Por: Federico González
Henri Cartier-Bresson. Ver es un todo. Entrevistas y conversaciones. 1951-1998. Gustavo Gili. Traducción: Carles Roche. 127 pp.
Alguna vez Robert Cappa le sugirió a Henri Cartier-Bresson (Francia, 1908–2004) que se autodefiniera como fotoperiodista. El galo hizo caso a su colega y amigo… y nunca se arrepintió: así se desmarcó de filiaciones con el surrealismo, se sintió con la libertad de captar su tiempo y hoy se le conoce como el padre de fotoperiodismo.
Enemigo acérrimo del flash, se dedicó a captar imágenes de la realidad concreta. No reencuadraba las placas durante el revelado y se apegaba tanto como podía a la realidad. “Me apasiona la geometría y mi máxima alegría es verme sorprendido por una bella organización de formas. Solo de este modo adquiere el tema toda su amplitud e importancia. Jamás recorto una fotografía, si me veo obligado a reencuadrarla es porque era mala y nada podrá mejorarla”, decía.
Cartier-Bresson supo construir un diálogo entre la fotografía y las distintas manifestaciones artísticas. Sus estudios en el taller de André Lhote, su colaboración con el cineasta Jean Renoir, la lectura de Chéjov y Stendhal… todo le enseñó a poner el ojo en el detalle de manera natural.
Valor
Más allá de seguir una pretensión artística con su trabajo, persiguió momentos que fueran más allá de la anécdota y aterrizaran en la comprensión de su tiempo. “Soy impulsivo en extremo, terriblemente impulsivo. Para mis amigos y mi familia soy insoportable. Soy un manojo de nervios. Pero en fotografía eso juega a mi favor. Jamás reflexiono. ¡Actúo, rápido! ¡Disparo! La fotografía tal y como yo la concibo es un dibujo. Un croquis a mano alzada, realizado con intuición y que no se puede corregir. Si se corrige, es con la foto siguiente”.
El proceso creativo de Cartier-Bresson se mantuvo prácticamente intacto a lo largo de su carrera. Hizo pocos cambios y apenas rectificó en detalles. Aprendió a sobrellevar la evolución de la fotografía sin claudicar de sus preceptos ni dejar de sentirse un periodista antes que un artista.
¿Purista? Quizá, pero lo cierto es que ahora, cuando con una computadora o un teléfono móvil se pueden editar o truquear imágenes, sus reflexiones tienen aún más valor.
Otro título de Henri Cartier-Bresson es Fotografiar del natural.