PRIORITARIO, ATENDER LA SALUD MENTAL INFANTIL EN MÉXICO

Además de la carga genética otro factor que lleva a los menores a presentar depresión es el maltrato al que son expuestos.  

Foto: Especial
Tatiana Kostareva
Lorena Ríos
Todo menos politica
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En México existe una población de 25.4 millones de niños menores de doce años, de los cuales se estima que 2% enfrenta problemas de salud mental como depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención (TDA) con o sin hiperactividad, y debido a que los niños generalmente carecen del vocabulario (menores de cinco años) o de la capacidad de desarrollo para explicar sus problemas el diagnóstico resulta limitado.

Además existe una marcada preocupación sobre el estigma relacionado con la enfermedad mental, el uso de ciertos medicamentos y el costo o los problemas de logística del tratamiento, lo que llega a impedir que los padres busquen atención médica para un niño que se presume tiene algún trastorno.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el orbe y este 2020 podría convertirse en la segunda causa de discapacidad a escala mundial.

En México ocupa el primer lugar de discapacidad para las mujeres y el noveno para los hombres. Y la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil (AMPI) señala que del total del gasto público destinado a salud apenas 2% se destina para salud mental y solo 5% de las escuelas primarias y secundarias cuentan con un profesional de la salud mental.

Signos diferentes

Los niños pueden padecer también depresión y ansiedad, u otros trastornos, pero los van a expresar de manera diferente.

Se estima que alrededor de 2% de los niños y entre 4 y 8% de los adolescentes presentan un cuadro depresivo.

Los niños pueden mostrar sentimientos de infelicidad, tristeza, desaliento o irritabilidad, pero la mayoría serán reactivos a un suceso externo, que le servirá para adaptarse a las diferentes situaciones a las que se enfrenta y se recuperará progresivamente de estos estados de ánimo. Sin embargo un porcentaje menor cursará con síntomas depresivos durante la infancia y adolescencia.

Para Claudia Sotelo Arias, directora del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI), la depresión infantil obedece a diversos factores (genético, siquiátrico, sicológico, social), pero los menores que tienen un núcleo familiar con tendencia hacia la depresión pueden estar predispuestos a padecerla desde muy temprana edad y serán candidatos a ser adultos con depresión crónica.

“Cuando los sicólogos realizamos la historia clínica de los pacientes con depresión infantil descubrimos que casi siempre la madre o el padre o ambos también padecen el trastorno. Sabemos entonces que el comportamiento del niño se presenta por una reacción de lo que vive en su entorno familiar. Se trata de una conducta aprendida, en casi la mitad de los casos”, refiere la especialista.

Sotelo Arias explica que otro factor que lleva a los menores a presentar depresión es el maltrato al que son expuestos, física y emocionalmente: “Los papás con depresión suelen estar irritables y pueden agredir a sus hijos de diversas formas. Además tienen una autoestima muy baja y por ello exponen de forma reiterada a los menores a mensajes negativos e incluso catastróficos. Entonces los niños, quienes perciben el mundo con los ojos de sus padres, comienzan a desarrollar desde muy pequeños una visión pesimista del mundo, lo cual puede conllevar a la depresión”.

Advierte que otro factor de riesgo para los niños es que los padres con depresión suelen tener adicciones al alcohol o sustancias prohibidas. O padecen conductas compulsivas, ya sea trabajar en exceso o tirarse en la cama de forma permanente. “Si estas conductas se presentan de forma reiterada en alguno de los padres de familia es indispensable acudir a una terapia sicológica. En el caso de los menores si ya padecen signos claros de depresión es fundamental tener una intervención con una terapia sicológica preventiva”.

Maltrato infantil

María Luisa Rascón, sicóloga de la organización Voz Pro Salud Mental, indica que es necesario orientar a las familias para que presten más atención a lo que les sucede emocionalmente a los niños. “Ante cambios de conducta en los menores o ante señales como que no duerman bien, no se comuniquen o no se expresen con sus familiares, que sufran pesadillas o se aíslen, es necesario buscar ayuda especializada”.

