México presenta rezagos en los compromisos adoptados desde hace una década en el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y signado por 180 naciones, mientras que otros países de América Latina, como Uruguay, Brasil, Chile y Panamá, le llevan la delantera en la aplicación de políticas públicas para prevenir y tratar esta enfermedad que afecta en la actualidad a 19 millones de mexicanos y causa la muerte de 66 mil personas al año en la República.
La adicción a la nicotina es un serio problema de salud que cada año provoca en el mundo la muerte de 6 millones de consumidores y se prevé que en 2030 la cifra de decesos se eleve a diez millones anuales.
México fue el primer país en firmar y ratificar el CMCT en 2004, pero hoy está en los últimos lugares entre las naciones que han avanzado en el control del tabaquismo.

Prueba de ello es que el nivel de cumplimiento de 2005 a 2015 es de 60% en pictogramas y advertencias sanitarias; de 50% en reducción de áreas interiores para fumadores; de 50% en prohibición parcial de la publicidad, y de 90% en el establecimiento de impuesto al tabaco, señala Érick Antonio Ochoa, director de Iniciativas para el Control del Tabaco de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC), quien resalta que “ninguna medida se cumple en su totalidad en el país”.
Durante la presentación del estudio Diez años del CMCT. Retos y perspectivas del control del tabaco en México, donde participaron organizaciones civiles como el Consejo Mexicano contra el Tabaquismo, Códice y la Alianza contra el Tabaco, el representante de la FIC expone que México tiene un “estatus de incumplimiento” comparado con otros países de la región en el caso de ambientes libres de humo de tabaco.
“Nuestro país pertenece al grupo donde la protección contra la publicidad y promoción califica como sin restricciones o con menos de las mínimas, y en el caso de impuestos, al no ajustarlos en los últimos años ha caído al octavo lugar (66.6%), detrás de Uruguay (68.7%), Argentina (67.8%) y el resto de países citados”, precisa.
También menciona que a pesar de que en once de los 32 estados cuentan con leyes de espacios 100% libres de humo de cigarro, la ley nacional permite aún áreas reservadas para fumadores.
Érick Antonio expone que la existencia de vacíos en la vigilancia, responsabilidad de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), de la Secretaría de Salud, de la Secretaría de Economía y el Servicio de Administración Tributaria amenazan a la población en general.
Resalta como los principales pendientes el incrementar los impuestos a los productos del tabaco, el cumplimiento de los espacios cien por ciento libres de humo de tabaco, mayor inversión del gobierno en campañas de información y prevención del tabaquismo, evitar la venta de cigarros a menores y de cigarros sueltos. Además, están pendientes de la Encuesta Global de Tabaquismo, entre otros puntos.

Adicción al tabaco
“Estamos ante una situación de salud pública grave, la adicción al tabaco es un factor de riesgo para seis de las ocho causas de mortalidad en el mundo, desde las enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, cáncer, entre otras.
Además es un factor pronóstico, es decir, modifica la historia de padecimientos como diabetes mellitus, hipertensión arterial, síndrome metabólico, donde la respuesta orgánica no es igual a los medicamentos. Por eso es importante que los 19 millones de fumadores que calculamos hay en este momento cuenten con alternativas para que dejen de fumar”, señala Guadalupe Ponciano Rodríguez, del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la Facultad de Medicina de la UNAM.

La especialista en tabaquismo destaca que en el país es evidente la escasez de políticas públicas, de oferta de intervención y heterogeneidad de desarrollo y falta de retroalimentación de los modelos de tratamiento para dejar de fumar, y advierte que si no se hace nada las consecuencias cada vez serán peores.
“Urge hacer programas de prevención y cesación de tabaquismo de forma paralela, ya que esta es una adicción, una enfermedad que requiere tratamiento y atención médica”, destaca.
De igual forma, resalta que casi un millón y medio de los 19 millones de fumadores, “no van a poder dejar de fumar si no les ofrecemos un tratamiento que los ayude a dejar esta adicción”.
Ponciano Rodríguez precisa en tanto que la nicotina es una de las drogas con mayor poder adictivo.
“Debemos cambiar la mentalidad; el tabaquismo no es un mal hábito, mucho menos un vicio que tiene una connotación moral: el tabaquismo es una adicción, una enfermedad que requiere tratamiento cuando la persona ya es dependiente a la nicotina. Si cambiamos esa idea el enfermo de tabaquismo verá como algo natural acudir al médico para tratarse la enfermedad”, expone.
Por ello proponemos que las terapias no están peleadas con la prevención, por lo que ambas deberían darse en las clínicas familiares o con los médicos de primer contacto”, concluye.