Es un hecho indudable que la leyenda del Rey sigue ocupando un lugar prominente en la cultura global: nacido el 8 de enero de 1935, hace ahora 80 años, Elvis Presley es un icono de la cultura musical del siglo XX.
A pesar de ello, y aunque se requiere un serio esfuerzo imaginarlo, Presley vivió sus 22 años de estrellato en una discreta oscuridad. Un artista que se manifestó mediante discos, películas y de forma regular, a partir de 1969, en actuaciones, pero esencialmente nunca se supo mucho acerca de su pensamiento o de su forma de vida.
Presley nunca concedió entrevistas confesionales como las de John Lennon para la revista Rolling Stone y nunca se manifestó explícitamente sobre los conflictos que desgarraban a su país.
Tardaremos años en conocer los detalles de historias tan extraordinarias como su visita sin anunciarse a Richard Nixon en la Casa Blanca, donde se ofreció como agente secreto para combatir la subversión de los Beatles y de otras luminarias de la contracultura.
Unos días antes de su muerte se publicaba Elvis, what happened?, una crónica de la extravagante vida privada del Rey, firmada por tres antiguos miembros de su séquito, la llamada Memphis Mafia.
En las décadas posteriores prácticamente todas las personas que lo trataron escribirán su propio libro: parientes, músicos, cocineras, amantes y hasta su peluquero californiano, Larry Geller, el hombre que lo introdujo en el esoterismo.
Sin embargo, pocas obras logran descifrar al enigmático personaje.
Monumental
En todo caso la muerte de Elvis alcanzó dimensiones de tragedia global. Anteriormente, los decesos de famosos de la farándula se quedaban en las secciones de sucesos, obituarios o espectáculos, pero la partida de Elvis saltó a la primera página de los periódicos y a la cabecera de los telediarios, proporcionando incluso un modelo de respuesta en la audiencia para el asesinato de John Lennon en 1980, —aunque, bonita paradoja, ambos se detestaban—. Se podría decir que es una cuestión generacional, ya que en 1977 los medios de comunicación estaban llenos de los conocidos como baby boomers, los descendientes de la posguerra.
Admiradores y detractores, todos crecieron a la sombra de Elvis, discutiendo sobre el hombre y sus misterios. De alguna manera ambas partes coinciden en que se trató de una noticia que superó lo musical, consciente o inconscientemente, ya que Presley transformó el panorama cultural, racial y moral de Estados Unidos.
La presencia de Elvis fue tan monumental que hasta podría pasar inadvertida en su propio país, y en cambio en el extranjero, donde nunca lo vimos cantar, se entiende mejor su excepcionalidad. No es casualidad que hayan sido seguidores daneses los que comenzaron en 1975 a establecer su discografía y los detalles de sus sesiones de grabación. Uno de ellos, Ernst Jorgensen, se convertiría en el mayor archivero del mundo de Elvis, responsable de preparar sucesivas cajas que lo rehabilitaron musicalmente, tras décadas de lanzamientos torpes por parte de la disquera RCA.
Presley se llevó a la tumba sus secretos el 16 de agosto de 1977. A 80 años de su nacimiento seguimos descubriendo al Rey.