“EL LIBERALISMO: UNA IDEOLOGÍA QUE AVALA UN MODO DE VIDA”

La ética se debe transmitir de abajo hacia arriba: solo así puede funcionar en los negocios o en los gobiernos.

Hector González
Todo menos politica
Deirdre McCloskey
CMB

Deirdre McCloskey es una liberal de cepa. Su noción de libertad no conoce distinciones y no separa la económica de la política. Profesora de Economía, Historia, Inglés y Comunicación de la Universidad de Illinois, Chicago, es una de las mayores intelectuales del liberalismo en la Unión Americana.

“Los liberales no estamos ni a la izquierda ni a la derecha”, afirma. Crítica del gobierno de Donald Trump, la académica habla en exclusiva con Vértigo. Sin perder el sentido del humor platica con desenfado y no vacila en esgrimir cuestionamientos a pensadores como Noam Chomsky o Thomas Piketty. “La izquierda asume que la economía es fácil”, revira McCloskey, para más adelante concluir: “Debemos entender que para tener una vida plena necesitamos ser libres”.

—¿Cómo entiende la economía liberal?

—Es lo contrario al conservadurismo. En Latinoamérica el término liberal ha sido absorbido por la derecha; mientras que en mi propio país, Estados Unidos, la palabra ha sido tomada por la izquierda. Tengo muchos amigos que son socialistas y se definen a sí mismos como liberales. Los liberales reales no están ni en la izquierda ni en la derecha. Por decirlo de alguna manera, están encima del triángulo y dicen: “Esperen un momento, no hay que tener un gobierno grande que nos diga qué hacer sino uno que ayude a la gente pobre, que se ocupe de la defensa nacional, si es necesario, pero no uno que se entrometa en tu vida”. El significado básico de liberalismo implica una sociedad de no dominación, una sociedad donde todos son libres y nadie es esclavo. La esposa no es esclava de su esposo, el ciudadano no es un esclavo del gobierno, todos somos libres.

—¿Qué pasa cuando la libertad económica no coincide con la libertad política?

—No creo que haya diferentes tipos de libertad: no creo que la libertad económica esté separada de la libertad política y de la libertad social o de la libertad religiosa y la libertad de prensa. Todas están juntas. La gente en la izquierda dice: “Sí, sí, la libertad social y política son muy importantes, pero no queremos la libertad económica”. Los de la derecha opinan todo lo contrario: “Oh, sí, sí a la libertad económica, pero no vamos a dar libertad social a los homosexuales”. Creo que esas son posiciones inconsistentes: si crees en la gente libre entonces también crees que puede moverse a un trabajo nuevo, poner una estética o amar a quien quiera.

—Usted ha escrito acerca de la importancia de la ética en la economía…

—Es extremadamente relevante, tanto en la economía como en la política. Actualmente la ética se dicta de arriba hacia abajo: la Iglesia católica te dice cómo comportarte; López Obrador desde el gobierno se ha propuesto decirle a la gente cómo comportarse. No me parece una buena idea. En China, ahora mismo, tienen el plan de vigilar a la gente todo el tiempo y si cruzas la calle en el lugar equivocado te sancionan. Las actitudes correctas deben venir desde casa, la escuela o la cultura. La ética se debe transmitir de abajo hacia arriba. Solo así puede funcionar en los negocios o en los gobiernos.

—Después de la crisis de hace diez años se dijo que el liberalismo había entrado en fase terminal. ¿Cómo es que ha sobrevivido?

—Creo que en 2008 la gente perdió la fe en el liberalismo; fue un error. Hay una tendencia moderna, antigua también, de decir: “Bueno, si las cosas van mal debe ser la culpa del rey o del emperador”. En China hablan de un mandato del cielo. Hay una tendencia en el mundo de creer que si algo va mal el gobierno debería arreglarlo; gente que cree en las regulaciones y no en el buen periodismo y la competencia. Falso. La prensa comprometida es la mejor protección para la gente porque expone el mal comportamiento de los funcionarios. Culpar al liberalismo por gente corrupta no es precisamente el camino más inteligente. Lo mejor es dejar que el sistema innovista o capitalista siga funcionando.

Estado imperceptible

—Pero la promesa de que el liberalismo acabaría con la pobreza no se cumplió del todo y en consecuencia gobiernos proteccionistas, como el de Donald Trump, han tomado el control.

