Contra la obesidad, aún no existe una solución integral

Aunque cada vez se conoce más respecto de esta enfermedad, su frecuencia aumenta cada año, además de que muchas de las muertes que origina podrían evitarse o, al menos, retardarse.

Lorena Ríos
Todo menos politica
Obesidad
Foto: Tony Alter / Creative Commons

La epidemia de obesidad y sobrepeso en México, que afecta a siete de cada diez adultos y uno de cada tres niños, podría generar una crisis financiera en el sistema de salud si no se controla en los próximos cinco años, pues en 2008 los gastos para la atención de enfermedades derivadas del exceso de peso corporal fueron de 68 mil millones de pesos y se estima que para 2017 fluctúe entre 78 mil y 160 mil millones, advierten investigadores y especialistas.

En el libro Obesidad en México, recomendaciones para una política de Estado, los 41 participantes de la obra coinciden en señalar que en los últimos 24 años la prevalencia de sobrepeso y obesidad en el país aumentó 50% y 75% de las muertes ocurridas están relacionadas con enfermedades crónicas como diabetes mellitus, enfermedad isquémica del corazón y enfermedad cerebrovascular, derivadas de la obesidad.

Ante este panorama, los especialistas recomiendan que la estrategia nacional debe enfocarse en disminuir el consumo de azúcares, sodio, grasas saturadas y alimentos con alta densidad energética, así como bebidas con aporte calórico (principalmente las azucaradas).

Asimismo, recomiendan aumentar el consumo de agua simple, frutas, verduras, leguminosas y cereales de grano entero; e incrementar la actividad física al transportarnos de un lugar a otro, en el trabajo y en los momentos de recreación, sin olvidar fomentar el control de peso y el autocuidado de la salud.

Paradoja nutricional

En el prólogo, el estudio señala que México es presa de grandes paradojas: por un lado, la desnutrición que cobra la vida de ocho mil personas al año; y, en el otro extremo, la obesidad y el sobrepeso que provocan la muerte de gran cantidad de mexicanos.

Y como una especie de aportación a la Cruzada Nacional Contra el Hambre recién presentada, el informe hace énfasis en la necesidad de resolver ambos problemas, derivados de la falta de educación.

Añade que el exceso de peso comienza en los hábitos alimenticios, el estilo de vida, la cultura y la “deficiente” regulación en diversas áreas; desde la familia hasta los servicios de salud, por lo que afecta a los individuos y a las masas.

“Conocemos mucho sobre la enfermedad; y no obstante, su frecuencia aumenta cada año, además de que muchas de las muertes que origina se podrían evitar o al menos retardar. Todavía más: se tiene conciencia de la gravedad que conlleva, pero es poco lo que se hace en la práctica para combatirla”, resalta.

Mayor peso, menor vida

La obra incluye investigaciones sobre la epidemiología de la enfermedad, el recuento de las políticas y programas para prevenirla, el estudio de factores genéticos, normas y regulaciones que existen para controlarla, opciones quirúrgicas para el tratamiento, el análisis de los determinantes económicos, educacionales, comerciales y sicosociales.

Juan Ángel Rivera Dommarco, coordinador del Grupo Multidisciplinario sobre Obesidad de la Academia Nacional de Medicina y director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), menciona que el estilo de vida sedentario y el alto consumo de productos industrializados han sido responsables de que las personas sean cada vez menos sanas, más obesas y sufran más enfermedades crónicas.

Señala que con las etiquetas la intención no es provocar que algún producto deje de ser consumido: “Podemos comer de todo, pero algunas cosas de forma moderada, como los dulces o refrescos; y otras de forma muy frecuente, como las frutas y las verduras”, precisa.

En tanto, Mauricio Hernández Ávila, director del INSP, reconoce que “para el problema de la obesidad aún no tenemos una solución integral”.

En el estudio se confirma que los mexicanos han reducido su consumo de frutas y verduras, beben más refrescos y líquidos azucarados y ha disminuido su actividad física.

“Las epidemias de obesidad y diabetes están interrelacionadas. Hay 6.4 millones de diabéticos con tratamiento, de los cuales cuatro millones de pacientes tienen la enfermedad atribuible a la obesidad”, menciona.

Recomendaciones

Ante la gravedad del panorama, Maureen Birminham, representante de la Organización Panamericana para la Salud (OPS) en México, aplaude el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria (ANSA), así como los programas Prevenimss, Prevenissste, Programa Cinco Pasos, entre otros, pero dice que se trata de esfuerzos aislados y que no están interrelacionados, además de que no alcanzan a toda la población, por lo que recomienda que se conviertan en políticas de Estado.

También, que el Centro Nacional de Programa Preventivos y Control de Enfermedades (Cenavece) participe en el combate a la obesidad. De igual forma, indica que la prevención de la obesidad se debe dar desde la atención primaria.

“Apoyamos la promoción de ciudades y escuelas saludables, pero además se debe incidir en universidades saludables, con actividades físicas y espacios libres de humo de tabaco”, menciona.

Birminham advierte que la autorregulación de la industria alimentaria no existe. De ahí que organismos del gobierno mexicano, como la Cofepris, deben trabajar en ello. Y llama a “no caer en la tentación de las acciones de buena voluntad de la industria alimenticia”.

Por último, resalta que México ocupa el primer lugar a nivel mundial en obesidad, tanto en niños como en adultos, por lo que la representación OPS/OMS colabora de forma activa al brindar cooperación técnica al país en la lucha para controlar esta enfermedad, especialmente por la influencia que tiene en la aparición de muchos otros problemas de salud.