La disfunción sexual femenina surge cuando la persona presenta problemas recurrentes y persistentes con la respuesta sexual, deseo, orgasmo o dolor, que crea alarma o tensión con la pareja. Esta condición es un efecto secundario común entre las mujeres que toman antidepresivos, pero existe la esperanza de tratar el trastorno generado por los antidepresivos.
De acuerdo con un nuevo artículo de la Clínica de la Salud Femenina y del Departamento de Siquiatría y Sicología de Mayo Clinic, con la colaboración de Tierney Lorenz, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte, donde expone alternativas de tratamiento para las mujeres que enfrentan disfunción sexual mientras toman antidepresivos.
De igual forma, Stephanie Faubion, directora de la Oficina para la Salud Femenina en Mayo Clinic, junto a Jordan Rullo, doctora en investigación, sicóloga de Mayo Clinic y terapeuta sexual titulada, coincidieron en que la aparición de los efectos secundarios sexuales ocurre dentro del período de una a tres semanas después de iniciada la terapia con los antidepresivos.
No obstante, las ventajas propias del antidepresivo no aparecen sino hasta después de aproximadamente dos o cuatro semanas, por lo que muchas mujeres pueden perder el interés en un medicamento que parece hacerles más mal que bien.
Según dice el trabajo, el cambio introducido por los antidepresivos en los neurotransmisores, particularmente en la serotonina, puede ser la razón más probable de la disfunción sexual femenina; sin embargo, los síntomas de disfunción sexual antes de empezar con los antidepresivos pueden apuntar hacia otro culpable.
“La depresión es un factor de riesgo importante para la disfunción sexual, y viceversa. Como proveedor de atención médica, es fundamental evaluar la función sexual de la paciente antes y después de empezar el antidepresivo porque eso permite determinar si los problemas con la función sexual se deben a la depresión, al efecto secundario del antidepresivo o tal vez a ambos”, explicó Rullo.
El trabajo incluye alternativas de tratamiento con métodos conductuales y farmacológicos, entre ellos el ejercicio, la programación de la actividad sexual y el ajuste de la dosis del medicamento. Según el artículo, el primer paso en la selección del protocolo de tratamiento adecuado es identificar el ámbito en el que recae la disfunción sexual, lo que puede incluir poco deseo, poca excitación y disfunción orgásmica.
Pero además, el artículo descubrió que 15% de las mujeres dejaron de tomar el antidepresivo prescrito después de presentar disfunción sexual y que 50% de ellas ni siquiera habló del asunto con el médico.
“Hay varios métodos que hacen bastante tratable la disfunción sexual y comunicarse con el médico respecto a los síntomas y las alternativas de tratamiento, puede disminuir la probabilidad de alterar la administración de los antidepresivos debido a sus efectos secundarios desagradables”, advirtió Rullo.