Reproducción asistida: luz para quienes desean tener un bebé

Se estima que una de cada diez parejas en el país tiene problemas de infertilidad y no pueden lograr un embarazo en forma espontánea.

Reproducción asistida
Foto: David Leo Veksler/Creative Commons
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Las mujeres en México posponen cada vez más la maternidad a cambio de lograr su consolidación profesional, adquirir una vivienda propia, tener solvencia económica y buscar al compañero ideal, pero la funcionalidad del aparato reproductor femenino no es eterna: por el contrario, con el paso del tiempo sufre un deterioro y disminuye su efectividad.

Aun así, para las adultas que superan la cuarta década de la vida existe una serie de técnicas de reproducción asistida que pueden ayudar a convertir en realidad el sueño de tener un bebé.

Se estima que una de cada diez parejas en el país tiene problemas de infertilidad y no pueden lograr un embarazo en forma espontánea.

De ahí que acudan cada vez más a los servicios médicos especializados en biología de la reproducción, donde se les brinda una atención personalizada y de acuerdo a cada una de sus necesidades.

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Rafael Sánchez Usabiaga, director general de Médica Fértil, con subespecialidad en Endocrinología de la Reproducción y Técnicas de Reproducción Asistida, señala que entre los factores que influyen para la infertilidad.

“Uno de los principales problemas es que las mujeres postergan la maternidad porque prefieren aprovechar su juventud para su desarrollo profesional, económico o de otro tipo…”

Pero con las técnicas de reproducción asistida que son utilizadas por 10% de las parejas a nivel mundial, las probabilidades de lograr un embarazo son mayores y de que nazca un bebé sano también. Dichas técnicas se dividen en baja y alta complejidad.

De baja complejidad son la inseminación artificial y una estimulación ovárica con preparados hormonales (gonadotropinas) que se administran por vía oral o inyectados; cuando el óvulo ya está maduro se pasan los espermatozoides previamente capacitados a través del cuello de la matriz, con una pequeña sonda para depositarlos dentro del útero; ahí los espermatozoides subirán a través de la trompas y encontrarán el óvulo o los óvulos para ser fertilizados.

Por otro lado, en la fertilización in vitro se estimulan los ovarios y en un quirófano, bajo visión ultrasonográfica, se introduce una aguja hueca a través de la vagina de la mujer hasta llegar a los ovarios para extraer varios óvulos, los cuales se llevan al laboratorio de reproducción y ahí se inseminan con los espermatozoides.

Se espera que sean fertilizados de manera natural —lo cual se denomina fertilización in vitro— o bien con la técnica del laboratorio de reproducción que se conoce como inyección introplasmática del espermatozoide dentro del óvulo. Cuando se logran formar los preembriones se procede a la transferencia de los mismos a través de una inseminación.

Si alguna pareja tuviera algún antecedente de malformación genética o alteración cromosómica, lo que se recomienda es un estudio genético preimplantacional de los embriones para determinar cómo están genéticamente y si es viable su transferencia, comenta.

Sánchez Usabiaga menciona que la infertilidad se da cuando después de un año de que la pareja tiene relaciones sexuales sin usar ningún método anticonceptivo no se logra embarazar.

“El problema se presenta en 40% de los casos en el varón; en 40% en la mujer, 10% por causas mixtas y en otro 10% es inexplicable. Lo más importante es identificar la causa del problema de infertilidad, ya que de ello dependerá el tratamiento que se brinde a la pareja”, detalla.

Estudio genético preimplantacional

De acuerdo con datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, uno de cada 33 bebés nace con algún defecto de nacimiento; uno de cada cinco muere y los demás son propensos a sufrir enfermedades y discapacidades a lo largo de su vida.

“Estas enfermedades se incrementan en las parejas que deciden tener hijos a mayor edad, por lo cual se ha tenido la necesidad de investigar opciones para lograr embarazos exitosos y nacimientos de bebés sanos”, detalla el especialista en reproducción humana.

Para prevenir este tipo de situaciones dolorosas se cuenta con el estudio genético preimplantacional, por medio del cual se detectan anomalías genéticas de 24 cromosomas del embrión en el quinto día de desarrollo embrionario, con lo cual disminuyen las tasas de abortos espontáneos y se logran bebés sin alteraciones.

Algunas enfermedades que pueden producirse debido a un número anormal de cromosomas son síndrome de Down, malformaciones cardiacas y defectos del tubo neural. Este tipo de anomalías son estructurales o funcionales que se presentan en la etapa prenatal y en 50% de los casos no hay una causa específica.

Sánchez Usabiaga comenta que a Médica Fértil acuden mujeres de 38 y hasta 44 años de edad con la ilusión de ser madres, muchas de ellas con el aparato reproductor sano pero con la desventaja de que ya no tienen capacidad reproductiva por cuestión natural.

“Algunas llegan además con problemas de obesidad, diabetes, alteraciones hepáticas, factores inmunológicos o problemas hematológicos, matriz inmadura, anorexia, bulimia, malformaciones en trompas, ovario o vagina, entre otros”.

Las mujeres que desean ser madres “deben saber que el tiempo es el tesoro más preciado que tienen para lograr su objetivo; de ello depende el éxito o fracaso del método de reproducción asistida, y son muy diferentes las probabilidades de un embarazo exitoso de una mujer menor de 39 años que de una que supera los 45 años”, concluye.

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