zona rebelde en el este de Alepo fue bombardeada provocando el temor entre activistas de la oposición del inicio de una nueva ofensiva del gobierno sobre la ciudad.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, indicó que los bombardeos alcanzaron tres vecindarios, aunque no dio información sobre víctimas en un primer momento.
Aviones de combate lanzaron misiles y varios helicópteros dejaron caer bombas de barril en el lado este de la ciudad más grande de Siria, indicó el activista Basaaa al-Halaby.
A mediados de octubre, el gobierno de Rusia indicó que detendría los bombardeos para permitir la salida de rebeldes y civiles del este de Alepo. Los rebeldes rechazaron aprovechar la oferta y Naciones Unidas no consiguió negociar la entrega de ayuda a la zona asediada.
Además del ataque sobre Alepo, el ministro ruso de Defensa anunció que la aviación de su país lanzó una importante operación sobre las provincias sirias de Idlib y Homs.
Sergei Shoigu indicó durante una reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, que en la operación participa el portaaviones Almirante Kuznetsov, que realizó un publicitado viaje de Rusia a Siria el mes pasado. Los aviones rusos atacarán depósitos de munición, campos de entrenamiento y fábricas de armamento en ambas provincias.
Por otro lado, dos agencias de Naciones Unidas alertaron que la producción de alimentos en Siria ha tocado un “mínimo histórico”, lo que podría empujar a más gente a abandonar sus hogares tras cinco años y medio de guerra.
Factores como los precios en alza, el mal tiempo, la inestabilidad general y la falta de fertilizantes y semillas podrían obligar a algunos agricultores a detener su producción, indicaron el Programa Mundial de Alimentos y la Organización para la Alimentación y la Agricultura.