Nos vamos a quedar hasta el viernes, será el caos: CNTE
Desde la madrugada del 20 de agosto los maestros cercaron la Cámara Baja y su consigna fue firme: nos quedamos hasta que se bajen las 3 reformas. Y lo cumplieron.
Nada los mueve, ni el temblor que se registró en las primeras horas de la mañana ni la amenaza de lluvia ni tampoco el aviso de que sus líderes ya estaban negociando con los legisladores.
Son los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que tienen rodeado el Palacio de San Lázaro.
Por ellos “secuestré" una fondita ubicada en la calle de Allende que está justo frente a la Cámara de Diputados sobre la avenida Emiliano Zapata. Digo que secuestré porque, sin más, instalé mi computadora, saqué el cargador de mi celular y me puse a teclear.
No fui la única: el caos que desató el plantón de los maestros complicó la vida de los diputados, reporteros y trabajadores de San Lázaro.
Desde la madrugada del 20 de agosto, los docentes, furiosos porque los diputados aprobaron en comisiones las 3 leyes reglamentarias en materia educativa, irrumpieron en San Lázaro, destrozaron macetas, cristales, oficina e hirieron a 20 guardias de seguridad.
A partir de esa noche, los maestros cercaron la Cámara Baja y su consigna fue firme: nos quedamos hasta que se bajen las 3 reformas. Y lo cumplieron.
El martes por la tarde, la Cámara Baja informó a sus empleados que por seguridad sólo habría salida por la puerta 7, la que lleva al metro Candelaria. Personal de seguridad avisó a los trabajadores que si querían entrar al día siguiente, debían presentarse antes de las 7:00 horas.
El aviso fue en vano, pues el contingente de maestros llegó desde las 2:00 horas de este 21 de agosto. “Venimos desde Oaxaca, Michoacán y Guerrero, no vamos a ceder ni un paso porque lo que quieren estos ratas es pisotear nuestros derechos”, dijo Francisco, uno de los disidentes.
Flanquearon todas las entradas, no dejaron hueco alguno o rincón sin cubrir, incluso los empleados de la Suprema Corte de Justicia tuvieron día libre.
“Ahora ni por aquí pudieron entrar, otras veces se filtraban por la entrada de Rovirosa, pero como les dieron el día libre, no hubo manera, hoy sí se organizaron”, dijo uno de los oficiales que custodiaba el puente que cruza Congreso de la Unión.
El paso estaba prohibido, sobre todo para la prensa, pues cuando algún camarógrafo, reportero o fotógrafo se aproximaba, una ola de rechiflas se escuchaba por todo lo alto, acompañada de los insultos correspondientes y gritos como: "¡prensa vendida, fuera!”.
Cuando yo intenté tomar mis primeras fotografías, un grupo de profesores me preguntó para qué medio. Dije el nombre de este portal de noticias y me contestaron que tenía prohibido pasar, que mejor me quedara a platicar con ellos.
Les pregunté por su sección, dónde daban clases y por qué en lugar de atender a sus alumnos estaban tirados en el pavimento a unas cuadras de los granaderos.
“Venimos de Guerrero, damos clases a niños especiales, sordomudos, con retraso mental; nos pagan una miseria, pero pues nos dijeron que debemos estar aquí, al pie del cañón para evitar que atropellen nuestros derechos, nos vamos a quedar hasta le viernes, ese día será el caos”, advirtió uno de los jóvenes profesores.
El maestro lucía cansado. Era moreno, alto y con sobrepeso; vestía pantalón de mezclilla y sudadera gris, traía un teléfono celular inteligente con pantalla táctil.
- ¿Qué escuchas?- pregunté.
- Salsa y cumbia, para ponerme de ánimo; si no, no aguantamos.
Cerca de las 15:00 horas llegó un contingente de entre 15 y 20 profesores de Michoacán. Traían mochila al hombro y sudor en el rostro. “Agarren cualquier campito, la calle es nuestra, pónganse cómodos porque nos vamos a quedar”, dijo una maestra al mismo tiempo que compraba mangos enchilados.
“La orden es de quedarnos hasta morir y eso es lo vamos a hacer, no importa que ya estén en diálogo. Es todo o nada, ninguna ley puede ser aprobada hasta que tomen en cuenta nuestras peticiones”, comentó otro.
Cada quien su búnker
Un enorme camión se apostó frente a la entrada principal de San Lázaro: es el “búnker” del magisterio disidente. Ahí tienen casas de campaña, cobijas, plásticos, anafres para calentar tortillas y colchones para hacer lo mismo pero con el cuerpo, pues los más afortunados pueden dormir un rato.
A unos minutos de San Lázaro, los diputados crearon sus propios búnkers. Instalados en hoteles y restaurantes, las bancadas tejían la estrategia que debían seguir ante la presión de los maestros.
Los del PAN, desde las 10:00 horas, se ubicaron en un hotel cerca del Aeropuerto de la Ciudad de México. Los perredistas se refugiaron cerca de la delegación Venustiano Carraza, mientras que los del tricolor optaron por ir a la zona de Viaducto y Troncoso, cerca de una plaza comercial.
La información iba y venía, todos hablaban y nadie acertaba a las especulaciones. Decidí marcar directamente a algunos legisladores, los panistas fueron los únicos que tomaron la llamada y explicaron su postura. “Estamos en la línea de sesionar y no ceder ante las presiones, estamos abiertos al diálogo pero no toleraremos la violencia”, sentenció el diputado Jorge Sotomayor.
Los perredistas intentaban calmar los ánimos, pues aunque desde temprano se manejo la posibilidad de sesionar en una sede alterna, se aferraron a que no habría tal.
Es la primera vez en la historia de la Cámara de Diputados que un contingente de manifestantes revienta un inicio de sesiones.
Para las 19:00 horas, ya era inminente la sesión; buscarían otro lugar para realizarla pues los acuerdos no tuvieron éxito. Los maestros no cedieron a su demanda de no aprobar ninguna ley secundaria en materia educativa. Los diputados pretendían aprobar por lo menos 2 de éstas.
Hasta las 20:00 horas del miércoles, los maestros seguían plantados alrededor de la Cámara de Diputados. Lonas, sillas, banquitos de tela y hasta cajones para guardar verduras sirven para acomodarse, pero cuando el sueño y cansancio los vence, no importa acostarse en el concreto.
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