“SE REQUIERE MAYOR IMPULSO AL DESARROLLO DE EMPRESAS COMUNITARIAS”

José Sarukhán

Martha Mejía
Bienestar
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En 1992 surgió la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio): a 30 años de su creación, después de afrontar diversos retos, sin duda se cumplen los objetivos, señala José Sarukhán Kérmez, su líder y fundador.

Sin embargo, dice, este éxito no solo obedece al trabajo de la institución sino también a que gran parte de la comunidad académica y científica de México se ha sumado aportando valiosa información.

Al narrar cómo fueron los inicios de la Conabio, Sarukhán explica que algunos puntos clave fueron la repatriación de información de museos nacionales e internacionales, el financiamiento de proyectos de campo, así como la colección de herbarios y museos de México.

También indica que uno de los grandes retos continuos es saber cómo transmitir este conocimiento a toda la sociedad, “de tal manera que lo asuma y lo incorpore a su entendimiento del entorno natural en el que vive; y que sirva para darle un elemento de sensibilización acerca de la importancia del capital natural y de los ecosistemas del país”.

Una mirada al futuro

Después del evento conmemorativo realizado en El Colegio Nacional, el exrector de la UNAM platica con Vértigo sobre los retos actuales que enfrenta el país en materia de conservación.

—Luego de dos años de pandemia ¿cómo se encuentra la biodiversidad en México?

—Desafortunadamente el proceso de pérdida no para. Esa es una de las áreas en las que trabajamos. Tratamos de acercarnos al grado de riesgo de la fragmentación y la pérdida de ecosistemas en el país. Debemos recordar que todas las grandes pandemias de la historia del mundo han sido originadas por la pérdida y la fragmentación de los ecosistemas. Por ejemplo, existen registros de que la peste bubónica se dio porque la gente acabó con los ecosistemas: utilizaron desmedidamente sus bosques para leña, para calentarse, para construir… entonces, todo eso fragmentó al ecosistema y cambió la estructura de la fauna.

El ganador del Premio Tyler agrega que “tenemos evidencia de que los mamíferos y los vertebrados más grandes se van y quedan fundamentalmente los pequeños roedores que son el lugar preferido de los patógenos que afectan a la humanidad. En este sentido, estamos haciendo una valoración de cómo están los ecosistemas de México. Es un proyecto en coordinación con el doctor Rodolfo Dirzo, quien está en la Universidad de Stanford, y esperamos tener los recursos suficientes para llevarlo a cabo. Es de vital relevancia entender qué patógenos tienen este tipo de roedores y cuáles llevan en la sangre. Es mucho el análisis que se tiene que realizar, pero vamos moviéndonos poco a poco. Ese es el tipo de información que requerimos para saber de qué tamaño pueden ser los problemas generados en una pandemia”.

—¿Hay suficiente información para que los mexicanos sepan conservar y valorar sus ecosistemas y biodiversidad?

—Esto es parte del trabajo que ha desarrollado la Conabio en 30 años. Pero esto no se logra nada más con una página web bonita, no; se logra con la traducción de la información académica y científica a un lenguaje sencillo, entendible; que las personas puedan hacer preguntas; que se saque de dudas a quien no entendió la información y que al final la pueda exteriorizar y hasta transmitir: ese es el reto que tenemos.

Población rural

Añade Sarukhán: “Creo que esto se ha cumplido en la medida de las posibilidades que tenemos, ya que somos un grupo reducido. El doctor Carlos Galindo ha trabajado con una enorme creatividad todo el material educativo, todas las caricaturas, todas las cosas animadas que se hacen en Conabio; este es el tipo de esfuerzo que se requiere”.

—¿Cuál es su opinión acerca de las políticas públicas actuales en materia de conservación: cómo vamos, qué hace falta?

—Una de las principales políticas públicas que hace falta es darse cuenta de ese porcentaje que mencionó Alicia Bárcena (durante la presentación) de que 60 a 70% de los dueños de ecosistemas son la población rural de este país: a ellos se les debería ayudar a desarrollar empresas comunitarias. Hay ejemplos brutales de importancia internacional. Por citar uno, en Ixtlán de Juárez, que está en la sierra de Oaxaca, se encuentra un aserradero que empezó primero a manejar sus bosques de manera sustentable, luego obtuvo su certificación, después compraron secadores para la madera, luego ampliaron el aserradero y actualmente venden madera certificada a IKEA. Eso es un éxito”.

Pero no solo eso, puntualiza, sino que “todos sus recursos y todo el dinero se va en mejorar el ejido, en preparar a los chicos y las chicas para que se vuelvan contadores y administradores y regresen a la comunidad y se autoapoyen. Y hay como 40 ejemplos más. Otro es el cultivo de langosta comunitaria en Quintana Roo y en Baja California”.

Cuestiona: “Lo que digo es por qué diantres no hay una política pública para dirigir recursos para esto y la mayor parte del dinero que tenemos lo damos a los partidos políticos para que estén en paz. Eso no puede ser, tiene que haber un cambio completo si queremos realmente apoyar a la población rural, a la gente más marginada, de esta manera; y no dándoles dinero, sino haciéndolos empresarios en el mejor sentido de la palabra”.

—¿Cuál es la recomendación para las entidades que crecen muy rápido, tanto en población como en industria, para que todo este desarrollo sea compatible con su biodiversidad?

—Tiene que haber planes de desarrollo —y los hay, pero no todo el mundo los cumple— para saber cómo se puede compatibilizar desarrollo industrial, económico y habitacional con la conservación de tierras y la agricultura. Hay manera de hacer esto, hay conocimiento para hacer esto. ¿Pero quién lo aplica? Cuando los intereses son de los especuladores de tierra que quieren sacar máximo provecho en el menor tiempo posible es muy difícil, tendría que haber la posibilidad de encaminar la política pública hacia un mayor apoyo a la población rural, a la población que vive de estos ecosistemas. Obviamente eso no es todo, se necesitan más cosas, pero yo empezaría por ahí”.

Así lo dijeron

En su momento nuestro país se colocó a la vanguardia mundial al instaurar una institución compiladora de la información existente acerca del conocimiento de la biodiversidad en el territorio nacional, situación que se mantiene hasta nuestros días.

Cristian Samper / Director ejecutivo de Wildlife Conservation Society

Hoy es difícil decir que una organización es realmente única en el mundo, pero la Conabio lo es: una organización científica de clase mundial que es una comisión intersecretarial parte del gobierno federal mexicano.

Sir Robert Watson / Profesor emérito de la University of East Anglia

En forma particular hay que destacar la labor del doctor José Sarukhán, coordinador nacional de la comisión desde su inicio, porque sin su visión y empeño estos magníficos 30 años no hubieran sido posibles.

Enrique Graue / Rector de la UNAM

El caso del mezcal es uno de los más emblemáticos, donde los productores locales se beneficiaron del conocimiento que generó la Conabio y consiguieron la denominación de origen, un resultado concreto que les ha traído beneficios económicos enormes.

Alicia Bárcena / Exsecretaria ejecutiva de la CEPAL