Como en muchas escuelas no se cuenta con sicólogos la especialista llama a recurrir a organizaciones de la sociedad civil que brindan apoyo. “También puede orientarse a las familias, a la sociedad en general, a que tratemos de reducir la violencia en casa, la violencia que ven los niños en la televisión, en juegos o programas”, añade.

En relación al maltrato infantil dice que es cualquier agresión física hacia un menor de edad y en ocasiones lo llevan a cabo los padres o cuidadores, aunque también pueden ser personas ajenas al hogar y, en algunos casos, compañeros de escuela. Se divide en tres categorías: leve, que consiste en sacudidas y nalgadas que no dejan marcas; moderada, con golpes, empujones y arrojar objetos sin poner en riesgo la vida del menor; y grave, que incluye golpear repetidas veces, estrangular, quemar, arrojar o azotar al menor, o cualquier otro tipo de violencia que ponga en peligro su vida.

Este tipo de violencia constituye un severo factor de riesgo porque puede dañar el desarrollo sicológico, emocional o cognitivo del menor, con efectos que derivan en desórdenes de estrés postraumático, limitación en habilidades de interacción personal, dificultad para el aprendizaje o bajo rendimiento escolar, así como desórdenes de hiperactividad, impulsividad, irritabilidad, ansiedad, depresión o déficit de atención, y en algunas ocasiones llevar a conductas de riesgo como autolesiones y consumo de alcohol y sustancias.

Los niños que sufrieron maltrato infantil también son más propensos a presentar conductas agresivas en la adolescencia y en la edad adulta. Además una tercera parte de los padres que fueron maltratados de niños repiten el maltrato con sus propios hijos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce un mayor consumo de alcohol y drogas, síntomas de depresión y conductas violentas en la edad adulta como posibles consecuencias del maltrato infantil, además de la obesidad y el tabaquismo.

En México, de acuerdo con datos de la Encuesta nacional sobre la dinámica de las relaciones en los hogares2016, el maltrato físico lo padecen tanto niñas como niños (42.2 y 45.3%, respectivamente), pero son los menores de dos a cuatro años quienes reciben más castigos físicos que otros grupos de edad.

Por su parte el Informe Anual de UNICEF México 2017 señala que seis de cada diez niños y adolescentes entre uno y 14 años han experimentado algún método violento de disciplina infantil en sus hogares; de ellos uno de cada 15 ha recibido alguna forma de castigo físico severo (jalones de orejas, bofetadas, manotazos o golpes fuertes).

La violencia en el seno familiar en muchos casos se sigue considerando un asunto privado, por lo que sin duda existe un gran subregistro de los casos; esto aunado a que 5% de las madres y 8.4% de los padres creen que el castigo físico es necesario.

Recomendaciones

Felipe Vázquez, gerente de asuntos médicos del área de Sistema Nervioso Central en GSK México, destaca que “más de 90% de los casos de quienes sufren depresión, por ejemplo, se detecta de manera tardía”, toda vez que “en el país menos de 20% de quienes la padecen busca ayuda, e incluso se estima que quienes lo hacen tardan hasta 14 años en recibir un tratamiento especializado, lo que conlleva un incremento en la discapacidad”.

Ante esta situación comparte algunas recomendaciones para prevenir la depresión: mejorar la inteligencia emocional, practicar ejercicio, hacer meditación, tratar de controlar el estrés diario, promover la educación desde la infancia frente a los retos, prevenir el maltrato infantil, incrementar el apoyo en la familia, la escuela y el trabajo, además de estar alerta al comportamiento de familiares y amigos frente a situaciones difíciles de la vida.

También buscar ayuda profesional oportunamente para recibir sicoterapia y tratamiento médico, así como tomar los medicamentos durante el tiempo recomendado por el médico (generalmente mayor a un año) para evitar recaídas ya que la depresión es una enfermedad crónica y recurrente.

“Es importante hablar de nuestros sentimientos con alguien de confianza, no aislarnos, mantener hábitos regulares de alimentación y sueño, hacer ejercicio regularmente, pero sobre todo acudir por ayuda de un profesional de la salud para detectar oportunamente y tratar de manera adecuada cualquier tipo de depresión”, concluye.

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