Mujeres de México: Avances, retos y reconocimiento

Día Internacional de la Mujer

MUJERES
Foto: Cuartoscuro
Ricardo Pérez Valencia
Todo menos politica
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Sin duda usted ha escuchado de manera reciente y con cierta frecuencia palabras como empoderamiento, inclusión, igualdad, equidad, no discriminación o perspectiva de género: le aseguro que no es producto de alguna moda, sino derivado de un largo proceso de luchas sociales, a veces incansables, y de reivindicación de las mujeres con el simple objetivo de tener mejor calidad de vida y respeto a sus derechos, así como de la propia visibilidad de su esfuerzo.

En los últimos 40 años la participación de las mujeres en los diversos ámbitos económicos, sociales, políticos, culturales y laborales no solo se ha incrementado, sino que ha enriquecido al país y al mundo con sus aportaciones.

A través del tiempo, las normas sociales han marcado ciertos roles en la sociedad. Generalmente se ha considerado al hombre como actor económico encargado de proveer de recursos al hogar y se ha delegado a la mujer la responsabilidad del cuidado de los hijos, enfermos, personas con discapacidad o adultos mayores y labores domésticas.

Sin embargo, esa lucha en pos de la igualdad genera una mayor participación de la mujer y establece las bases de cambios culturales que, también hay que decirlo, no son aún suficientes.

Desigualdad

De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres la transformación cultural no ha sido acompañada de un cambio ideológico donde el sexo femenino deje de ser identificado con esa tarea social que, como afirma la presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Alexandra Haas Paciuc, les confiere un trabajo no remunerado que representa más de 20% del Producto Interno Bruto del país.

La Encuesta intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que más de nueve millones de hogares en México tienen “jefatura femenina”; es decir, que además de ser madres y asumir las responsabilidades propias del hogar, trabajan por una remuneración económica que, dicho sea de paso, con frecuencia es menor a la que perciben los hombres, diferencia que en promedio, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es de 18 por ciento.

Reconocimiento

Cabe decir que la lucha y el reconocimiento de los derechos de las mujeres no son nuevos: hace mas de 100 años que se conmemora el Día Internacional de la Mujer cada 8 de marzo, pero este 2017 se cumplen cuatro décadas desde que la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) invitó a todos los Estados a proclamar el “Día para los derechos de la mujer y la paz internacional”, en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.

Es cierto que para muchas mujeres en el mundo aún hay poco que celebrar y mucho que exigir para poner fin a la discriminación, pero también es verdad que se aprovecha y utiliza esta fecha para reflexionar sobre el rol de la mujer en la sociedad, para valorar la importancia de su trabajo y para reconocer sus logros.

Tania Ramírez Hernández, directora adjunta de Vinculación, Cultura y Educación del Conapred, señala en entrevista con Vértigo que se debe reconocer lo logrado porque el trabajo —y a veces la vida de muchas mujeres— está de por medio para hacer que la agenda de la igualdad de las mujeres avance.

“Debemos como humanidad el reconocimiento histórico al trabajo que mujeres, y también hombres, han desarrollado en los últimos años para generar la igualdad. El abono que cada una de las mujeres en la historia ha hecho, nos tiene que llevar a un momento de claridad en el que asumamos que se ha logrado mucho y que nos ha costado mucho esfuerzo”, indica Ramírez.

Sin embargo, ejemplifica, esto no garantiza que en la vida cotidiana, en el ámbito laboral y el ámbito de la vida familiar se haya conseguido tener las condiciones de dignidad mínimas que enmarcan los derechos humanos: “No podemos dar por sentado que porque el andamiaje institucional normativo está dado, eso logrará que las mujeres nos incorporemos al ámbito laboral en igualdad de condiciones”.

Por más que en la normatividad ya no hay limitantes para la contratación de la mujer, para que sea jefa o tenga puestos de dirección o de toma de decisiones, “en la parte cultural y de las prácticas cotidianas y sociales no termina de ser una realidad”, añade.

Puntos clave

El Conapred, dice Ramírez, recibe quejas de que aún hay muchos lugares donde a las mujeres se les da un salario distinto por cargos y tareas iguales que un varón, en donde a las mujeres se les pide prueba de ingravidez o donde se les despide por estar embarazadas.

De acuerdo con la Encuestanacional sobre discriminación (Enadis), 21.2% de las mujeres señala a la discriminación como la principal dificultad en el ámbito laboral y 11.6% de las mujeres se declara víctima de abuso, acoso, maltrato o violencia.

—¿El problema es cultural? Es decir, ¿por la forma en que fuimos educados?

—Es cultural, sí… pero también estructural. Las estructuras en nuestro país, o en otras palabras nuestras leyes, los protocolos de investigación, nuestra forma de juzgar, han carecido de la perspectiva de género en los últimos años. Nuestras instituciones no han terminado de hacer cambios para la inclusión plena y justa de las mujeres. Nuestras leyes tampoco están formuladas en el sentido de favorecer nuestra incorporación. La buena noticia de decir que algo es cultural es que es cambiable: si así fuimos educados quiere decir que podemos ser educados de otra manera.

—¿Qué propone el Conapred a corto plazo para ir acabando con la desigualdad y la discriminación?

—Lo fundamental es que comprendamos que la inclusión es determinante para el desarrollo; es decir, desmontar el mito de que si incluyes a todas las personas en igualdad de condiciones vas a tener pérdidas económicas o en el rendimiento de los recursos humanos. Tenemos que entender como país que la inclusión de las mujeres con igualdad nos puede dar un bono demográfico que podría ser sumamente poderoso y propositivo.

