Por: Federico González
Leonardo Faccio. Messi. Debate. 194 pp.
Miguel Martínez es el doble de Lionel Messi. Su parecido con el futbolista del Barcelona es tal, que el joven catalán ocasionalmente hace a un lado su trabajo de recargar máquinas de tabaco en los bares para suplir al crack en comerciales. Uno de los deportistas más famosos y cotizados del planeta no se puede exponer demasiado. Esto no es nuevo, Ronaldo, Zidane, Beckham o Maradona también han contado con uno.
A Messi le pagan por hacer magia con el balón, no con las palabras. Su personalidad retraída y carente del liderazgo que necesita la Selección de Argentina desaparece cuando se pone la casaca del cuadro azulgrana y salta a la cancha.

Bien lo sabe el periodista bonaerense Leonardo Faccio (1971), autor de Messi, tal vez la biografía más detallada dedicada al deportista sudamericano, que ofrece un amplio perfil de quien hoy día es una de las figuras más reconocidas del planeta.
Faccio confiesa que el futbol no le había enganchado demasiado antes de conocer al biografiado. Su acto de contrición lo delata y nos anticipa que no encontraremos escándalos ni puyas demasiado incisivas. La objetividad no existe.
Por dos carriles
El libro tiene dos vías. La primera nos permite conocer la vida personal del astro. Su problema congénito que lo orilló a inyectarse, él mismo, medicamento en las piernas para crecer. Su falta de interés en la escuela. Su periodo en La Masía, la academia del F. C. Barcelona. Su relación con sus hermanos y la cercanía con su padre, quien es también su representante.
La segunda, y para quien esto escribe más interesante, es la periodística. Faccio solo sostuvo una entrevista con él y no superior a media hora. El resto es puro ejercicio de investigación. Habla con todo aquel capaz de aportar información. Familia, amigos, maestros… Es mérito del autor contar con los testimonios de Juan Sebastián Verón, el atleta con quien Messi compartió habitación durante el Mundial 2010. O de amigos de la infancia.

Alejado de una narrativa plana y grandilocuente, el fresco plasmado por Faccio atrapa por la buena prosa y el ritmo del relato. Su olfato y manejo del oficio le permite ubicar escenas clave y a partir de ellas generar historias. Su texto no es demostrativo ni didáctico: es meramente narrativo. Supo focalizar tan bien su objeto de atención, que las glorias conseguidas sobre el terreno de juego son apenas el marco de un ser humano sobre el que una o dos veces a la semana se concentran millones de miradas.
No son muchos los personajes históricos que cuentan con biografías a la altura de su talento. Messi la tiene.
