Santa Rosa Xochiac: un caso de éxito forestal

Este bosque enfrenta un nuevo peligro: la mortandad de árboles por contaminación que emiten las zonas urbanas.

Martha Mejía
Política
Éxito forestal
Foto: AntoinePound/Creative Commons

Santa Rosa Xochiac es una comunidad ubicada en la delegación Álvaro Obregón, en los límites con Magdalena Contreras y Cuajimalpa, al poniente de la Ciudad de México, donde se encuentra una de las más esplendidas zonas de bosque con las que cuenta el Distrito Federal: un total de 320 hectáreas forestales libres de asentamientos irregulares, que fungen como pulmones de la Ciudad de México.

Sin embargo, de acuerdo con estudios realizados por diversas universidades en México, se ha incrementado 60% la mortandad de los árboles en zonas boscosas, debido principalmente a la contaminación.

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Vivir del bosque

En el Distrito Federal existe desde 1947 una veda que impide la explotación de las zonas forestales. Los comuneros deben realizar diversos trabajos de conservación del bosque y sacar provecho de él por medio de otras actividades que no sean precisamente derribando la masa forestal. Para ello su creatividad y empeño deben destacar para inventar diversas formas que les permitan obtener una retribución económica y al mismo tiempo cuidar de este ecosistema.

“Los servicios ambientales que brinda esa zona son muy importantes debido a la ley de 1947, ya que los comuneros no pueden aprovechar los recursos forestales. Para mantenerse tienen que hacer trabajos de conservación. Eso es lo que ellos hacen de manera gratuita: conservarlo en beneficio de todos nosotros”, destaca en entrevista Gustavo López Mendoza, gerente de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) del Distrito Federal.

Explica que a partir del próximo año la Conafor brindará apoyos a esta comunidad para prevención y control de incendios forestales, así como para saneamiento, puesto que “pudimos advertir que tienen algunos problemas con unas plantas parásitas llamadas muérdagos”.

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Reforestar

Claudio Zamora Callejas, presidente de bienes comunales de Santa Rosa Xochiac, comenta a Vértigo que una de las principales tareas de los comuneros para conservar esta zona en buenas condiciones ha sido reforestar.

“Reforestamos 25 hectáreas desde 2011, cuando comenzamos nuestro vivero forestal; tenemos nuestra propia planta, recolectamos la semilla y hasta la sembramos. Plantamos con oyamel desde la parte baja, que son 25 hectáreas, y en la parte alta, donde son 35, con supervivencia de la planta de 93 por ciento”.

Pero no siempre fue así. Hace apenas algunos años los comuneros de la zona enfrentaban un ecosistema en riesgo que no había podido restablecerse desde que en 1998 los incendios forestales afectaron 140 hectáreas en la región.

“Comenzamos las reforestaciones en 1998 y hasta 2000, pero eran árboles que no pegaban en este suelo; nos los daba en ese entonces el vivero de Coyoacán; pero no tenían la especie que actualmente sembramos”, comenta en entrevista Salvador Zamora Callejas, encargado del proyecto de conservación en la comunidad.
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Fue con base en prueba y error que los comuneros de Santa Rosa Xochiac se organizaron para montar un vivero, para lo cual se capacitaron en diferentes instancias como la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Con asesoría de algunos biólogos y agrónomos lograron tener una semilla endémica de la zona, que alcanzó la altura y las condiciones deseadas.

“Actualmente producimos entre 125 mil y 150 mil árboles anuales de diferentes alturas, tanto para la parte alta como para la media y la baja. Todos esos árboles son para este bosque; pero llegamos a donar planta tanto a la delegación como a las comunidades vecinas. La meta es llegar a ser el mayor productor de árboles forestales. Pero no es producir por producir, sino que el resultado final sea tener este 93% de supervivencia; y ya lo estamos logrando”, explica Salvador Callejas.

Con amor y mucha dedicación los comuneros comienzan su labor desde muy temprana hora; monitorean cada árbol por medio de etiquetas con la georreferencia de cada planta. “Cada año los monitoreamos y vemos cuánto han crecido y qué nutrientes o qué condiciones les hacen falta; los arropamos; les hacemos el cajete más grande; los limpiamos y los cuidamos. Ese es el trabajo que nos ha dado como resultado 93% de supervivencia de la planta. Ahora en el vivero tenemos medio millón de árboles, pero la meta es tener un millón”, añade.

En el vivero de esta comunidad también se trabaja en la producción de plantas como la llamada puñito de novia, que no requiere mucha agua, con el objetivo de venderla para jardines verticales.

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Fauna

Además de la conservación de la zona la comunidad de Santa Rosa Xochiac se da a la tarea de reproducir en cautiverio parte de la fauna silvestre que tiene una población baja en la zona.

“Estamos reproduciendo el gato montés en cautiverio y también las especies de ave rapaz que hay en la región, como el halcón Harris; y tenemos un ejemplar hembra de águila real que se está rehabilitando en nuestra Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (Uma). También deseamos introducir al venado cola blanca”, explica Salvador Callejas.

Otro proyecto importante que desarrolla la comunidad son actividades que tienen que ver con turismo de aventura y ecoturismo. “Tenemos una ruta de bicicleta de montaña y zona de campamento. Queremos ser un proyecto totalmente de conservación. No nos interesa el turismo depredador ni saqueador: nos interesa un turismo de conciencia que tanto nos hace falta. Y para ello uno de los objetivos de nuestro Centro de Interpretación Ambiental es educar a las nuevas generaciones; estamos enfocados a las escuelas, desde el nivel básico hasta las licenciaturas”, explica Salvador Callejas.

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Peligro

La cuenca del Distrito Federal se encuentra inmersa en un valle con apertura en la zona norte, donde la mayoría de los vientos dominantes acarrea contaminantes de la Ciudad de México hacia esos bosques, principalmente a la región de Santa Rosa Xochiac y Magdalena Contreras.

“Hemos tenido problemas de mortandad de los árboles. Recientemente se han detectado grandes extensiones de arbolado muerto precisamente por los contaminantes que emiten las zonas urbanas. Esto provoca que el muérdago se apropie de estas zonas”, indica Luis Antonio Martínez Yáñez, jefe de Producción y Productividad de Conafor Distrito Federal.

Agrega que existen algunas tesinas, tanto de la UACh como de la UNAM y la UAM, para la Delegación Magdalena Contreras que demuestran que se ha incrementado en 60% la mortandad de los árboles a causa de la contaminación en la Ciudad de México.

“Generalmente uno de estos árboles vive entre 80 y 100 años; el problema con los contaminantes es que ese ciclo de vida lo estamos acortando 60 años. La velocidad con la que estamos acabando con los bosques es muy rápida”, explica.

Aunado a la contaminación, el cambio climático es otro factor de riesgo para estos bosques, ya que son ellos quienes regulan el clima. “Si no se cuenta con esa parte de regulación, vamos a terminar perdiendo lo único vigente que se tiene todavía en esta ciudad, que es el agua. De ahí la importancia no solo de cuidar sino de apoyar a estas comunidades”, indica Martínez Yáñez.