Por Federico González
Si un escritor se ha llevado las palmas en 2015 ha sido Fernando del Paso (1935): el pasado 1 de abril cumplió 80 años, por lo que homenajes y reediciones conmemorativas se le dedicaron a uno de los mayores narradores de nuestro país, pero la estela de festejos y reconocimientos, lejos de detenerse, alcanzó su punto culminante el pasado día 12 cuando se le anunció como ganador del Premio Cervantes, el más prestigioso a nivel literario del idioma.
Han pasado casi seis décadas desde que Juan José Arreola decidió divulgar los poemas de un joven apenas mayor de 20 años. Aquellos versos se publicaron en Cuadernos del unicornio.
En una ocasión, Del Paso me comentó que de Juan Rulfo aprendió el arte de leer la novela. “Rulfo tenía una erudición absolutamente fantástica como lector de novelas. Se había leído todo. Gracias a sus pláticas aprendí el arte de leer la novela, no como un lector común y corriente, sino como alguien que quiere participar en el arte de publicar”.
Aprendió probablemente también, aunque no me lo confesó, a publicar lo estrictamente necesario. El corpus de su ficción se compone de cuatro títulos, siendo la última Linda 67, una pieza extraña pero que bien se puede inscribir en el canon de la novela negra nacional y que tiene su origen en un reto que le lanzó su amigo Álvaro Mutis: “A qué no puedes escribir una novela policiaca”, le dijo el colombiano.
Vocación
Después el tapatío no quiso exponerse más. Siguieron libros con sus dibujos y poemas, estudios y ensayos, destacando de manera particular Bajo la sombra del islam. Ensayos sobre el islam y el judaísmo. Vol. 1.
Ambicioso en términos de conocimiento, Del Paso descubrió su vocación literaria con El rayo que no cesa, del poeta español Miguel Hernández. Trabajó de publicista y como periodista en la BBC. De aquel periodo aprendió elementos de la cultura popular que alimentaron Palinuro de México. Más tarde entró al servicio diplomático.
“Me casé con la literatura y mi amante ha sido la historia”, me contó entonces. En José Trigo leemos la Cristiada, las represiones a los ferrocarrileros y obreros; en Palinuro de México se aproxima a la Revolución y a la Primera Guerra Mundial; Noticias del Imperio, acerca de Antonio López de Santa Anna, es quizá la más rigurosa.
“Cuando uno escribe una novela histórica lo más importante es la verosimilitud y a partir de eso uno puede jugar muchísimo”, comentó con la discreción de quien comparte un secreto.
Al saberse ganador del Premio Cervantes, sin falsa modestia y seguro de sí mismo como suele serlo, Fernando del Paso declaró: “Me siento bastante bien y emocionado. Francamente sí me lo esperaba (…) Uno ve compensado el esfuerzo realizado por más de 50 años”.
Ni quién se lo discuta.
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