El patrimonio arqueológico de México ejerce un gran atractivo sobre el turismo nacional e internacional. Conocer los secretos del pasado ha sido una constante entre los viajeros, los exploradores, los turistas y los estudiosos, especialmente a partir de los siglos XVIII y XIX. Prueba de ello son los dibujos, diarios de viaje, litografías y grabados que se conservan y exhiben en diferentes museos del mundo.
La mayor parte de los vestigios arqueológicos se localizan en la región conocida como Mesoamérica, que abarca gran parte del territorio nacional y se extiende hasta algunos lugares de Centroamérica. En el norte del país quedan evidencias arqueológicas interesantes: La Quemada, La Ferrería y Paquimé. En la región del Bajío se han localizado interesantes centros ceremoniales: Plazuelas y Cañada de la Virgen, entre otros.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia cuenta con un registro de los sitios arqueológicos en territorio nacional, pero no todos han sido explorados: algunos están prácticamente perdidos por encontrarse en ambientes húmedos y calurosos, cubiertos por la maleza o bien en zonas de difícil acceso. Su rescate y estudio requiere de una fuerte inversión económica y de personal calificado; las tareas son lentas ya que se necesita equipo especial, cuidado y paciencia.
Las ciudades mesoamericanas más importantes son motivo de constantes estudios donde intervienen profesionistas de varias disciplinas. Los resultados obtenidos en las excavaciones y en los estudios científicos abren nuevas líneas de investigación tanto en los círculos académicos nacionales como en los internacionales. Algunos investigadores retoman el estudio de las fuentes antiguas, sobre todo documentos y crónicas del siglo XVI, para llevar a cabo nuevas lecturas y obtener conclusiones diferentes a las ya conocidas. Sus avances se presentan en congresos internacionales.
Respecto de los pueblos mayas hay especialistas en la escritura, lo que permite traducir los caracteres y signos inscritos en códices y estelas para obtener información veraz sobre gobernantes y acontecimientos históricos de relevancia.
Conocer el pasado requiere de un estudio integral que permita comprender los procesos históricos, pero podemos acercarnos a la observación de algunos elementos durante los recorridos turísticos. Por ejemplo las técnicas constructivas, los trabajos en piedra o las pinturas murales.
La piedra como material constructivo jugó un papel fundamental en la construcción de los centros ceremoniales y en la elaboración de esculturas de pequeño, mediano y gran formato. Algunas piezas se integraron a los basamentos piramidales y otras se concibieron como obras individuales. Al respecto destacan los atlantes que se ubican en la parte alta de un basamento piramidal en Tula, el muro de serpientes o coatepantli en Tenayuca, las escenas en los tableros del juego de pelota en Tajín, la corrección calendárica y la serpiente emplumada en Xochicalco y la triada de felinos en Chalcatzingo, entre otros. Sobresalen también yugos, hachas, palmas y aros relacionados con el juego de pelota, la representación del Chac-Mool (mensajero divino) en Chichén Itzá y la Piedra de Tízoc en el Museo Nacional de Antropología.
La pintura mural mesoamericana es otra fuente valiosa de información para conocer detalles del paisaje natural, las actividades productivas, el comercio, las batallas, las deidades principales y los rituales de mayor significado. Asimismo hay consideraciones interesantes sobre la técnica y los pigmentos empleados, los cuales se obtenían de la naturaleza: plantas y minerales, principalmente. Entre los sitios que destacan por sus murales están Cholula con Los bebedores de pulque, las pinturas ubicadas en los palacios teotihuacanos, el mural de la batalla en Cacaxtla y la presencia de nobles, guerreros y danzantes en Bonampak.
Pasado y presente
La exhibición permanente del Museo Nacional de Antropología (en la CDMX) nos permite conocer el origen y desarrollo de las culturas mesoamericanas a través de varios siglos. A nivel museográfico se recrean espacios, se elaboran maquetas y se exhiben miles de objetos y piezas originales que pertenecieron a hombres y mujeres de la época prehispánica. Con el apoyo de cedularios se obtiene información sobre su organización política, económica, social y religiosa; y respecto de sus conocimientos matemáticos, geométricos y astronómicos. Sus creencias y rituales quedaron plasmados en objetos suntuarios, en sus joyas, ofrendas, pinturas y construcciones. Destaca la técnica que utilizaron para pulir, encalar y pintar los muros, y la hechura de sus esculturas en piedra. Una constante en la pintura mural son las representaciones asociadas a la fertilidad.
La visita al Museo Nacional de Antropología puede funcionar como un incentivo para viajar a los diferentes sitios arqueológicos de México, a fin de entrar en contacto directo con el medio geográfico donde florecieron.
Una experiencia in situ reviste gran valor, permite apreciar las cualidades geográficas y comprender de manera puntual el esplendor y decadencia de cada ciudad, así como los desafíos que enfrentaron sus habitantes para mantener su poderío frente a otros grupos.
En la Ciudad de México puede visitar la zona arqueológica y el museo del Templo Mayor. Las “ventanas arqueológicas” permiten asomarse al pasado y apreciar restos de basamentos y estructuras que quedaron enterradas debajo de construcciones civiles y religiosas que datan del periodo virreinal y del siglo XIX. Debajo del Sagrario de la Catedral Metropolitana se localizan los restos del Templo del Sol y sobre la calle Guatemala se descubrió parte del Hueytzompantli (gran muro de cráneos). La historia enterrada de los mexicas emerge progresivamente gracias al salvamento arqueológico que dirige el arqueólogo Raúl Barrera en el Centro Histórico, por medio del Programa de Arqueología Urbana INAH. Fue creado en 1991 para estudiar siete siglos de historia en el área del Recinto Sagrado Mexica.
Otros sitios de interés: Tlatelolco, Cuicuilco, Santa Cruz Acalpizcan, el cerro Cuilama y Tezcutzingo.
Esplendor y arte
La zona arqueológica de Teotihuacán muestra la importancia política, económica, religiosa y cultural que alcanzó la urbe durante el periodo Clásico. Fue un importante centro religioso y comercial al que acudían personas de sitios muy lejanos. Su desarrollo económico obedeció en gran medida al control de los gobernantes sobre la obsidiana y a la importancia de la ciudad como centro religioso. Su extensión aproximada es de 20 kilómetros.
Además de los basamentos de la pirámide del Sol y la de la Luna quedan restos de viviendas, palacios y estructuras subterráneas que permiten apreciar etapas constructivas anteriores.
Cabe destacar la iconografía en los relieves de las pilastras del palacio del quetzal-mariposa (Quetzalpapálotl) y los símbolos presentes en los muros de los barrios de Tetitla, Tepantitla, Atetelco y la Ventilla.
Sobre la llamada Calzada de los Muertos se localiza la representación de un puma. En otros espacios encontrará representaciones de aves, felinos y elementos acuáticos.
En el sitio denominado La Ciudadela llama la atención el Templo de Quetzalcóatl con cabezas de serpientes emplumadas y elementos propios del medio acuático: conchas y caracoles. Según los expertos el templo puede estar relacionado con la creación del tiempo y el calendario.
Algo más
El área maya comprende varias entidades federativas de México y se extiende hasta parte de Centroamérica. Cuenta con muchos sitios arqueológicos: los más importantes han sido explorados desde hace varios siglos y se encuentran abiertos al público.
Por su importancia y majestuosidad varias ciudades mesoamericanas están consideradas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Algunos vestigios reposan bajo la maleza o están perdidos en la espesura de la selva, esperando su turno para ser explorados e investigados.
Le invito a conocer el pasado arqueológico de México.