—Es terrible. Trump es un oportunista; gracias a Dios es estúpido y flojo. Si fuera tan inteligente y enérgico como Putin, Estados Unidos y México estarían en problemas. Ya ve lo que dicen: “México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Tiene la tonta idea de que el balance en el comercio es una especie de juego. El balance comercial es una idea tonta, de cualquier forma, es una terrible guía para la política. Desafortunadamente, como mencionaste, el episodio de 2008 incrementó este deseo de proteccionismo al que te refieres. Por otro lado, no creo que debamos usar la palabra “proteccionismo”, porque me suena a decir: “Deberíamos proteger a nuestros niños de los abusos y la hambruna, deberíamos proteger a la gente de la hambruna”, y eso está bien. Más bien deberíamos llamarlo “favoritismo”, porque eso es lo que es. Trump impuso tarifas en la industria del acero y ha llamado a un estado de emergencia porque su secretario de Comercio viene de la industria del metal y teme por sus intereses.

—Se lo planteo de otra manera: ¿los gobiernos proteccionistas son consecuencia de los errores del liberalismo?

—Se podría decir, pero creo que hay diferentes capas en este tema. Estados Unidos alguna vez, así como México, mantuvieron gobiernos proteccionistas hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Después, en un cambio sorprendente en la ideología, decidimos abogar por el libre comercio. Cuando era niña en mi país había tres y media compañías que vendían autos: General Motors, Ford Chrysler y American Motors; ahora, y me imagino que también en México, puedes comprar un auto de 20 diferentes empresas: esta es una situación más favorable para todos que se desprende del libre comercio. Vuelvo al tema de la libertad: el libre comercio individual funciona igual que el libre comercio internacional. No podemos confundirnos: el proteccionismo limita la voluntad personal y social por medio de impuestos. Cuando gravas las importaciones en realidad castigas a los mexicanos, no a los exportadores extranjeros. Si quieren que México tenga un mejor panorama comercial deben disminuir los impuestos.

—¿Cuál debería ser la participación del gobierno en una economía liberal?

—Debería ser pequeña, imperceptible. Muchas de las cosas que hace el gobierno la iniciativa privada podría hacerlas mejor. Hoy es más sencillo y barato, por ejemplo, colocar pequeños dispositivos que cobren e indiquen el costo de los transportistas por viajar en tal o cual camino. La situación sería mucho mejor si la exportación y exploración del petróleo fuera llevada a cabo por empresas privadas. Sé que este es un tema sensible en Latinoamérica, donde “la tierra pertenece a la gente”, pero la realidad es que el gobierno es quien se ha apoderado de la tierra. Los recursos naturales no son los que ocasionan la riqueza de una nación: si así fuera el Congo sería la nación más rica de todo el mundo y Hong Kong sería muy pobre, porque su único recurso natural es su puerto, todo lo demás tiene que ser importado. Antes la tierra era muy importante para el ingreso nacional pero ahora representa 5% de ese ingreso.

—¿Sin una democracia fuerte es imposible tener una economía eficiente?

—Depende de la ética y la ideología. Si basas tu ética en la envidia vas a tener una economía socialista y va a ser terrible, como sucedió en Alemania del Este, o peor, como Corea del Norte. En Latinoamérica ha habido brotes de envidia, probablemente el peor caso en este momento es el de Venezuela. Noam Chomsky, un gran lingüista estadunidense y un gran radical, acaba de firmar una petición para que el gobierno de Estados Unidos levante las sanciones que tiene contra Maduro, como si el problema en Venezuela fueran los yankees. Sé que mi país ha intervenido de diferentes maneras en Latinoamérica, robamos la mitad de México, por ejemplo. Pero si hay un ejemplo de una nación que se dispara sola en el pie, esa es Venezuela: todo lo que está pasando lo hicieron ellos mismos. Otro ejemplo claro y clásico es la época de Juan Domingo Perón en Argentina. La gente pensaba: “Gracias por darme un subsidio”. Los subsidios son una estrategia eficiente cuando la ética política se basa en la envidia, en repartir un poco para controlar a la mayoría. La ética del liberalismo parte de la generosidad. Yo te respeto, tú me respetas y hacemos negocios si queremos; te dejo hacer lo que quieras siempre y cuando no traspases mis límites y viceversa; esta ideología es crucial. Así evades el error de creer que podemos vivir gravándonos unos a otros en lugar de comerciar y alentarnos unos a otros.

