Crónica norteña

Una noche, mientras cena o toma una cerveza, de pronto es testigo de un tiroteo

Crónica norteña
Foto: Pexel/Creative Commons
Redacción
Todo menos politica
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federico gonzález

Carlos Velázquez. El karma de vivir al norte. Sexto piso. 194 pp.

A continuación la historia de un hombre atrapado en medio del fuego cruzado. La imagen es literal y metafórica.

Carlos Velázquez (Torreón, 1978) es de los autores más pujantes de su generación y, quizá junto a Heriberto Yépez, Julián Herbert y Yuri Herrera, encabeza lo mejor de la literatura norteña.

Hasta ahora Velázquez solo había publicado libros de cuentos —al margen de sus columnas periodísticas—. No ha incursionado en la novela y promete que después de El karma del vivir al norte no volverá a hacerlo en la crónica de este tipo.

De actitud frontal y provocadora, el autor se distingue por un estilo directo, sin demasiadas florituras, y por huir a toda costa del cliché de la identidad norteña. En sus relatos había —hasta ahora también— una resistencia por hacer del tráfico de enervantes el epicentro de su prosa.

Velázquez vive en la zona de La Laguna, territorio árido marcado por la política, el Santos, la cerveza... Hoy la suya es una de las ciudades más violentas del país. El autor se usa a sí mismo como carne de cañón para exponer las implicaciones de radicar en Torreón. Colecciona episodios a los que le sobran adjetivos y adrenalina. Sus mejores herramientas son el testimonial y una prosa fiel al estilo sajón de Cormac McCarthy.

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Hay periodismo en tanto que usa información, pero no aquella que circula en los medios; no hace sociología y menos aún estudios a partir de cifras y estadísticas. Su crónica es la de quien una noche, mientras cena o toma una cerveza, de pronto es testigo de un tiroteo; la de quien tiene el tino de tomar un taxi cuyo conductor es un sicario.

Si El karma de vivir al norte tiene un sesgo de denuncia, es mínimo. El meollo del asunto se encuentra en la identidad: ¿cómo nos convertimos en esto?, es una de las preguntas que cubren a sus relatos.

Pero aún hay más, como diría el conductor de televisión: leemos también a un escritor dividido, que mientras como padre se preocupa por el cuidado de su hija, una menor que desde temprana edad aprendió que a la primera detonación lo mejor es tirarse al suelo y no tardó en familiarizarse con el lenguaje de la violencia, cuando no está con ella se niega a sacrificar sus inmersiones en la vida nocturna de Torreón por el miedo.

¿Irse o quedarse? ¿Cambiar o permanecer? Un par de preguntas más. Velázquez no lanza respuestas, acaso se mueve y expone la dualidad humana. Después de todo las contradicciones y la imposibilidad de explicarlas son rasgos inherentes a la condición humana.

Otros títulos de Carlos Velázquez son La Biblia vaquera y La marrana negra de la literatura rosa.

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