Informática afectiva, beneficios de la inteligencia artificial
Esta tecnología en desarrollo pretende integrar la dimensión emocional en la relación hombre-máquina para mejorar un determinado servicio a favor del usuario.
Se conoce como informática afectiva a la tecnológica que tiene como fin establecer en una computador, tableta, smartphone o cualquier dispositivo de este tipo la capacidad de observar las emociones de los usuarios y/o cómo les afectan las cosas; es decir, se trata de una tecnología emergente que pretende reunir las emociones de una relación hombre-máquina para mejorar los servicios de la informática cotidiana, facilitando la adaptación de una computadora o dispositivo en la persona y viceversa.
Para investigadores de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, la informática afectiva se basa en un estado en el que “nuestro inconsciente extiende a las interacciones con una computadora todas las reglas de interacción social entre dos personas”; en otras palabras, en el hecho de que instintivamente tendemos a considerar a nuestra computadora o máquina como a un ser humano.
Los científicos revelan que el elogio, la política y el sexismo, entre otros tópicos, se aplican de forma cotidiana a la computadora, a la cual se le atribuye una especie de figura social.
De hecho, muchas veces se reacciona ante la máquina hablándole como si fuera una persona: “más rápido”, “¡responde!”, “necesito los datos”, etcétera.
Es por ello que la informática afectiva pretende elaborar programas que cubran esta dimensión sensible de las relaciones entre las personas y las computadoras, al mismo tiempo que abran nuevas posibilidades de colaboración entre las máquinas y sus usuarios para incrementar su utilidad personal y social.
Sin embargo, imitar las reacciones emocionales del ser humano no significa necesariamente que se pueda conseguir que una máquina pueda “sentir”, en el estricto sentido de la palabra: la tecnología afectiva siempre se verá delimitada por nuestra propia capacidad para explicar las emociones.
Además, la relación entre lo que podemos mostrar en un gesto y lo que realmente sentimos, es variable.
Lo importante no es que una máquina tenga o no emociones: no se buscan sistemas que estén tristes o alegres, sino que puedan enfocar nuestra atención y mejorar la toma de decisiones, adaptándose al contexto del momento.
Una máquina que reconozca, comprenda y exprese emociones similares —aunque no iguales— a las humanas podría ser un mejor colaborador que las actuales e interaccionar de manera más adecuada con las personas.
Pero, ¿cómo una máquina puede reconocer una emoción, algo de por sí difícil para un ser humano?
Interacción
El gran avance tecnológico que actualmente presentan cámaras y micrófonos hace posible que ya se trabaje en un programa informático que enseña a las computadoras a reconocer las emociones humanas con base en las expresiones faciales y en el tono de voz, para determinar emociones como arrogancia, ira, alegría, tristeza, frustración, sorpresa, indignación, etcétera.
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