—Acaba de mencionar a Noam Chomsky. ¿Qué opina de sus ideas?

—Debatí el año pasado con él en Inglaterra, estaba en una transmisión de video, era como si el Gran Hermano te estuviera viendo. Estoy muy interesada en los lingüistas, los he estudiado y tengo una opinión muy elevada de su trabajo en esta área, pero está equivocado en lo que a economía y política se refiere. Es una pena, porque no creo que Noam haya leído otro libro de economía que no sea El Capital, de Marx; no puedes realmente entender la economía si te limitas a conocer una visión.

—Usted es crítica también del trabajo de Thomas Piketty…

—El capital en el siglo XXI es un libro muy serio, él es un economista científico muy respetado, no es un mal hombre y no es tonto. Sin embargo, su libro está mal planteado ética, política y económicamente hablando. No es verdad que la desigualdad ha aumentado. Al contrario, ha caído dramáticamente durante los últimos 30 o 40 años. Los periodos más desiguales fueron los medievales. Desde un punto de vista ético la desigualdad no es el problema: el problema es la pobreza y la tiranía: esos son los grandes problemas y están conectados. La pobreza es causada por la tiranía, por no dejar a la gente tener una meta, por no dejarlos innovar o hacer lo que quieren hacer en un intercambio pacífico.

—¿Por qué cree que los libros de Piketty son tan exitosos?

—Bueno, porque encaja muy bien con las presuposiciones de la izquierda. La izquierda asume que la economía es fácil, que los recién graduados de Harvard pueden ir y manejar la economía muy fácilmente, que el conocimiento local de un periodista, de un camarógrafo o un administrador no son importantes: eso es lo primero que asumen. La izquierda ve a la ganancia como un impuesto; cree que la ganancia que obtiene una persona de negocios es ventajosa cuando en realidad es una señal que te permite leer o conocer el tipo de persona que es; los empresarios, buenos o malos, envían señales a los consumidores. Guste o no vivimos en un sistema de señales y la ganancia es el núcleo de las señales.

Contra las fronteras

—¿Qué opina de la manera en que se lleva a cabo el libre comercio en Latinoamérica?

—Creo que mejora favorablemente. En los últimos años se han implementado esquemas para introducir zonas de libre comercio y eso es bueno. A pesar de lo que pueda decir Trump, el Tratado de Libre Comercio ha sido un éxito para México, Estados Unidos y Canadá. Ojalá hubiera más casos similares en el continente. Sin embargo, el proteccionismo o favoritismo, como gustes llamarlo, permanece en algunos gobiernos y eso propicia que agricultores de Colombia no quieran competir con agricultores de Brasil.

—¿Cuál es la relación entre el liberalismo y las políticas enfocadas en la seguridad nacional?

—Depende de lo que quieras decir con la seguridad nacional. Si te refieres a prevenir una invasión, mi punto de vista es que tenemos un ejército muy pequeño o guardia costera, y unas cuantas bombas atómicas para prevenir la extorsión de los rusos y los chinos. Pero eso no es lo que necesitamos en Estados Unidos; lo que realmente necesitamos es protegernos del extremo peligro que genera Trump. Es increíble que piense seriamente que los mexicanos invadirán a Estados Unidos y que es necesario un muro para evitar que el ejército de tu país recupere el territorio que perdió.

—Aunque en algunas partes de la frontera el muro ya existe…

—Sí, ya fui a ver la frontera entre Tijuana y San Diego: es estremecedor. El muro es un símbolo de la estupidez. La gente que cruza la frontera de Tijuana lo único que busca es trabajar para los estadunidenses. Yo vengo de Chicago, donde aumentan los hispanos, y veo gente, probablemente ilegal, trabajando en restaurantes, trabajando duro. ¿Dónde está el problema con eso? Las naciones que cierran fronteras hacen algo terrible. Soy de Estados Unidos pero mis ancestros vinieron de Irlanda, Noruega e Inglaterra; y vinieron en una época en la que no había pasaportes: caminaron para cruzar la frontera, y creo que así debería ser. Soy radical en este punto: estoy en contra de las nacionalidades. Uno de los ideales fundacionales de mi país es el liberalismo: deja que la gente tenga una meta, permíteles trabajar y hacer negocios, tener una vida exitosa, inventar instituciones. Las otras dos eran terribles: nacionalismo y socialismo fueron sistemas terribles, tan solo recuerda que de ambos surgieron Hitler y Stalin.

