Música ocular: cine para sordos y oyentes

“Somos sumamente ignorantes respecto a la sordera, a la que el doctor Jonson calificaba como ‘una de las calamidades humanas más terribles’; mucho más ignorantes de lo que eran las personas cultas en 1886 o 1786. Ignorantes e indiferentes”.

Imagen del documental Música Ocular
Foto: Especial
Hector González
Todo menos politica
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“Somos sumamente ignorantes respecto a la sordera, a la que el doctor Jonson calificaba como ‘una de las calamidades humanas más terribles’; mucho más ignorantes de lo que eran las personas cultas en 1886 o 1786. Ignorantes e indiferentes”, escribe el neurólogo Oliver Sacks en su libro Veo una voz, viaje al mundo de los sordos.

Al realizador José Antonio Cordero le tocó corroborar en carne propia las líneas del científico: durante unas vacaciones en las playas oaxaqueñas conoció a Erik, un joven sordo con quien apenas pudo comunicarse. Convencido de que la incapacidad no está en ellos sino en la “gente normal”, se propuso estudiar y aprender el lenguaje de señas.

Poco tiempo después, y sin mayor afán que hacer conciencia acerca de la realidad de los sordomudos, concibió Música ocular, el primer documental mexicano realizado para la gente que no tiene la capacidad de oír y escuchar.

La pregunta es sencilla: ¿cuál es la relación de los sordomudos con el cine?

El director explora las posibilidades comunicativas de una imagen. Sus protagonistas, todos egresados de la escuela Piña Palmera, en la costa oaxaqueña, fueron convocados para hacer un filme escrito y actuado por ellos mismos.

“No fue sencillo estructurar la historia. Podría decir que fue un proceso medio esquizofrénico. Es una película para personas sordas y oyentes, lo que implicaba atender a ambos públicos”, comenta Cordero, quien no duda en afirmar que este es el primer documental latinoamericano actuado y hablado en lenguaje de señas mexicano.

“En Estados Unidos existe la Universidad Gallaudet, que está dedicada a los sordos. Ahí puedes encontrar cortometrajes realizados por sordos; pero en términos de largometrajes solo encontré dos más: Deafula, de Peter Hamilton, y En el país de los sordos, de Nicholas Philibert, son las únicas películas habladas totalmente en lenguaje de señas. Esta sería la tercera en el mundo y la primera en Latinoamérica”.

Autor de los filmes Bajo Juárez: la ciudad devorando a sus hijas y La cuarta casa, un retrato de Elena Garro, José Antonio Cordero propone una obra que en términos cinematográficos regresa a los orígenes primigenios del cine, primero, para sensibilizar a sus actores; segundo, para armar una narrativa sostenida en la imagen.

“La realización podría dividirla en varias partes. Primero les mostré películas silentes o donde aparecen sordos. En la segunda etapa les pregunté si sentían que esos filmes retrataban su realidad. Después les propuse hacer una película de y para sordos. Por último, alrededor de una serie de dibujos y fotografías, ellos ilustraron los temas de los que querían hablar”.

El director reconoce que le sorprendió que los jóvenes escogieran hablar de sus sueños en lugar de las complejidades y la exclusión con que viven día a día. Así, Erik, Dalila, Elizabeth, Miriam, Chucho y Mauricio se decantaron por temas como la educación, el amor, la migración, sus aspiraciones y miedos. “Lo que empezó como un documental terminó convirtiéndose en un trabajo onírico”, argumenta Cordero.

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