La epilepsia es un trastorno neurológico que puede afectar a las personas en cualquier etapa de la vida. Se caracteriza por episodios de ausencias o bien por pérdida del conocimiento y temblores violentos. La intensidad de las convulsiones o crisis epilépticas dependerá de la zona del cerebro afectada. En el mundo más de 50 millones de personas presentan esta condición y de ellas dos millones viven en México, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y especialistas en neurología.
Rumbo al Día Mundial de la Epilepsia, que se conmemora este miércoles 8 de febrero, expertos en neurología destacan que es importante que se “pierda el miedo a la palabra epilepsia”.
Si queremos que no discriminen a nuestros hijos “hay que perderle el miedo al diagnóstico: de esta forma se puede buscar información, tener una buena orientación, buscar el mejor tratamiento y esto influye en la calidad de vida de mi paciente”, comenta Leticia Munive Báez, presidenta de la Sociedad Mexicana de Neurología Pediátrica.
Sobre las características de este trastorno cerebral explica que “es una entidad donde vamos a tener eventos repetitivos de actividad bioeléctrica alterada, que son las famosas descargas en nuestro cerebro. Son como cortos circuitos en el cerebro y al darse estas descargas pueden existir diferentes manifestaciones: convulsiones, movimientos generalizados, pero también puede presentarse movimiento en un solo brazo, o de una sola pierna”.
Hay algunas epilepsias, añade la especialista, “donde la persona no convulsiona: solo se queda viendo hacia la nada, como si estuviera ausente, y por ello se les llama ausencias”.
Munive Báez detalla que también existe otro tipo de epilepsia en la que de forma súbita, ya sea los niños o los adultos, cambian de conducta con episodios de agresividad o irritabilidad; estos episodios duran muy poco, menos de tres minutos, son autolimitados. Además, podrían presentar pérdida de sensibilidad o adormecimiento de un brazo o de una pierna, limitado a segundos.
“Cuando estos episodios son repetitivos es importante acudir con un especialista para realizar estudios que permitan un diagnóstico. Para llamarle epilepsia los síntomas deben ser continuos, constantes y de largo tiempo de evolución”, dice la neuróloga pediatra.
Causas
Gracias a los avances tecnológicos en medicina en la actualidad se pueden identificar las causas en 70 u 80% de los casos de epilepsia.
En los recién nacidos lo más frecuente es la falta de oxigenación, embarazos múltiples, bebés prematuros, que antes morían y gracias a los avances médicos pueden sobrevivir, pero algunos quedan con secuelas como la epilepsia, señala Leticia Munive.
También las infecciones del cerebro o neuroinfecciones, mejor conocidas como meningitis, pueden tener como repercusión la epilepsia. De igual forma puede ser resultado de accidentes, malformaciones en la estructura del cerebro, infartos cerebrales o tumores.
La presidenta de la Sociedad Mexicana de Neurología Pediátrica explica que los estudios que permiten un diagnóstico adecuado son: estudios de imagen, tomografía, resonancia magnética, pero también por estudios en sangre y genéticos.
“Las epilepsias hereditarias, que se pueden diagnosticar con pruebas genéticas, son aquellas en que se encuentran varios casos en una familia”, indica.
Opciones terapéuticas
Munive Báez menciona que existe un arsenal terapéutico farmacológico y quirúrgico importante que permite a los especialistas diseñar la terapia adecuada para cada paciente.
Los beneficios de los fármacos de cuarta generación es que provocan menos efectos secundarios, con lo cual mejora la calidad de vida de las personas con epilepsia.
“Debemos tomar en cuenta qué tipo de epilepsia tiene el paciente, los costos de los tratamientos y los efectos secundarios. Además, se debe conocer si el paciente toma otros medicamentos por alguna otra patología. Muchas veces es también diabético, tiene alguna alergia, problemas de corazón, entre otros; entonces, se tiene que atender el paciente en forma integral”, subraya.
Además de las terapias farmacológicas los pacientes con epilepsia tienen la opción de recurrir a tratamientos quirúrgicos. Sin embargo, habrá casos que presenten descargas eléctricas en todo el cerebro, a quienes se les puede sugerir en cambio el uso de un marcapasos o un estimulador del nervio vago, menciona.
Epilepsia de difícil control
Cuando la epilepsia no se logra controlar con uno o varios fármacos, es decir, que el paciente no tiene una respuesta adecuada al tratamiento, entonces se habla de que es una epilepsia de difícil control o epilepsia refractaria, precisa por su parte Enrique de Obieta Cruz, especialista en cirugía neurológica pediátrica.
“En el caso de pacientes que presentan convulsiones varias veces al día, que a pesar de la terapia medicamentosa o de que ya pasaron por una cirugía resectiva aún no tienen un buen control de la enfermedad, lo que se les puede ofrecer es un estimulador del nervio vago, el cual es un vínculo de comunicación entre el cuerpo y el cerebro. La terapia ayuda a evitar las irregularidades eléctricas del cerebro”, detalla.
El también integrante del Consejo Mexicano de Cirugía Neurológica comenta que la estimulación del nervio vago “consiste en colocar un estimulador a nivel del cuello del lado izquierdo. Son electrodos helicoidales que se colocan en el nervio vago, se conecta de forma subcutánea a un generador que se coloca en el pecho, del lado izquierdo del paciente, y el electrodo dará impulsos a través del generador y con una frecuencia determinada tiene un estímulo de 30 segundos; y este estímulo lo está dando cada cinco o diez minutos, dependiendo de la preferencia del neurólogo”.
De Obieta Cruz describe que el procedimiento para colocar el dispositivo, que es una terapia complementaria para la epilepsia de difícil control, “requiere hospitalización, ya que se realiza en quirófano y con dos días de hospitalización para observar al paciente después de la cirugía, que tiene una duración no mayor a una hora”.
Agrega que manipular el nervio vago tiene sus riesgos y hay que estar muy pendientes, sobre todo el neuroanestesiólogo, en caso de que el paciente presente alguna reacción cardiovascular inesperada, porque este nervio se encarga precisamente de controlar el corazón, los pulmones y una parte gastrointestinal.
Pacientes pediátricos
La indicación para colocar el dispositivo de estimulación del nervio vago es por lo general posible a partir de los once o doce años, aunque hay pacientes aun más jóvenes que pueden verse beneficiados y no tener crisis convulsivas tan frecuentes, señala Enrique de Obieta.
“El paciente que utiliza el dispositivo seguirá con una terapia farmacológica, pero sus dosis se reducen de manera importante. Ambos tratamientos se combinan y mejoran en forma significativa la calidad de vida de los pacientes. Tanto en el estado cognitivo como en el estado de ánimo trae muchos beneficios a la vida de los pacientes”, expresa.
Antes los estimuladores eran muy grandes en comparación con el cuerpo del bebé y por eso no se ponían, pero ahora ya existen de un tamaño ideal para los niños pequeños, por lo que entre más temprano se empiece el tratamiento es mejor. La edad ya no es una limitante para usar el dispositivo.
“Esta tecnología tiene aproximadamente 30 años de utilizarse y conforme ha ido evolucionando, cada vez los electrodos son más pequeños, menos molestos e incómodos para el paciente y con una vida media más prolongada”, resalta el especialista en epilepsia.
La terapia de estimulación del nervio vago puede adaptarse a 30 o 40% de los pacientes que presentan epilepsia de difícil control.
“Al ubicarse en forma subcutánea, nada queda expuesto. Son niños, jóvenes y adultos que pueden llevar una vida normal al utilizar este dispositivo”, concluye.