—¿El liberalismo es una ideología o un modo de vida?

—Es una ideología que avala un modo y un estilo de vida. Si la gente tiene una ideología liberal entonces tiene una actitud generosa hacia otros. Los otros sistemas, el nacionalismo y el socialismo, obligan a la gente a hacer cosas y eso genera envidia. Yo, por ejemplo, puedo envidiarte por hablar dos idiomas. Es un error pensar que todos somos iguales: si así fuera no existirían las bases para hacer negocios o para tener una conversación como esta. Si todos tuviéramos el mismo conocimiento o las mismas habilidades nos quedaríamos sentados en casa sin hacer nada.

—¿Cuál es el ideal humano del liberalismo?

—Para ser libre se necesita florecer. El problema es que a mucha gente le gusta ser esclavo: al menos en un nivel quieren estar protegidos. Necesitamos entender que para tener una vida plena necesitamos ser libres. No quiero decir que no debamos ayudar a la gente pobre. Tuve dos vagabundos viviendo en mi casa durante cuatro años y medio. Quisiera preguntarle a Piketty, si alguna vez lo conozco, ¿qué hizo con las ganancias de su libro? ¿Se las dio a los pobres? Dudo que lo haya hecho. Pensemos en la visión socialista. ¿Cuál es el humano ideal en el socialismo? Soy cristiana y creo que Dios nos dio libre albedrío para elegir; por supuesto que a veces nos equivocamos, pero también debemos poder rectificar dignamente.

—¿Cuáles son los principales enemigos del liberalismo?

—El nacionalismo y el socialismo. Y hay una variante de ambos en el populismo, que es el principal problema actualmente. En Latinoamérica vemos que sigue vivo, pero sucede lo mismo en Italia.

Despenalización

—¿Qué opina del nuevo gobierno en México?

—Espero: espero que hable como izquierdista y actúe como liberal. Eso fue lo que Lula hizo: dijo que la gente iba a tomar el control y entonces complació a los banqueros; eso estuvo bien porque consiguió que Brasil creciera sustancialmente. Pero si López Obrador actúa como Trump, no va a ayudar a México.

—Desde su punto de vista ¿cuál es el principal problema de México? ¿La inseguridad, la pobreza, la corrupción?

—La pobreza. Desafortunadamente la seguridad depende mucho de Estados Unidos: son nuestras estúpidas leyes de drogas las que han causado los problemas en Colombia y ahora en México. Imagina que mañana las autoridades estadunidenses dijeran: “Bueno, vamos a permitir que la gente consuma las drogas que quiera y pueden comprarlas en la farmacia”, mañana los cárteles colapsarían. En Estados Unidos hay muchas cosas estúpidas: una de ellas es la inclinación a la prohibición. Intentamos prohibir el alcohol y fue un desastre, prohibimos la marihuana, la cocaína, y su consumo incrementó.

—¿Cuál sería la mejor política contra el narcotráfico?

—La básica es detener las prohibiciones. En mi país estados como Colorado u Oregon comienzan a desechar las regulaciones. La marihuana no necesariamente es buena para ti, pero tampoco lo es comer mucha grasa o cruzar la calle sin fijarte en ambos lados y nadie está metiendo a la gente a la cárcel por eso.

—¿Cuál es el mejor ejemplo de economía liberal?

—Suecia era uno de los países más pobres en Europa en 1800, extremadamente pobre. A mitad del siglo XIX los suecos liberaron su economía y para el siglo XX, antes de la socialdemocracia, ya estaban entre los países más ricos del mundo. Esto ha pasado una y otra vez. No fueron los proyectos del gobierno los que lo enriquecieron. Un caso espectacular es el del canal de Göta, al interior de Suecia, que conecta muchos lagos. Fue construido antes de la liberalización del país, con reclutas militares, fue un proyecto estúpido porque estaba pensado para la defensa nacional. Ahora se usa para pasear en bote, es lindo, pero no es valioso. Otro ejemplo es el tren de alta velocidad en China, que terminó siendo un proyecto idiota: es un medio de transporte muy rápido pero ineficaz en un país aún más pobre que México; esto es algo típico. El peligro no está en que New Balance trate de convencerte de que compres zapatos nuevos: el peligro está en que el gobierno te imponga ciertos esquemas. La frase más increíble y temible que conozco es: “Soy del gobierno y vengo a ayudarte”.