Ramírez Hernández comenta que en materia de género para el Conapred hay tres grupos de población prioritarios que son un gran reto: las mujeres migrantes, las niñas y las trabajadoras del hogar.

“Tenemos una deuda-país con las mujeres que pudieran ser deportadas por la política migratoria de Donald Trump. Y ojalá entendamos este momento como una oportunidad para reincorporarlas en las condiciones más dignas. Con las niñas, porque hoy por hoy sabemos que nacer niña posiblemente quiera decir no terminar la escuela o cuidar a los hermanitos, donde aún en muchas familias y comunidades se ve al hombre como el que va a superarse y esa es una agravante muy seria contra las niñas, porque estamos violentando desde el inicio su proyecto de vida.

Y el de las trabajadoras del hogar “es el tercer tema porque la condición que viven estas mujeres trabajadoras de verdad es de lo más compleja, en un momento en que nuestro país tiene leyes en las que claramente se dice cómo deben regularse las relaciones laborales, pero las trabajadoras del hogar han quedado excluidas de la dinámica de protección de derechos”.

Misión

—Como mujer de logros personales, familiares y profesionales, ¿qué consejo o mensaje puede darle a las mujeres para alcanzar esos éxitos y lograr una vida más digna?

—Una buena práctica es siempre cuestionarte si lo que estás haciendo o lo que vas a hacer está determinado por el rol de género impuesto por la sociedad. Antes de tomar cualquier decisión hay que ver si la estamos tomando libremente. Otra cosa que diría a las mujeres es que contagiemos con este ánimo a nuestros colegas varones. Hoy por hoy me queda claro que si el feminismo lo mantenemos solo en las manos de las mujeres, seguiremos sin establecer el diálogo necesario para convertirlo en una realidad. Necesitamos que los varones sean nuestros cómplices y nuestros aliados para construir la realidad justa, digna y en términos de igualdad que queremos las mujeres, en algo que también es seguramente el mundo en el que quieren vivir los varones.

Presencia

Aun cuando queda mucho camino por recorrer para lograr una paridad de género en nuestro país, en los últimos años la participación de las mujeres en puestos de alta dirección en las empresas, o que se desempeñan en la política, la ciencia, la educación o los deportes ha registrado incrementos.

En ámbitos que tradicionalmente han sido ocupados por hombres, cada vez se observa una mayor participación de la mujer.

En las Fuerzas Armadas, por ejemplo, de acuerdo con datos de la Secretaría de la Defensa Nacional de 2006 a 2013 el número de mujeres activas en las filas del Ejército se incrementó 124%, al pasar de seis mil 293 a 14 mil 150 y se estima que para 2018 superarán las 20 mil.

En política, aunque no se alcanza todavía la cifra propuesta de 50-50, en la Cámara de Diputados 42.4% de los escaños son ocupados por mujeres y 36.7% de las curules del Senado de la República, aunque en la Suprema Corte de Justicia de la Nación las mujeres representan solo 18.2%, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación 14.3% y al frente de las secretarías de Estado 16.6 por ciento.

Los deportes no son la excepción y también hay cada vez más mujeres que logran importantes éxitos a nivel nacional e internacional.

Baste decir que desde 2000 a la fecha, en los Juegos Olímpicos de Sydney, Atenas, Beijing, Londres y Río de Janeiro, de las 25 medallas ganadas por México 13 son logros de mujeres, a pesar de representar 40% del total de participantes en las cinco justas.

Una de estas mujeres triunfadoras, Paola Espinosa, doble medallista olímpica, dice a Vértigo que deportivamente hablando en los últimos años las mujeres han dado la cara por nuestro país, pero también en otros ámbitos y se han dado cuenta que pueden hacer lo que se proponen.

“Somos muy valiosas. Una madre de familia, por ejemplo, a pesar de que sabe que el trabajo en casa es mal valorado, lo hace con cariño. Creo que es un gran trabajo el ayudar a crecer a los hijos con valores importantes que beneficien a nuestra sociedad”, puntualiza Espinosa.

Reconoce que para el desarrollo de la mujer existen muchas barreras, pero dice creer “que somos capaces; en mi experiencia, yo me concentré, trabajé y luché por mi sueño, que era ganar una medalla olímpica. Y lo logré a pesar de que existían trabas que son reales”.

—¿Qué propondrías para que los éxitos sean más y más grandes?

—Creo que hay un cambio grande, se están abriendo muchos campos y oportunidades para nosotras las mujeres. Obviamente siempre hace falta un poquito más y solita la sociedad se da cuenta de que somos capaces, somos inteligentes, somos fuertes y realmente emprendedoras para poder hacer cualquier cosa.

—¿Cuál consideras que es la clave del éxito?

—No existe realmente una clave o una fórmula. Simplemente que no quites el dedo del renglón, que luches hasta el final para alcanzar la meta. Tengo un gran ejemplo, que es mi mamá, y creo que las cosas sí se pueden hacer.

Las mujeres señalan que el objetivo de un día como el 8 de marzo es hacer un serio llamado para que tanto hombres como mujeres tengan las mismas oportunidades de desarrollo, salud, vivienda, educación, independencia económica, libertad para tomar decisiones, seguridad y acceso a la justicia.

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