El rigor del crítico

Emmanuel Carballo, Bastaba un juicio suyo para sentenciar o encumbrar a un narrador

Redacción
Todo menos politica
Emmanuel Carballo, Bastaba un juicio suyo para sentenciar o encumbrar a un narrador
Foto: Jorge Mejía peralta/Creative Commons

Por: Federico González

Emmanuel Carballo. Párrafos para un libro que no publicaré nunca. Conaculta. 170 pp.

Uno como lector busca un guía. Alguien de confianza con quien empate gustos y aficiones. De no ser así, espacios como este simplemente no existirían. Dentro de esta tradición el nombre de Emmanuel Carballo (Guadalajara, 1929) es indisoluble a la crítica literaria. Durante décadas fue uno de los artilleros más dedicados y contundentes de ese ente conocido como república de las letras.

Junto a Carlos Fuentes fundó La Revista Mexicana de Literatura; colaboró en México en la Cultura, en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica y en la Revista de la Universidad.

Bastaba un juicio suyo para sentenciar o encumbrar a un narrador. Polémico hasta las cachas, sus escritos se distinguieron por ser implacables. “Los amigos son para el crítico enemigos terribles”, dijo alguna vez.

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Conformado por opiniones, diatribas, cartas, artículos u otro tipo de pedacería intelectual Párrafos para un libro que no publicaré nunca destaca por articular el desarrollo profesional de un hombre con quien se podrá o no coincidir, pero a quien no se puede escatimar su capacidad para ser testigo y juez del desarrollo cultural durante el siglo XX mexicano.

Sus filias con José Vasconcelos o Alfonso Reyes y su franco conocimiento de la narrativa, sobre todo de la primera mitad del siglo XX, son los principales afluentes del libro.

Carballo, incluso a principios del siglo XXI, concentra su fuerza y atención en aquel periodo. Hay que decir en este sentido que sus comentarios y análisis llegan —en términos estrictamente literarios— hasta José Agustín, Parménides García Saldaña y Gustavo Sainz. Lo posterior a los autores de La Onda no es objeto de sus comentarios ni seguramente de su atención. “Al crítico le corresponde poner orden, ser el cronista de un momento”, escribe. Él supo ubicar el suyo.

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Burguesía

Por lo demás, su apreciación sobre Neruda, Borges, Arreola, Rulfo, Cortázar o Carpentier se antoja indispensable para lectores o críticos de generaciones posteriores. No sucede lo mismo con sus textos políticos, a todas luces prescindibles.

Con todo, al menos para el reseñista, resulta encomiable el rescate de sus apreciaciones sobre literatura. “No creo en la literatura con mensaje, sí en la literatura trascendente. La primera es ingenua; la segunda ayuda eficaz para el lector (…) Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y si sabe aún no puede ir más allá de los cómics y las fotonovelas; además el libro es caro, casi un objeto de lujo. En definitiva la literatura mexicana se desenvuelve dentro de un círculo burgués: la escribimos los burgueses, la editamos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia”. ¿Alguna objeción?

Otros títulos de Emmanuel Carballo son Diccionario crítico de las letras mexicanas en el siglo XIX, Ya nada es igual y Diario público.

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